En Arroyito hay un plan para acribillar a más dirigentes campesinos

28/02/2013
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Benjamín “Toto” Lezcano es solo el primero de una lista de nueve líderes que empresarios sojero-ganaderos planearían ejecutar. El trasfondo es la resistencia campesina a los proyectos de sojización del lugar. De por medio está la policía local, que ha venido teniendo conductas que exigen una aclaración pública.
 
El 19 de febrero pasado dos sicarios fueron hasta la vivienda del dirigente campesino del asentamiento Arroyito de Horqueta, departamento de Concepción. De la calle entraron con la moto hasta ubicarse a dos metros y medio del mismo, que en ese momento escuchaba un partido de fútbol sentado en un sillón, y lo rociaron con disparos.
 
Según fuentes fiscales y forenses fueron 20 los tiros que impactaron en Lezcano. Según sus vecinos, sólo en su brazo izquierdo contaron 17 orificios, habiendo otros en su rostro, pecho y abdomen, totalizando unos 27.
 
Una comitiva de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy) y periodistas nacionales e internacionales conversaron el 26 de febrero último con pobladores y pobladoras de Arroyito. Allí, lejos de las especulaciones de la fiscalía, la policía y la prensa capitalina, la razón del asesinato se vuelve unívoca en los testimonios de familiares, vecinos, amigos. Cierra una sola hipótesis: a Lezcano le mandaron matar los empresarios agroganaderos del lugar.
 
Contexto
 
Arroyito es una asentamiento campesino obtenido tras una ocupación en agosto de 1989, ubicado sobre lo que aparentemente fueron tierras de La Industrial Paraguaya, el mayor latifundio de nuestra historia (2.6 millones de hectáreas). En esos años las familias querían obtener la expropiación de 12 mil hectáreas, pero sólo lograron unas 8.667.
 
La diferencia fue vendida principalmente a empresarios brasileños que montaron las estancias Oro Verde, Santana, Guaraní, Santa Adelia e Ypotî que envuelven el asentamiento.
 
El lugar se ubica entre las ciudades de Horqueta e Yby Yau por el lado de la Ruta V Bernardino Caballero(entrando por un camino de tierra de 12 km) y algunas de las estancias tienen salida sobre la Ruta III Elizardo Aquino, en Azotey.
 
La cotidianeidad de las familias campesinas gira en torno a la chacra y huerta familiares junto con la pequeña ganadería y cultivos de renta como el sésamo. Esta producción familiar está orientada por prácticas agroecológicas.
 
Soja
 
Es la ganadería extensiva la actividad que históricamente marcó al departamento de Concepción, y a diferencia del Este de Paraguay, los cultivos mecanizados como la soja y sus rotativos tienen un protagonismo menor. No obstante, desde hace unos años la soja y su complejo tecnológico ha venido entrando. En Arroyito, específicamente, desde el año pasado.
 
En mayo de 2012 empezaron los trabajos de mecanización principalmente en las estancias Ypotî y Santa Adelia, explican los pobladores y pobladoras. Esto no pasó desapercibido en el asentamiento campesino, que se movilizó para denunciar e impedir que se concreten estos proyectos, concientes de las consecuencias del cultivo y sus fumigaciones en otras regiones del país.
 
En setiembre del año pasado la comunidad realizó un movilización frente a los portones de Ypotî, que según el testimonio local ya concretó el cultivo de soja. Hasta donde se conoce, Santa Adelia sigue acondicionando su superficie para la próxima zafra sojera.
 
Antecedentes
 
Benjamín “Toto” Lezcano era un dirigente pionero del asentamiento desde 1986. En 2008 estuvo al frente de una ocupación de la estancia Santa Adelia, como líder de la comisión de sin tierras Gaspar Rodríguez de Francia. De acuerdo a los testimonios, en ese entonces los intereses ganaderos le habían ofrecido 300 millones de guaraníes para declinar la lucha. Los rechazó.
 
Si hay algo en que coinciden la totalidad de las personas con quienes habló la comitiva, es que él tenía un desprendimiento hacia el dinero, era humilde, entregado a los demás. Su esposa y madre de sus hijos e hijas, Nancy Cuevas, dirá que “Toto” tenía sólo un par de ropas, y que nunca tenían chacra, siempre todo era para los demás, que prácticamente ella cargaba con los gastos cotidianos.
 
Más dirigentes podrían ser asesinados
 
¿Por qué a Lezcano? Esa fue una de las preguntas que se le hizo a referentes de Arroyito, a lo que respondieron que él había confrontado con los poderosos establecimientos agroganaderos del lugar, durante la ocupación de Santa Adelia y el año pasado con la movilización anti soja. Lo seguía haciendo con su actitud y sus acciones, en cada espacio de capacitación, comunicación, charla en que participaba.
 
Sin embargo, de los testimonios obtenidos, se maneja que existen ocho dirigentes más cuyas vidas estarían corriendo peligro. La amenaza vendría desde el mismo sector. Incluso en el vecindario comentan que en una ocasión el directivo de una de las estancias mencionó que eran nueve las personas que les molestan, pero que todo se podía solucionar.
 
El actuar de la policía local
 
Del testimonio de la comunidad de Arroyito y de constataciones que hizo la comitiva de observadores, saltan algunas conductas de la policía de Arroyito y departamental que generan suspicacias.
 
A Lezcano le asesinaron hacia las 20:10 de ese 19 de febrero, minutos después un hermano suyo fue a urgir al puesto policial del Núcleo 4 a que acudan policías. A pesar de estar a sólo 3mil metros de distancia, la policía acudió al lugar dos horas después. Mientras tanto, los sicarios se escapan “a velocidad normal” atravesando la estancia Santa Adelia y saliendo por la Ruta III, por el lado de Azotey, de acuerdo a las huellas de moto, cortes de alambrado y un quepi encontrado.
 
Los pobladores y pobladoras testimoniaron que primero los policías les dijeron que tenían orden de no salir a hacer rondas más allá de las 17 horas. Y después que solamente iban a poder ir al lugar del crimen cuando llegara el comandante departamental Antonio Gamarra, que estaba en la ciudad de Concepción (a casi 100 km de distancia).
 
Efectivamente, hacia las 22hs llegaron Gamarra y sus policías al lugar, siempre según el relato local. Un vecino le preguntó si era cierto lo que le habían dicho los policías, que él ordenó que le esperen hasta que llegue para intervenir en el escenario del asesinaro. Gamarra dijo que sí.
 
Luego de la cobertura de la escena y el acompañamiento al trabajo forense y fiscal, los policías volvieron a su puesto y recién a la mañana siguiente revisaron el escenario del crimen y los rastros de la moto de los sicarios por el camino donde huyeron. Sin embargo, lo habrían hecho con desgano, de acuerdo a los testimonios.
 
Lo que sí sabemos que fue enérgico de parte de la policía -en esas primeras horas- fueron las declaraciones a medios capitalinos, donde el comisario Gamarra se apresuraba a asegurar que fue el EPP, que se trataría de “una quema de archivos”.
 
Otro elemento que testimoniaron los pobladores es que en el lugar siempre hay controles y barreras para con ellos. Sin embargo, el día del asesinato de Lezcano -el día en que entraron dos sicarios a la comunidad- la policía habría relajado estos controles.
 
En el mejor de los casos, hablamos de inoperancia de la policía. Aunque en el vecindario hay quienes sospechan que estaba al tanto de lo que sucedería o incluso que los asesinos fueron policías.
 
Son sospechas de acuerdo a los elementos sueltos. Lo que es contundente es que la policía de Arroyito sostiene una relación carnal con los estancieros locales. Dentro de la estancia Ypotî -la estancia frente a la cual se manifestaron Lezcano y pobladores en setiembre- hay un puesto policial.
 
 
https://www.alainet.org/pt/node/74068?language=en
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