Dinosaurios

19/10/2016
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En Montevideo se realizó el cuarto Congreso Regional de Integración Política, al que concurrieron más de medio millar de jóvenes de la región, que durante tres días realizaron foros en la sede del Congreso nacional y las facultades de Sociología y Psicología de la Universidad de la República, actos culturales, sociales y un foro de organizaciones políticas y sociales, estudiantiles, de trabajadores y de campesinos.

 

Bienvenida la rebeldía. Sí, valió el esfuerzo de reunir a jóvenes de nueve países, de Chile, Paraguay, Bolivia, México, Venezuela, Brasil, Colombia, Argentina, Uruguay, debatiendo temas de la política, de los avatares de la integración de nuestros países y de nuestros pueblos, hablando de los problemas de nuestra región, en el camino de la formación política, de la formación de nuevos cuadros.

 

Formando nuevos cuadros, aprendiendo de los errores cometidos en nuestros pasados recientes, preparándose para reemplazar a ese parque jurásico que sigue empeñado en mantenerse como vanguardia, protagonistas o agonistas de un mundo que ya no existe, de países y pueblos que quieren dejar de vivir de nostalgias de décadas ganadas y futuros postergados.

 

Un parque jurásico que pretende digitar a las nuevas generaciones, que buscan un proyecto común, de construcción colectiva, transformador, que cree en la democracia, pero no en esta democracia declamativa sino en la participativa, sin negociaciones con el enemigo, sin dobleces, zancadillas ni alcahueterías, en busca de la equidad, la justicia social, el empoderamiento de los pobres que no significa ni más ni menos que el acceso de todos a la educación, a la salud, a la alimentación.

 

En América Latina y el Caribe llevamos 524 años resistiendo a todo. Y cuando tuvimos el gobierno nos olvidamos de construir... Claro, es mucho más fácil la denunciología: tenemos posgrados en denunciología y lloriqueo. Es hora de construir una plataforma para el debate, como ésta, de asumir los errores, de construir esperanza: no se puede suplantar la esperanza de una juventud por la nostalgia jurásica.

 

A estos jóvenes les toca construir países de acuerdos a nuestros sueños, persiguiendo el derrotero que marca la utopía –que está allá en el horizonte, como explicaba Eduardo Galeano-, para no tener que llorar la herencia recibida.

 

Hoy la derecha no necesita ni de tanques ni de bayonetas para imponer un modelo político, económico y social: le basta con dominar los medios de comunicación masiva. Si hace cuatro décadas se necesitan fuerzas armadas hoy el escenario de la guerra es simbólico. Ya no hacen falta metralletas, sino saber usar los micrófonos, las cámaras, las computadoras, las redes sociales.

 

Estas muchachas (muchas) y estos muchachos están desafiando la fragmentación, tejiendo puentes entre estudiantes, campesinos y trabajadores: esa es la apuesta estratégica. Sólo con la articulación y el trabajo compartido, se logrará instalar nuevas lecturas sobre nuestra realidad, nuevos relatos de nuestra realidad.

 

Es imprescindible promover el diálogo, el debate, la información y la formación, recuperar los espacios que las anquilosadas cúpulas partidistas siempre escamotearon a los jóvenes. Es imprescindible buscar lenguajes nuevos, actuales, usando cajas de herramientas que nos permitan no solo enfrentar el presente, sino también el futuro. No basta con recitar consignas. No basta con echarle la culpa al imperialismo. Hoy nos enfrentamos a un plan desintegrador:

 

Es hora de pensar a largo plazo y eso solo lo pueden hacer los jóvenes, con sentido estratégico, sin ahogarse en esa confusión de que resistencia significa denunciología permanente.

 

La batalla de ideas, la batalla cultural, se torna clave para los tiempos venideros, y por eso es necesario dejar de comprar espejito de colores que nos ofrecen de las usinas de colonialismo gringo o europeo, tanto da.

 

Ese colonialismo cultural que aún nos persigue, hace que no creamos en nuestras fuerzas, en nuestras soluciones colectivas y nos dejamos llevar por cantos de sirenas de quienes jamás entendieron quiénes somos, cómo somos y, sobre todo, qué queremos ser.

 

Decía don Mario Benedetti que en la calle, codo a codo, somos muchos más que dos. Michael Crichton,  médico, escritor y cineasta estadounidense, considerado el iniciador del estilo narrativo tecno-thriller, nos regaló Parque Jurásico. Augusto Monterroso, el escritor hondureño-guatemalteco, escribió quizá el relato-cuento más corto de la historia de la literatura: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

 

La construcción siempre se hace desde abajo. Lo único que se construye desde arriba, es un pozo. Y esa construcción es la que intentan estos muchachos, que no le tienen miedo a la política, y tratan que al despertar, el dinosaurio ya no esté ahí. Bienvenida, pues, la esperanza.

 

Nota: Claro, yo también pertenezco al parque jurásico.

 

- Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director de la revista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC).

 

https://www.alainet.org/pt/node/181082?language=en
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