El alineamiento con Washington no es sólo de Bullrich y Aguad
- Opinión
No es un ministro u otro los que definen el alineamiento del gobierno con EE UU. Es la línea general del mismo, definida por el presidente Mauricio Macri y respaldada por los grupos económicos concentrados. Al pie del imperio…
Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, su secretario Gerardo Millman y otro funcionario de la cartera están concluyendo lo que para ellos es una muy productiva visita a la capital del imperio. En Washington y Quantico, Virginia, estuvieron tres días y se reunieron con gente del FBI, supuesta oficina federal de investigaciones, de la DEA, supuesta agencia antidrogas, y ahora recalaron en Miami. En este punto de la gira se les acopló Oscar Aguad, ministro de Defensa, para ver juntos a los jefes del Comando Sur, con jurisdicción no aprobada para América del Sur.
El rango ministerial de los visitantes, pero sobre todo la calaña de los anfitriones, delata que allí se estuvieron cocinando iniciativas muy perniciosas para la democracia argentina y, de paso, contra otros países vecinos. “Dos potencias se saludan”, habrá pensado Bullrich al estrechar la mano de Robert Patterson, jefe de la DEA, pero lo suyo fue tan ridículo como cuando el “Mono” Gatica inventó esa frase saludando al general Perón.
La exmontonera devenida en apologista del “gatillo fácil” policial y de Gendarmería tenía un primer objetivo, al llegar a la sede del FBI. Buscar comprensión y jurisprudencia para su cambio de doctrina respecto a la conducta de las fuerzas policiales. Tras el enésimo crimen de un efectivo policial que mató por la espalda a un joven ladrón que huía, ese tirador, Luis Chocobar, fue felicitado por la ministra y el presidente Macri. Lo pusieron como héroe, a pesar de haber visto antes un video donde quedaba bien claro el asesinato, o exceso en la legítima defensa, cargo con el que fue procesado por un juez y embargado.
La comitiva creyó tener la razón de su parte por el caso del policía norteamericano, Dennis Tueller, quien en Utah mató a una persona que portaba un cuchillo. Según el estudio invocado, alguien con arma blanca puede recorrer 6,4 metros en 1.5 segundos. Monumental mentira para el caso del joven asesinado por Chocobar: huía en dirección contraria y no estaba armado
Base en Triple Frontera
Siendo grave esa parte del trato con los norteamericanos, mucho más lo fue lo acordado con la DEA. Bullrich pidió que esa tristemente célebre agencia yanqui, junto con el FBI (agréguele algunos espías de la CIA, etc), instale una “task force” (fuerza de intervención) en Misiones con el objetivo de “combatir el narcotráfico y el terrorismo”. La base sería en la zona de la Triple Frontera, para luchar también contra la supuesta influencia de Hizbollah. Este cuento, de las “células dormidas” islámicas fueron parte de la monumental mentira del fiscal Alberto Nisman en la causa AMIA y de su infundada denuncia contra el Memorándum, alimentadas ambas por Bullrich, Millman, Laura Alonso y otros legisladores operados por el Mossad israelí.
Al informar sobre la base en el noreste, la ministra dijo que sería la segunda, contando la existente en Salta. Una nueva prueba de que en “relaciones carnales” con Washington, Juan M. Urtubey no le va en zaga al macrismo.
La ministra quiere hacerle creer a los argentinos que la DEA ayudará a erradicar el narcotráfico en Salta y Misiones. Falso. Las pruebas latinoamericanas y del mundo comprueban sin excepción que esa agencia es parte del problema, no de la solución. Bolivia sí luchó y lo sigue haciendo con mucho éxito contra el narcotráfico, luego que Evo Morales echara al embajador norteamericano, la DEA y el FBI. Así pudo alcanzar las victorias sobre la droga que le merecen una distinción anual del organismo de la ONU sobre el tema.
Fuerza de despliegue
Al encontrarse la comitiva de Seguridad con su par de Defensa en Key West para hacer la venia a los jefes del Comando Sur, tratarán de asegurar los acuerdos mencionados. Es que la última palabra sobre una base en Misiones va a tenerla el Pentágono y aquel comando.
Aguad porta un asunto que calificó de “urgente”, a resolver en un mes: la conformación de una Fuerza de Despliegue Rápido con las tres fuerzas armadas argentinas. Dijo que sería para dar “apoyo logístico en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”, o sea complementaria y calcada del acuerdo Bullrich-DEA-FBI.
Como ese tipo de fuerzas son parte de la concepción yanqui, actualizadas con las que USA llama “las nuevas amenazas”, el cronista da por sentado que esa nueva fuerza será consultada con “los que más saben” en el mundo. El Comando Sur nunca digirió que el ejército de Argentina dejara de hacer en 2004 los ejercicios conjuntos “Cabañas” y que otro tanto ocurriera con la Fuerza Aérea al año siguiente, cuando tenía previsto hacer uno en Mendoza.
La única arma que siguió casi imperturbable la relación política y militar con el imperio fue la marina, con el “Operativo Unitas”, nacido del objetivo de EE UU de bloquear a Cuba y recientemente, con la IV Flota, atacar a Venezuela. De todos modos, la Armada tiene clavada la espina de Malvinas…
Desde entonces el Comando con sede en La Florida alienta que los militares de Latinoamérica se involucren en la lucha contra las “nuevas amenazas”, que no se agotan en “narcotráfico y terrorismo”. Incluyen el indigenismo, el ecologismo radical y otros blancos bien al gusto de Benetton, Barrick, Exxon Mobil, Monsanto y multinacionales de Wall Street.
Coherente con esa doctrina antiinsurgente, el Comando Sur impulsó, una década atrás, leyes antiterroristas que tuvieron acogida en la bancada K del Senado. Un proyecto parecía transcripto de los almirantes estadounidenses, con la firma del jefe de bloque, Miguel Pichetto, pero no fue tratado. Con el viento macrista parece que toda la basura política e ideológica vuelve, de la mano de Macri y sus ministros, con acompañamiento de dirigentes del PJ (del Frente para la Victoria no hay noticias y la Unidad Ciudadana pronto puede ser un buen recuerdo, disuelta en el armado de un PJ “amplio”).
Sí hubo entonces una ley antiterrorista, pero no de matriz militar sino a instancias del GAFI, de control financiero internacional, igualmente negativa.
¿Cuáles tiburones?
El gobierno se siente en peligro, porque cae su imagen positiva en los sondeos y la economía trae pésimas noticias para la mayoría de los hogares, con cesantías, tarifazos y caída del consumo. Saliendo del lenguaje de los economistas, el cronista dice que un dólar a más de 20 pesos supone pan, leche, carne, alquiler, remedios y boleto del bondi más caros. Así de simple.
Macri está en el agua de Chapadmalal y aunque allí no hay tiburones, cree que puede haberlos porque ve que muchos sindicalistas y peronistas de varias camisetas se vienen reuniendo y proponiendo marchas y unas PASO para formar una sola lista en 2019.
Paranoico, el presidente acusa a los peronistas de ser “tiburones que han olido sangre”. En realidad la única sangre que se ha derramado aquí es la de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y varios jóvenes asesinados por la policía (además de Chocobar hubo un efectivo del grupo Halcón que mató a otro joven). Y también se ha derramado sangre de los trabajadores del Ingenio San Martín del Tabacal, en Salta, con 181 despidos por patronal estadounidense de Seabord, y varios heridos por la represión policial al cortar ruta en forma de protesta.
En suma, que el único tiburón de la historia es el presidente. Este olfateó sangre en 2015 (empleo, salario, paritarias, programas sociales, educación pública, salud, jubilaciones, etc.) y se lanzó al ataque, él y sus ministros, con CEOs y familiares rentados.
El gremialismo, en efecto, se movilizará el 21 de febrero en defensa de aquellas conquistas y en solidaridad con gremios que están siendo gravemente atacados (mucho más los azucareros del NOA que los camioneros de Moyano). Y es de esperar que sea una movilización multitudinaria, a pesar de las deserciones previsibles, como la de Héctor Daer, e imprevistas como la de Víctor Santamaría (Suterh y grupo Octubre, Página/12).
El peronismo está buscando reagruparse en un panperonismo (lo de pan es por la amplitud deseada por los dirigentes, no por lo sano ni sabroso). Las gestiones venían de antes y se plasmaron a la vista de todos en el “Encuentro por la Unidad” realizado en la Universidad Metropolitana del Trabajo (UMET), donde Santamaría hizo las veces de anfitrión.
Allí expusieron dirigentes del kirchnerismo, el randazzismo y el massismo, como Agustín Rossi y Daniel Filmus por la primera tendencia, Alberto Fernández y Chino Navarro por la segunda, y Daniel Arroyo y Felipe Solá por la tercera.
Luego hubo mesas con exposiciones temáticas, como apuntando a bosquejar un diagnóstico y un cierto programa para 2019 (al fin de cuentas el objetivo excluyente de los participantes). Y un cierre a cargo del gobernador Alberto Rodríguez Saa, el único que se atrevió a desafiar al PEN y no firmó el Pacto Fiscal del ajuste.
Perón decía que cuando los demás creían que los peronistas se estaban peleando, en realidad se reproducían, como los gatos de noche. ¿Qué decir cuando los dirigentes peronistas juran que se están amando? Respuesta borgeana. No es amor, es un rejunte electoral por el espanto a Cambiemos.
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