Con las “bendiciones” tardías a:

Teología de la Liberación, ¿se abren las puertas a sus desarrollos y a las teologías progresistas?

25/06/2013
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En fecha reciente, el Cardenal-Presidente de la Congregación para la Defensa de la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio o Inquisición), el alemán Gerard Müller, declaró que la Teología de la Liberación no riñe con la teología católica.
 
El movimiento eclesial teológico de América Latina, conocido como “teología de la liberación”, que después del Vaticano II encontró eco en todo el mundo, debe ser considerado, según mi parecer, entre las corrientes más significativas de la teología católica del siglo XX” (1).  
 
Müller fue nombrado en esa responsabilidad por Benedicto XVI, el año pasado. Y me sorprendió que desde el inicio se le presentara como el gran amigo y admirador del sacerdote Gustavo Gutiérrez, “el padre” de la Teología de la Liberación. Y también me sorprendió que acabando de recibir el cargo, aplicara inquisición, tema sobre el cual INFO-DOC-UTOPÍAS informó.
 
Es meritorio que Müller reconozca las fallas y/o errores de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y mucho más cuando Müller colaboró personalmente  en la redacción de las dos instrucciones sobre y contra la Teología de la Liberación de los años 1984 y 1986.
 
Ha habido manifestaciones de simpatía con la declaración cardenalicia. Y está bien. Pero... ¿A qué obedece?  Pienso en dos posibles razones. La primera, ¿Alguna señal de Francisco-Papa? Leí en alguna parte que el Papa está obsequiando a  las autoridades latinoamericanas que lo visitan, el texto de la Quinta Conferencia Latinoamericana de Obispos, conocido también con el nombre de “Aparecida”, nombre del santuario mariano donde se reunió la conferencia episcopal en el año de 2007, y de cuya redacción, el entonces cardenal Bergoglio, fue uno de los protagonistas. En Aparecida se respiró Teología de la Liberación.
 
La segunda, ¿un paso significativo hacia una relativa o verdadera libertad de investigación y de expresión de ideas teológicas, sin temor y temblor?
 
Y qué mejor símbolo que la rehabilitación de la Teología de la Liberación. Hace unos meses, en alguna columna de opinión, un teólogo expresaba que una de las razones de la abdicación de Benecito XVI, podría haber sido la de constatar el fracaso eclesial de la teología que buscó imponer, de “su teología”, desde el pontificado de Juan Pablo II. Como Presidente de la Congregación para la Defensa de la Doctrina de la fe, condenó una cifra cercana a 200 teólogos de y teólogas, de todos los continentes, luego de diferentes culturas. ¿Dónde quedó entonces la inculturación de la fe?
 
Esa sistemática condena de otras teologías, llevó no sólo al desprestigio del Vaticano sino a la enorme crisis que atraviesa la Iglesia-Pueblo de Dios.
 
Si las preguntas que formulo son válidas, bienvenida la nueva actitud vaticana, muy esperada y  muy necesaria. Además, muy urgente. Pero tengo algunos peros...
 
Primer pero. Para que esa nueva actitud sea más creíble hoy, el contexto de los Derechos Humanos  exige de todas las autoridades: Verdad, Justicia y Reparación. Y aún más, declaración y/o convicción de No Repetición.
 
Digamos, en aras del buen entendimiento, que el primer principio, Verdad, se está cumpliendo. La teología de la Liberación tiene más verdades que errores.
 
Pero hacen falta la justicia y la reparación, hacia los teólogos y las teólogas de la liberación que fueron tan mal tratados, e inclusive humillados y humilladas. A unos y otras se les adelantaron juicios con muchos visos de prepotencia que llevaron a la injusticia en la aplicación de la justicia canónica, es decir, del Código der Derecho Canónico.
 
¿No fue una humillación y una flagrante violación a los derechos humanos, haber obligado a Leonardo Boff a un año de absoluto silencio? Se hace necesario leer y re-leer el relato que hizo Leonardo Boff, sentado en el banquillo ante el cardenal Ratzinger. ¿No fue una humillación el  silencio impuesto a la religiosa y teóloga Ivonne Gebara, y la obligación de salir de Brasil? Si no me equivoco, fueron los casos extremos. Pero por la inquisición pasaron Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino...
 
El cardenal Gerard Müller, en consonancia con las declaraciones de Francisco-Papa sobre la Iglesia de los Pobres,  tiene la obligación evangélica y ética de pedir perdón a la Iglesia de los Pobres de América Latina por los atropellos que cometió la Congregación para la Doctrina de la Fe,  contra sus prácticas pastorales y contra los teólogos y teólogas. Pero también otras instancias vaticanas que atropellaron a sacerdotes y obispos (Romero, Méndez Arceo, Proaño...), a la CLAR (Confederación Latinoamericana  y del Caribe, de Religiosas y de Religiosos),  a las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), a diferentes movimientos laicales...
 
En los años ochenta se le prohibió a la CLAR desarrollar y adelantar una propuesta de lectura y re-lectura bíblica, es decir, de Nueva Evangelización.
 
Segundo pero. Para hacer creíbles los nuevos vientos vaticanos, se hace necesario cerrar los procesos que lleva la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el caso de latinoamericanos y latinoamericanas.
 
Tercer pero. El reconocimiento a la Teología de la Liberación deberá extenderse  a las teologías progresistas de Europa, a las teologías africanas y asiáticas...
 
Cuarto pero. En los procesos que adelantó la Congregación para la Defensa la Doctrina de la Fe, fueron excomulgadas varias personas. Desde  la praxis de Jesús de Nazaret que no excomulgó a nadie, desde el Evangelio de la Fraternidad en la Comunidad, desde la lógica de la Iglesia de los Pobres, desde las exigencias de los derechos Humanos, esas excomuniones deben ser revisadas y analizadas con una nueva mirada.
 
Quinto pero. El mayor  y más importante pero. ¿Cómo cambiar la teología que domina hoy a varias generaciones de obispos, de sacerdotes, de religiosos y de religiosas, de laicas y laicos?
 
Teología muy lejana del espíritu y de la lógica de la Teología del Concilio Vaticano II, de las teologías progresistas condenadas y no enseñadas y mucho menos de la Teología de la Liberación y sus desarrollos.
 
La mayor parte de los obispos, de los sacerdotes, de los religiosos y de las religiosas, de laicos y de laicas,  han sido formados en una teología y en una pastoral que da mucha más importancia a las prácticas religiosas que al Evangelio como Fuerza de Liberación. Obispos y sacerdotes que “no huelen a ovejas”  sino a inciensos de ritos y rituales, porque como ha afirmado varias veces  Francisco-Papa, se han convertido en una “iglesia autorreferencial”, encerrada en sí misma y en la sacristía, porque no se aventuran a ir a las “periferias”.
 
Ojalá que las palabras y gestos de Francisco-Papa, sean creíbles por la praxis abundante.
 
Bogotá, junio 26 de 2013
 
 
INFO-DOC-UTOPÍAS No. 35
 
- Héctor Alfonso Torres Rojas es Licenciado en Teología y Sociología
https://www.alainet.org/pt/node/77125?language=en
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