El más reciente decálogo del presidente que los acostumbra en demasía para sortear y a veces afrontar algunos de los retos de México, contempla: 1) Que exista un compromiso del gobierno de Estados Unidos para garantizar el respeto de los derechos de los migrantes mexicanos. 2) Cualquier proceso de repatriación debe ser coordinado y también ordenado. 3) El desarrollo del hemisferio debe de ser una responsabilidad compartida. 4) Asegurar el libre flujo de las remesas. 5) El gobierno de EU debe asumir el compromiso de trabajar con México para evitar el libre tráfico de armas. 6) Preservar el libre comercio entre México, EU y Canadá. 7) Negociar nuevos sectores como telecomunicaciones, energía y comercio electrónico. 8) Mejores salarios para los trabajadores de México. 9) Proteger el flujo de inversiones en México, ofreciendo las condiciones para la llegada de capital. 10) Trabajar por una frontera que nos una, no que nos divida.

Con tal decálogo, Enrique Peña Nieto se propone lograr cinco objetivos: a) Soberanía nacional: Somos una nación soberana y actuaremos como tal, nuestro único interés es el de México y el de los mexicanos (enunciado que como pocos puede generar un consenso nacional, pero al trío intelectual Aguilar-Castañeda-Zuckermann le causó urticaria y el último aprovechó su comentario grabado en La Hora de Opinar (Foro Tv, 24-I), para pedir un aumento de sueldo a Televisa). b) Respeto al estado de derecho de México y EU. c) Visión constructiva y propositiva: Soluciones novedosas y pragmáticas, conscientes de la nueva realidad de EU y del entorno nacional. d) Integración de Norteamérica: Nuestra región está comprendida por tres países, por lo que también deberán de fortalecerse los acuerdos con Canadá. e) Negociación integral: México tratará todos los temas de manera abierta; el comercio sí, pero también la migración, la seguridad, el tráfico de drogas y de armas.

Con tales enunciados y objetivos, resumidos en la consigna presidencial: No habrá confrontación ni sumisión, sino diálogo y negociación; los secretarios de Relaciones Exteriores (Luis Videgaray) y de Economía (Ildefonso Guajardo) viajarán a Washington para negociar el miércoles y jueves con el jefe de gabinete estadunidense, Reince Priebus; el asesor presidencial y yerno de Donaldo Juan Trump (el nepotismo en todo su esplendor), Jared Kushner; así como con Peter Navarro, director del Consejo Nacional de Comercio. Y el próximo martes lo hará Peña Nieto con su par sumamente asimétrico.

Los objetivos y enunciados son más que suficientes para emprender la primera negociación con el magnate que empezó a gobernar EU ignorando al Congreso, con base en órdenes ejecutivas como la del retiro del Acuerdo Transpacífico. Desplante imperial que todavía no aplica, por fortuna, al Tratado de Libre Comercio de América del Norte; tampoco a los vituperados migrantes indocumentados porque empezarán con los “criminales”.

Las definiciones presidenciales tienen una notable carencia, acaso porque apenas fueron presentadas al peor de los estilos corporativos del priato, ya que no cuentan con el respaldo de los gobernados que participan y hacen política, mucho menos del México silencioso pero irritado con la cuesta de enero de 2017.

Sin tal respaldo y con una muy baja aceptación del gobierno del maestro en administración de empresas, las negociaciones pueden resultar desventajosas, quizá de pronóstico reservado, debido a que se apostó el futuro de la nación mexicana a USA, con todo y los tratados de libre comercio firmados por los cinco continentes.

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