Coronavirus, despliegue militar y crisis económica, demasiado pólvora junta

23/03/2020
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Caricatura: La Jornada
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México. - Hace poco se apoderó de las redes sociales la afirmación de que el SARS CoV2, virus que provoca la Covid-19, nació en Wall Street, principal mercado de valores del mundo, porque los operadores estaban necesitados de algún hecho que justificara una previsible crisis bursátil.

 

 Era, al parecer, una afirmación en sentido figurado con la cual no se acusaba a nadie de que la mutación del nuevo coronavirus del animal al hombre fuera obtenida en laboratorio. Se trataba de ilustrar, eso sí, posibles turbulencias financieras por el agotamiento del modelo de exportación de capitales.

 

  Ahora las nuevas especulaciones son más temibles al involucrar en la pandemia no a Wall Street, sino a la inteligencia militar de Estados Unidos.

 

 Por supuesto, nos son hijas de pruebas demostrables, sino que derivan de dudas y reflexiones de un extraordinario despliegue militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte comandada por el Pentágono en un escenario como Europa, que es el centro de la pandemia del nuevo coronavirus nacido en China.

 

 La OTAN despliega 37 mil soldados prácticamente en la frontera rusa para insistir en la realización de mega ejercicio militar codificado como Europe Defender 20 bajo el supuesto de proteger al continente de un ataque demoledor por parte de una gran potencia.

 

  No es necesario llamar por su nombre cuál es el país agresor de referencia, y ni a la OTAN ni al Pentágono les interesa aclarar detalles del hipotético ataque, y mucho menos demostrar que es válida la conjetura.

 

 Las maniobras comenzarán en el mes de abril y concluirán en junio. El despliegue masivo de soldados y medios de guerra en los que proliferan por miles tanques y aviones, se inició este mes en rara coincidencia con la subida de la curva de contagiados por la Covid-19, y entrarán en su apogeo bélico cuando mayor será la cantidad de víctimas del nuevo coronavirus.

 

 Es evidente que el ejercicio se pudo suspender, pero ni el Pentágono ni la OTAN lo hicieron, ni Europa lo insinuó aun cuando en Italia y otros países se cierran todos los días decenas de ataúdes con víctimas mortales del coronavirus que saltó del animal al hombre como un lobo feroz sobre su presa.

 

 Y allí empiezan a surgir las que se podrían denominar dudas razonables. Si en Estados Unidos empieza a expandirse el SARS y a matar estadounidenses, ¿cómo es posible enviar a un escenario infectado por el virus a miles de soldados para una maniobra militar factible de posponerse con la sola afirmación de que están sanos? ¡Cuál es el apuro por realizarla justamente en el momento de mayor complicación de la pandemia?

 

  Por supuesto que los únicos que pueden responder a esas inquietudes, el Pentágono, la Casa Blanca o el mando conjunto de la OTAN, no lo van a hacer.

 

   Tampoco van a ser transparentes en la información relacionada con la pandemia y el riesgo de esos miles de soldados. Aunque tal vez podrían revelar en algún momento que se detectó un pelotón de contaminados por aquello de que no se piense que llegaron a Europa ya vacunados, lo cual sería muy embarazoso para Trump.

 

    Trump hizo hace un par de semanas un anunció anticientífico y sorprendente de que ya tenían en las manos una vacuna contra el SARS Cov2, y Ángela Merkel se encolerizó por lo que pudo haber sido un plagio de laboratorio, pero nada trascendente.

 

    Lo interesante es que este ejercicio militar es completamente diseñado por el gobierno de Donald Trump, después de 17 años sin que la OTAN realizara a las puertas de Rusia una operación semejante; que esta coincida con una pandemia de un virus de muy dinámica transmisión, y que el lev motiv sea una hipotética guerra de envergadura.

 

     ¿Por qué el escenario escogido para el ejercicio es una zona geográfica cercana a Rusia? Esa debe ser una pregunta que se ha hecho muchas veces el Kremlin y que es muy posible que haya sido respondida también por el gobierno de Vladimir Putin quien ha lanzado varias objeciones y advertencias sobre la operación.

 

    Por supuesto que lo mismo habrán hecho sus aliados de China. Si en lo estrictamente militar Moscú es el enemigo temible de Washington, en el económico Beijing lo es de Wall Street, y no hay por qué sorprenderse de que así sea.

 

  En su conjunto, la alianza de China y Rusia es la gran amenaza económica y militar a la que Estados Unidos temió tanto desde los primeros momentos de la guerra fría y que creyó equivocadamente conjurada con la desaparición de la Antigua Unión Soviética.

 

    Los tiempos, sin embargo, son otros, y no se caracterizan precisamente por un mando unipolar como se pensó entonces cuando surgieron las teorías del fin de las ideologías, sino por la debacle del modelo neoliberal y la quiebra del actual modo de producción que agota sus posibilidades de exportación de capitales, espina dorsal de la expansión imperialista.

 

    En el horizonte no aparece una fórmula que mejore las perspectivas de este capitalismo obsoleto, aunque ciertamente tampoco el sistema que lo pueda sustituir, pero algo se mueve, aunque todavía no haya llegado el momento de definiciones, y eso tiene nerviosos a la cúpula estadounidense que ha escogido en Donal Trump a su peor y más inepto y peligroso representante.

 

    El núcleo que toma decisiones en Washington sabe que el mundo está en un proceso de cambio signado por la pérdida de espacio del unilateralismo y una ganancia importante de terreno del multilateralismo, y al paso que se están sucediendo los acontecimientos no hay formas de garantizar que Estados Unidos pueda liderarlos. Es un gran problema.

 

    Es en esas perspectivas que se observa algo aparentemente tan loco como las maniobras Europe Defender 20 a contrapelo de la sana distancia o distancia social que marcan las reglas sanitarias científicas para impedir la propagación del virus y evitar que siga matando a miles de personas en Europa y el resto del mundo.

 

    Será la vida la encargada de despejar las incógnitas de este momento supremo de la humanidad, atenazada como la Florencia de 1348 por la peste negra, y dirá si la pandemia fue un intento exprofeso en la preparación del terreno para algo execrable, militar o económico, o si, por el contrario, llegó de incógnito y fue aprovechada con propósitos malevos.

 

   Por ahora, tranquilicémonos, despejar esa duda no es ni siquiera trascendente. Lo más importante es impedir cualquier acto desquiciado detrás de una presencia militar masiva en un escenario demasiado susceptible como es Europa, y frenar una pandemia que está allí, a las puertas de nuestras casas, con la guadaña al hombro, esperando por nuestra indisciplina.

 

   Eso sí. No perdamos de vista que el coronavirus, un despliegue militar exagerado, y una crisis económica, es demasiado pólvora junta para un mundo que arde por muchas partes.

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/205425?language=en
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