Beligerancia de Enrique de la Madrid
- Opinión
El muy descuidado tono con el que Enrique de la Madrid, secretario de Turismo del presidente Enrique Peña, o de plano la beligerancia con la que expresó sus muy respetables puntos de vista sobre el Tren Maya, el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, los planes de austeridad del presidente electo –en progresiva y plausible aplicación, con todo y errores cometidos–, adquieren mayor relevancia porque se escuda en el siempre cómodo “nosotros” y por tratarse del vástago del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, el padre del modelo económico vigente desde 1982.
De la Madrid Cordero fustigó que para la construcción del Tren Maya se pretenda utilizar los recursos que el Consejo de Promoción Turística de México obtiene del pago de derechos de no residentes que hacen los turistas extranjeros que ingresan por avión al país. Y exigió al gobierno de Andrés Manuel López Obrador que fungirá a partir del 1 de diciembre, pequeño “detalle” ante el que los críticos –incluido Enrique Octavio, el “columnista en un país donde se dan en maceta–, en los siguientes términos: “Para hacer obras de infraestructura échenle imaginación. Hay muchas otras áreas, fondos, recursos, créditos internacionales que se puedan utilizar y no por hacer una cosa buena, descompongamos otra”.
El joven (es un decir, está a punto de cumplir 55 años) que se comporta altanero después de que perdió piso con la hilarante precandidatura del PRI a la Presidencia, sentenció que “quitarle la promoción al turismo es destinarlo a su declive. No hay manera que este sector siga creciendo a las tasas actuales si le quitamos el dinero”.
Retador, insolente, emplaza a Obrador ante la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo y la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles: “No habrá tren si no hay aeropuerto (…). ¿Quieren ferrocarril? Metámosle a la terminal aérea”.
Y nada de debatir, de que la sociedad organizada, que no otra cosa es la sociedad civil, opine sobre el NAIM porque es un asunto del gobierno y la plutocracia: “Ya le hemos dado a este tema muchas estudiadas, ya analizamos lo que había que analizar. Ahora hay que decidir y actuar. Lo necesitamos pronto porque este sector no puede esperar”. ¿Alguna otra orden señor?
Finalmente es su materia de trabajo y, por ello, resulta comprensible que la defienda con pasión autoritaria, pero no que pontifique en contra de la austeridad republicana que apoyan gobernadores, diputados, senadores, ministros de la Suprema Corte y hasta los órganos autónomos. Es inaceptable porque, nuevamente, habla en representación de sólo él sabe quién, al jurar “no queremos (sic) un gobierno barato porque lo barato sale caro y los mexicanos lo vamos a pagar con peores servicios”. (Todas las citas son de La Jornada, 13-IX-18).
¿A nombre de quién opina, exige y ordena este júnior de la administración pública? No le niego méritos propios a ningún hijo de los “famosos” o “exitosos” (cualesquiera cosas que éstos signifiquen), menos a este abogado que desde 1994 inició su carrera, mas queda claro que sin el apellido paterno no llega a la periferia del primer círculo del grupo gobernante, mismo al que le restan 75 días para concluir sus inocultables negocios públicos con fines particulares y para amarrar su futuro político grupal y de cada uno.
Sería oportuno que el vocero presidencial deslinde a su jefe de los juicios y exigencias del secretario de Turismo, salvo que la tersura de la transición administrativa esté en vías de concluir.
Hasta la tarde-noche del martes 18.
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