Para el trumpismo, los caminos diplomáticos también conducen a la invasión

27/02/2019
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Mientras los apologistas hablan del “brillante ajedrez” que juega el “gabinete de crisis” del presidente estadounidense Donald Trump, los últimos acontecimientos muestran hasta dónde son capaces de llegar los países de la región en su cerco a Venezuela, tras el chasco de Cúcuta y la incumplida promesa de un rápido desalojo del gobierno bolivariano.

 

 Para los analistas de Washington, la estrategia trumpista se desdobló en dos fases: mientras da alas a una diplomático, exigida por países claves del Grupo de Lima (Brasil, Argentina e incluso Canadá) la Unión Europea y la mayoría de los países de la Organización de Estados Americanos (OEA) al ver fracasada la operación Cúcuta, prepara el despliegue de los marines, el Comando Sur y los agentes de la CIA en territorio venezolano.

 

O sea, la estrategia es la de desviar la atención, mientras trata de imponer el plan primogénito de los “halcones” John Bolton y Elliot Abrams, abrazado por el vicepresidente Mike Pence, y del agrado del presidente tuitero: la intervención militar.

 

Pence viajó a Cúcuta para imponer el plan que divulgó el autoproclamo Juan Guaidó: el “uso de la fuerza contra el régimen de Nicolás Maduro por bloquear la ayuda humanitaria”.

 

Pero al ver in situ el fracaso absoluto del plan (no hubo el levantamiento en Venezuela prometido por la oposición ni lograron pasar un sola caja de la tan cacareada “ayuda humanitaria” de la USAID), permitió que en el documento final de la reunión del Grupo de Lima en Bogotá se excluyera el “uso de la fuerza” para terminar con Maduro y planteara una acción coordinada para fortalecer a Guaidó y acelerar la transición. Hasta debió aceptar que se hablara de una “transición democrática”.

 

Trump sabe que ni siquiera sus socios de la Unión Europea y sus cómplices del Grupo de Lima aceptan una escalada militar al menos hasta que no se agoten los esfuerzos diplomáticos, en los que Washington nunca creyó. En 2017 fue el Departamento de Estado que ordenó a la oposición venezolana que no firma un acuerdo de diálogo con el gobierno, que ya había sido sellado, con mediación internacional, en Santo Domingo.

 

En Bogotá, fracasada la “batalla” de Cúcuta, Pence solicitó al Grupo de Lima que se apropien de todos los activos venezolanos y se los entreguen a Guiadó, convirtiéndolo en cajero de la rapiña y el pirateo. Y anunció una ayuda adicional de 56 millones de dólares para los venezolanos que migraron del país, para proporcionales “los urgentemente necesarios servicios básicos de vivienda, alimentación y salud.

 

 Antes, había prometido una amnistía a los mandos castrenses (incluso a los que “investiga” la fiscalía estadounidense”, pero apenas logró comprar la voluntad de escasos oficiales menores.

 

Pero el gabinete de crisis de Trump no cree (ni quiere) que se pueda desalojar “democráticamente” al gobierno bolivariano y continúa con su plan, más allá de las declaraciones y la paliza recibida en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

 

Eliott Abrams, consejero de Trump en la crisis de Venezuela, es un viejo halcón, protagonista del Irán-Contras y las operaciones ilegales de la CIA durante la dictadura de El Salvador (década del 80) y Bolton, un ex funcionario de George W. Bush, que participó en la estrategia para “probar” la mentira, el fraude mediático, de que había armas de destrucción masiva en Irak. Ambos, corresponsables de genocidios.

 

"El traslado de fuerzas estadounidenses de operaciones especiales a Puerto Rico, el aterrizaje de fuerzas estadunidenses en Colombia y otros hechos indican que el Pentágono está reforzando sus tropas en la región para usarlas en una operación para sacar... a Maduro del poder", afirmó Nikolái Pátrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia.

 

En la ONU

 

En el Consejo de Seguridad de la ONU, Abrams dijo que “Los venezolanos necesitan nuestra solidaridad y nuestra ayuda para poder imponerse frente al despiadado y violento régimen, salir en democracia y empezar a reconstruir su país”, y pidió a otros países que se sumen a EEUU, con sanciones y aporte de más ayuda humanitaria para el país.

 

Contradijo al secretario general Antonio Guterres y delegados de varios países y se expresó en contra de los llamamientos al diálogo y pidió presiona r Maduro para que deje el poder.

 

Dijo que EUU pidió la reunión del Consejo ante la negativa del gobierno venezolano de aceptar la “ayuda humanitaria” y por los hechos de violencia vividos en Cúcuta. Como excusa de no canalizar la “ayuda” al gobierno constitucional venezolano, como la exigen las normas internacionales, la ONU y la Cruz Roja Internacional, dijo que el gobierno de Maduro “robará parte y malversará el resto para reforzar su control sobre el poder”

 

“Creo que tendremos una resolución esta semana, que sin duda llamará a la admisión de ayuda humanitaria en Venezuela y comentará los hechos de los últimos días”, que pida elecciones libres, aseguró.

 

Por su parte, el canciller venezolano Jorge Arreaza pidió al Consejo de Seguridad la aprobación de una resolución que rechace la amenaza y el uso de la fuerza contra el país, en respuesta a las acciones de EEUU, denunció los preparativos para intervenir militarmente en Venezuela y llamó al máximo órgano de decisión de la ONU a pronunciarse para que se descarte esa opción por completo.

 

El representante de Rusia Vasili Nebenzia fue categórico: “Pedimos a los estados que independientemente de su orientación política apoyen la Carta de la ONU y rechacen el uso de la fuerza (…) Se está tratando de aplicar una solución militar a Venezuela, lo que podría tener consecuencias impredecibles para la región y para el mundo”, agregó.

 

Bolivia se sumó al rechazo de una intervención militar y pidió, además, que se despolitice y desmilitarice toda la asistencia humanitaria. “Venezuela no constituye una amenaza para la paz y seguridad internacionales. Las acciones desplegadas contra Venezuela sí que son una amenaza a la paz de la región”, afirmó el embajador boliviano Sacha Llorente. La misma línea siguieron los embajadores de China, Guinea Ecuatorial, Sudáfrica, Cuba, entre otros.

 

Guaidó, el recaudador

 

Juan Guaidó, el autoproclamado “presidente interino” de Venezuela, ahora tiene sede el Bogotá, tras el fracaso del show de Cúcuta. Es un “presidente” singular: no tiene control de ningún territorio, carece de sede de gobierno (ni siquiera tiene gabinete), no comanda el ejército de su país sino que lo defienden tropas de una nación vecina y sus órdenes no son acatadas por autoridad alguna.

 

Es un presidente virtual, invento made in Washington, su único soporte, junto al del gobierno de Colombia. Ninguno de los supuestos aliados de la variopinta oposición venezolana le da aliento, salvo su jefe en Voluntad Popular, Leopoldo López (en arresto domiciliario por ser autor intelectual de varias muertes en el terror callejero de 2014).

 

Con la excusa de pasar “ayuda humanitaria” (nadie sabe qué contienen las cajas que llevan el sello USAID), trató de insurreccionar la vasta zona fronteriza para instalar allí su administración. Sus mandantes le dijeron que el 23 de febrero se iba Maduro, él lo repitió, pero el presidente venezolano sigue ahí y las fronteras las defienden los militares y el pueblo.

 

Ahora, sus mandantes le dieron la tara de recaudador de la piratería de los fondos venezolanos. No se autoproclamó “recaudador”, pero le dieron esa tarea.

 

Mirko C. Trudeau

Economista-jefe del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

 

http://estrategia.la/2019/02/27/para-el-trumpismo-los-caminos-diplomaticos-tambien-conducen-a-la-invasion/

 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/198438?language=es
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