Al coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, le asiste la razón cuando afirma que la banca comercial no puede continuar “con políticas extractivas (sic) cercanas a la usura, del trato desigual de sus países de origen con el nuestro (incluso, digo yo, con países de Centro y Suramérica), de endurecimiento en los intereses y las comisiones”. Igualmente que los banqueros “tienen que saber que la población está molesta”.

El enorme malestar de los cuentahabientes con la banca trasnacional desde que domina el sistema bancario que fue mexicano hasta la presidencia de Ernesto Zedillo no es, sin embargo, un fenómeno social reciente, data de entonces.

De otra manera sería inexplicable la gigantesca cantidad de quejas y procedimientos que atiende la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros. Tampoco es una exageración la frase “Asalto a la luz del día” para referir el trato que dan las trasnacionales bancarias a sus clientes mexicanos.

Lo anterior influye mucho para que se dé la baja tasa de bancarización y que los banqueros usan como un argumento para cobrar altísimas comisiones, con todo y la reforma financiera de Enrique Peña Nieto y que tanto festejaron el aún presidente que se dedica de tiempo completo a organizarse despedidas con cargo al erario, y Agustín Carstens quien pactó las expoliadoras comisiones, ya que es el Banco de México quien las autoriza.

El problema que está a debate desde el jueves 8, no apunta principalmente en la dirección mencionada. Ni siquiera a los términos que establece Monreal Ávila, a saber: “Me dicen que no era oportuno, ¿cuándo es lo oportuno? Me dicen que no era la forma, ¿cuál es la forma?”

Y explica que “Nosotros lo estamos haciendo por la vía institucional como Poder Legislativo (…). ¿Cuál es la forma?, la forma es el Legislativo y estamos agotando un procedimiento jurídico para que se convierta en ley vigente. ¿Cuál es la oportunidad? A lo mejor es hasta tardío, debió haberse presentado hace muchos años”.

Seguramente, ni siquiera debería estar en manos extranjeras la banca, como no lo está en la inmensa mayoría de los países de la aldea global. Pero hablamos de hechos producto de procesos de apertura ilimitada como fue la mexicana.

La falta de información por parte de los actores involucrados genera hipótesis que van desde si la política del “manotazo” para después negociar con los grandes empresarios será el estilo del gobierno de la cuarta transformación; preocupación que lo mismo expresa Citibanamex, UBS y el Consejo Coordinador Empresarial, mampara del Consejo Mexicano de Negocios.

Asimismo si Andrés Manuel López Obrador fue o no informado por el zacatecano sobre la presentación en el Senado de la iniciativa de ley que en su nombre y el propio leyó Bertha Caraveo para acotar severamente las abusivas comisiones por los servicio bancarios. Y en tal caso si el doctor persiste en jugar a las vencidas con AMLO –como lo hizo enseguida de la derrota que sufrió para aspirar a ser el abanderado de Morena a jefe de Gobierno capitalino–, con el objetivo de armar su propio juego con la vista puesta, todo indica que demasiado temprano, en julio de 2024. E incluso que Morena está ante el surgimiento de corrientes estables en el partido que gobernará a México dentro de 16 días.

Mayor información es lo que falta para leer mucho mejor los hechos. Y no tiene gran ciencia brindarla, como lo hizo con toda claridad AMLO sobre la presunta boda a todo lujo de Andrés Manuel López Beltrán.

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