En el acervo político-cultural argentino existe un grupo de intelectuales que se les dio en llamar Los Pensadores Nacionales. El sociólogo-político Aritz Recalde, estudioso del tema, hace una breve pero sustanciosa caracterización de estos intelectuales: “Siempre que nos referimos a “pensamiento” o a “pensadores”, estaremos describiendo una actividad cuyo sustrato primordial se vincula estrechamente a la capacidad de dar respuesta a determinados interrogantes que nos presenta el medio social, político y cultural de determinado período histórico. Asimismo hablamos de Pensamiento Nacional y no de Pensamiento Argentino, ya que el primero no implica únicamente un tipo de inscripción geográfica respecto a la producción intelectual, sino que además involucra un posicionamiento especifico del intelectual y/o pensador en función del debate en torno al “problema nacional””. Las décadas del 30, 40 y 50 fueron en la Argentina muy fructíferas en la aparición de este tipo particular de pensadores. Figuras intelectuales como las de Juan José Hernández Arregui, Rodolfo Puiggrós, Raúl Scalabrini Ortiz, Jorge Abelardo Ramos, Manuel Ugarte y Arturo Jauretche, por solo nombrar algunas, que confluyendo del marxismo tradicional, de la izquierda latinoamericanista y del nacionalismo popular, construyeron un modo de pensar y teorizar el problema nacional desde un pensamiento propio y original. Muchas veces creemos que figuras intelectuales como las de Eric Hobsbawn, Howard Zinn, Edward Said, André Gunder Frank, el mismo Noam Chomsky, -pensadores valiosos sin lugar a dudas- descubrieron el agua tibia sobre nuestra problemática nacional, -lo que Arturo Jauretche llamaba “la colonización pedagógica”-, sin darnos cuenta que en nuestros propios países existe la materia gris suficiente para teorizar sobre nuestra problemática nacional y regional. Hoy hablaremos con el pensador venezolano Alberto Nolia.
E. M. ¿Cómo has visto este año de gobierno bolivariano, sin la conducción política de Hugo Chávez?
A.N. Ha sido un año duro, en lo político y en lo económico. La ausencia de Chávez lo vuelve también un año difícil en lo sentimental, en lo afectivo. Todavía los venezolanos no terminamos de digerir su muerte y cada vez que vemos un video de él, nos da la impresión de que es en directo y no de archivo. Cuesta asumir que ya Chávez no está físicamente con nosotros.
Pese a las dificultades, Nicolás Maduro ha mostrado capacidad y liderazgo creciente. Todos sabemos que es el Presidente, pero en el fondo aún lo vemos sólo como el heredero político de Chávez. La sombra de Chávez sin duda tapa sus merecimientos.
Como era previsible, Estados Unidos calculó mal. Siempre se equivocan. El Departamento de Estado y sus entes de Inteligencia -inteligencia que no tienen y que no saben buscar- estimaron que la muerte de Chávez dejaba a Venezuela a la deriva y que nadie sería capaz de llenar el vacío. Sin duda, nadie puede llenar el vacío que dejó Chávez, pero Maduro asumió sin problemas ni complejos las funciones de Jefe de Estado y de Gobierno. En Venezuela podemos tener un vacío afectivo por la muerte de Chávez, pero no un vacío de poder. Las instituciones funcionan y el país transita el camino que Chávez trazó, sin apartarnos ni un milímetro.
En su torpeza, EEUU calculó que bastaba echar a la calle a paramilitares y grupos fascistas para tumbar al gobierno. De nuevo metieron la pata. El criminal de guerra Obama, que va por el mundo desatando guerras civiles y golpes de Estado, en Venezuela se estrelló contra un gobierno serio, y también contra el muro del enorme respaldo popular que Chávez legó a Maduro. Me imagino que el reyezuelo noruego estará avergonzado, si es que conserva algo de vergüenza, de haberle otorgado el premio Nobel a semejante asesino. Sonriendo, fingiendo equilibrio y sin perder los estribos, Obama es aún más criminal que Bush. Mantiene todas las guerras que heredó de los republicanos, agregando las guerras civiles que desató y se mantienen en Libia, Túnez, Egipto -con golpe de Estado adicional-, Ucrania y la terrible sangría de Siria. Ese nazi disfrazado de demócrata en Latinoamérica ha chocado con los pueblos y la mayoría de sus planes criminales han fracasado. Su único éxito fue el golpe de Estado y secuestro del Presidente en Honduras. Venezuela a cada rato le da un buen revolcón en la OEA y otros foros al gobernante imperial.
E.M. ¿Cuáles son los puntos débiles en lo político, social y económico, de la actual conducción?
A.N. En lo político, el proceso de cambios es muy sólido. El chavismo ha dado una lección de madurez tras la muerte de Chávez. Cuando EEUU apostaba a que los diferentes dirigentes revolucionarios se matarían entre sí por la herencia de Chávez, la realidad es que todos juegan unidos y aceptan el liderazgo de Maduro.
En lo social, los problemas están en vías de solución. Hoy hay menos problemas y son menos apremiantes que hace 15 años, pero más que dentro de un par de años. Se han logrado grandes avances en salud, educación y vivienda. Sin embargo, no ocurre lo mismo con el tema de la inseguridad y de la impunidad. El hampa es poderosa y todavía en el gobierno hay pajúos que consideran a los delincuentes como excluidos, pobres y dignos de lástima, cuando la realidad es que ni son excluidos ni pobres -hasta un mísero narcotraficante de drogas gana verdaderas fortunas, muchas veces más de lo que percibe un buen profesional- y los dignos de lástima son sus víctimas.
La impunidad no es sólo para el hampa común. En los hechos de violencia desatados por EEUU no hay sanciones para quienes actúan a las órdenes del imperio. No hay presos contrarrevolucionarios, pese a haber asesinado a muchas personas, pero sí encarcelan y enjuician a los chavistas y funcionarios que tratan de controlar la violencia.
En lo económico, y pese a la conseja regada por los medios, no hay problemas graves. Mientras el petróleo se mantenga en torno a los cien dólares por barril y se continúen las políticas trazadas por Chávez, Venezuela seguirá creciendo. Habrá que ver que efecto adverso tiene la violencia política sobre la economía.
E.M. ¿Estás conforme con el equipo humano que acompaña a Nicolás Maduro, como jefe del Ejecutivo?
A.N. Nombrar ministros es una facultad indelegable de los Presidentes, así que Maduro debe designar a sus colaboradores inmediatos, que deben gozar de su confianza.
En el Gabinete hay una mayoría de personas honorables y competentes, con unos cuantos que no son ninguna de esas dos cosas. En la medida en que Maduro adquiere experiencia como Jefe de Estado y su liderazgo se afianza, aumentará también su capacidad para distinguir entre los ineptos y los aptos, entre los ladrones y los honestos, entre los bacalaos y los verdaderos revolucionarios. Con el tiempo, no demasiado, Maduro verá que no puede cargar con algunos bacalaos que pesan más que una ballena y desprestigian a todo el gobierno.
E.M. ¿Qué impresión te causa el bloque parlamentario del PSUV y del Gran Polo Patriótico? ¿Hay, en tu criterio, un verdadero trabajo legislativo en favor de la Revolución bolivariana?
A.N. Los parlamentos siempre son antipáticos y tienen fama de no hacer nada. Sin embargo, la función esencial de la Asamblea Nacional no es legislar, sino servir de foro político, de escenario para el debate. Por desgracia, en Venezuela hay gobierno pero no oposición. Hay una bancada escuálida que, salvo rarísimas excepciones, la integran maleantes muy incompetentes. En la IV República, antes de que Chávez llegara al gobierno, los parlamentarios de lo que hoy es la oposición -que para entonces eran el poder- posiblemente eran también maleantes, pero conocían su oficio, eran políticos hábiles. Así que, en general, los parlamentarios chavistas hacen su trabajo y el país no tiene nada que reclamarles.
E.M. ¿Necesita Venezuela una reforma del Poder Judicial, y si así fuera, por qué?
A.N. Reformar el Poder Judicial es la tarea más urgente del país. Se han hecho, en vida de Chávez, varios intentos de reforma, la mayoría de ellos muy tímidos, muy poco revolucionarios. El sistema de Justicia está medularmente podrido, pese a que en él hay muchas personas honorables y conocedores del tema. Pero la descomposición es tal que la impunidad es la norma y el castigo la excepción.
La inseguridad en Venezuela se debe esencialmente a la mala administración de Justicia. En la cadena de lucha contra la delincuencia hay 5 eslabones: la policía preventiva (uniformada), la policía represiva (judicial, el CICPC), el Ministerio Público, los jueces y, por último, el sistema carcelario. Si me preguntan cuál de esos eslabones es el peor, el más podrido, el más corrupto e inepto, no me atrevería a responder. Todos están destruidos, carcomidos por la corrupción, la desidia y la impotencia. Hemos fallado estrepitosamente en la lucha contra el hampa por simple cobardía, por no enfrentar el tremendo problema de instituciones destruidas desde adentro. En Venezuela a cada rato repetimos una frase magistral de Simón Rodríguez: “o inventamos o erramos”. La realidad es que hay materias en las que no inventamos nada, nos limitamos a repetir las fórmulas del pasado, a copiar a los viejos partidos y los viejos gobiernos. Hemos sido terriblemente cobardes a la hora de, por ejemplo, crear nuevos jueces y castigar ejemplarmente los casos de corrupción judicial.
Tenemos el caso de una señora -y lo de señora es un decir- llamada María Lourdes Afiuni. Esa delincuente era juez y dejó en libertad a un banquero que le robó a Venezuela 27 millones de dólares. Ahora, a semejante lacra la presentan como perseguida política, simplemente porque Chávez dijo que sobre ella debía recaer el máximo castigo que contempla la ley para su delito. La Afiuni hasta el día antes de liberar a Eligio Cedeño -que ese es el nombre del ladrón liberado por ella, ahora en Estados Unidos y presumiendo de exiliado- se las daba de chavista. Hasta aseguraba tener amistad directa con Chávez. La oposición presenta a semejante juez venal como víctima del gobierno. Una ladrona de la peor especie es objeto de campañas dentro y fuera de Venezuela, para mostrarla como una dama inocente que cumplió el sacrosanto deber de sacar de la cárcel a un ladrón.
E.M. ¿Cuáles son las causas profundas de los ciclos de desabastecimiento de productos de la canasta familiar, y cómo se podría encarar ese problema hacia una solución, digamos, definitiva?
A.N. En Venezuela el acaparamiento, la especulación y la desaparición de productos no son nuevos. Siempre el empresariado -que de alguna manera hay que llamar a unos hampones que les da miedo atracar con un revólver y lo hacen con los precios- utilizó esa técnica cuando quería, por ejemplo, subir los precios.
Es un problema que no es económico y, en consecuencia, la solución no es económica. Es un problema delictivo y, por tanto, su solución es policial y judicial. Cuando en Venezuela veamos a dos o tres docenas de empresarios pudriéndose en la cárcel, con sus bienes confiscados -como se hace, por ejemplo, con las propiedades de otros delincuentes, los narcotraficantes- y sus negocios cerrados o estatizados, el resto sabrá que el gobierno es serio, que no está jugando y que desaparecer productos puede que sea muy rentable, que deje grandes ganancias políticas y en dinero, pero también algo terriblemente peligroso.
E.M. ¿La inseguridad en Venezuela es un problema real que sufre la ciudadanía?, o se ha creado una percepción exagerada del problema por parte de los medios corporativos, en busca de un rédito político.
A.N. El que niegue el problema de la inseguridad en Venezuela está loco. Es, sin duda, el principal problema nacional. Todas las encuestas señalan que al menos el 80 por ciento del país cree que la delincuencia es el mayor problema venezolano. A mí esas cifras me sorprenden. No que el 80 por ciento crea que la inseguridad es el problema, sino que haya un 20 por ciento que piense que hay otras cuestiones más graves.
Sin embargo, también es demencial no ver cómo los medios comerciales magnifican y manipulan la inseguridad. El problema existe y es gravísimo, pero no tanto como dicen unos medios terroristas, que aterrorizan a los ciudadanos y juegan a favor del hampa. Han creado tal clima de terror, que ahora la calle es del hampón y la gente decente se encierra en su hogar.
El hampa se puede combatir, pero las mentiras mediáticas son más difíciles. En Venezuela no es tan difícil resolver la inseguridad. Sólo hace falta valor para reformar lo podrido, castigar a los podridos y colocar gente nueva y honesta a enfrentar a los malandros. A los medios hay que combatirlos con otros medios. El gran fallo del gobierno es no haber creado medios de comunicación de calidad. A estas alturas, el chavismo no tiene un diario de combate, un periódico digno de ese nombre. VTV se cae a pedazos, pese a que al frente de ese canal hay gente competente y honesta (y no es la primera vez, ni mucho menos, que VTV está en manos de personas capaces y honorables), pero también aquí faltó guáramo para hacer reformas. Nos confiamos en que teníamos a Chávez y su inmensa capacidad comunicacional, pero ya no está con nosotros y no hemos creado nada para compensar, aunque sea parcialmente, esa ausencia.
E.M. ¿Crees que el Gobierno está subusando los organismos del Estado encargados del orden y la tranquilidad social?
A.N. El gobierno sólo tiene autoridad teórica sobre las policías y las cárceles. Sobre el resto de la cadena no, son entes autónomos e independientes. No los subutiliza, sino que no puede utilizarlos y le da miedo reformarlos en profundidad.
E.M. ¿Qué análisis nos puedes hacer sobre la Comisión Política por la Paz? ¿Qué resultados se lograrán con este nuevo intento?
A.N. No conducirá a nada, salvo a darle guaral al tema de la violencia. Es una comisión de paz donde no intervienen los violentos. Ningún capo de las mafias violentas está representado en esa comisión. Para hablar de paz habría que hacerlo con Uribe Vélez, que presta los paramilitares, y con Estados Unidos, que es el dueño del circo y de los payasos.
E.M. Crees que ha faltado una dinámica lo suficientemente inteligente por parte del bolivarianismo para entusiarmar a más amplios sectores de la juventud universitaria en sumarse al proceso de transformación.
A.N. La inmensa mayoría de los estudiantes universitarios es chavista y está comprometida con la revolución. Hay una pequeña minoría de hijitos de papá que son de derechas. Nada hay más asqueroso que un joven conservador. En Venezuela se invirtió la lucha de clases. Hay una lucha de ricos contra pobres. Nótese cómo todas las guarimbas, toda la violencia, se produce en las zonas ricas, donde vive la clase media y alta. En los sectores populares hay un respaldo absoluto al proceso.
Los medios dentro y fuera de Venezuela jamás mencionan que el chavismo viene de dos grandes victorias electorales, una de ellas hace menos de tres meses y otra, la elección de Nicolás Maduro, hace menos de un año. El pueblo sigue siendo revolucionario y chavista, mientras que los ricos son cada día más reaccionarios. Da asco ver a cavernícolas como Gaby Arellano o Villca Fernández, dos dirigentes estudiantiles fascistas. Son seres sucios, rastreros, a sueldo de una potencia enemiga de Venezuela y, además, lo más repugnante que puede ser un joven -bueno, ya no lo son tanto; son estudiantes profesionales que van para cuarentones- es decir, ser reaccionario, buscar que el país regrese a un pasado oscuro.
E.M. ¿Existe a tu criterio un movimiento de carácter fascista en Venezuela que se esconde tras clichés sobre la libertad y los DDHH?
A.N. Sí, hay un claro movimiento fascista. Hasta partidos de origen popular como AD, que no eran fascistas, ahora lo son o, cuando menos, cooperan con el fascismo.
E.M. ¿Qué opinión te merece la actual Fuerza Armada Nacional Bolivariana, luego de la desaparición física de Hugo Chávez?
A.N. En Venezuela se logró que la Fuerza Armada sea el pueblo armado y capacitado para la defensa externa del país. En el pasado, los militares siempre fueron mayoritariamente de extracción popular, pero en la Academia los derechizaban. Hoy no. La Fuerza Armada está comprometida hasta el alma con el proceso de cambios y la muerte de Chávez no altera esa realidad. Hay un apego absoluto a la constitución y, en consecuencia, de respeto a las autoridades legítimas.
E.M. La frontera occidental de Venezuela es una frontera conflictiva. ¿Qué solución, a tu criterio, tienen los problemas de la infiltración paramilitar desde Colombia y el contrabando?
A.N. Venezuela y Colombia siempre tendrán fronteras comunes. No hay forma de separar ambas naciones. El problema es esencialmente militar y policial. Ambos pueden resolverse o atenuarse con presencia efectiva del Estado y castigos draconianos a los delincuentes.
Colombia hoy no es un Estado soberano. Uribe la transformó en un protectorado estadounidense. Con Santos eso no cambió, aunque él tiene más juego, más astucia y más capacidad política.
E.M. ¿Qué pronóstico nos podrías hacer sobre el accionar de los sectores políticos más radicalizados de la derecha venezolana y sus grupos de choque golpistas?
A.N. A corto plazo, la violencia fracasó y está en vías de extinción. Sin embargo, si esta vez también queda impune, si no hay un castigo ejemplar para quienes participaron en esos hechos y para quienes los organizaron, sin duda volverá a repetirse. La derecha violenta es cada día más peligrosa, está mejor dotada, armada, financiada y con entrenamiento militar (o paramilitar). Si no aplastamos a los cabecillas y a todos los que participaron en ella, más temprano que tarde darán otro golpe. Y alguna vez pueden triunfar.