Una épica amarilla

La construcción del relato PRO

03/03/2016
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 macri banda
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Visiblemente tenso. Así inició Mauricio Macri su discurso de apertura del año legislativo en Argentina. Intervenciones largas y que requieren precisión y manejo de gran cantidad de información no es el formato en el que el presidente se siente más cómodo, pues tiene como es sabido escasas habilidades oratorias y argumentativas. De ahí que tuviera que recurrir a la lectura en casi la totalidad del acto, el cual incluyó además varios tropiezos, el más notable de los cuales fue la re-lectura de una página traspapelada cuyo contenido ya había sido pronunciado; y de vuelta la tensión al intentar con “humor forzado” enmendar el error.

 

Pero en este caso, lo más importante no fueron las formas sino el contenido –y el objetivo- del discurso. Se trata de una intervención clave porque inauguró el relato del PRO en el poder, la lectura en versión oficial de la escena política.

 

Una cosa es hacer campaña siendo oposición, donde se cuenta con la ventaja de que la no-responsabilidad pública permite prometer con liviandad sin que esas promesas requieran un correlato real, y otra muy diferente es sostenerse indemne –o intentarlo- habitando el barro de la gestión en la que el PRO lleva tres escasos –aunque intensos – meses. Macri necesita justificar las agresivas políticas de ajuste económico implementadas que van desde despidos masivos en el sector público hasta incrementos desmesurados en las tarifas de servicios públicos. Quizá por eso, desoyendo los consejos de sus asesores electorales, dedicó el primer bloque del discurso a describir la “pesada herencia” del kirchnerismo. Pero además este bloque, que abarcó casi la mitad del tiempo, estuvo dirigido a consolidar al núcleo duro del PRO, la porción del electorado más reactiva ideológicamente al kirchnerismo. Un núcleo militante que acuerda con la impugnación total del proyecto de gobierno anterior y que está dispuesta a todo con tal de arrancar de raíz al kirchnerismo a cualquier costo –incluso si eso le resta beneficios materiales-. Esta porción constituye alrededor del 25% del electorado (contemplando padrón electoral y no porcentaje obtenido en primera vuelta que se calcula sobre votos emitidos).

 

Si Cristina Fernández –como sostenían sus detractores- diseminaba un relato de un país idílico en el que nadie habitaba, Macri pintó un país en llamas al borde del colapso que en absoluto se corresponde con la realidad material de los ciudadanos. El caos descripto hizo eje en la corrupción y la inseguridad, el clientelismo y el despilfarro de los recursos públicos. Así el pro dio su versión de la realidad a partir de la siguiente construcción argumentativa: el anterior gobierno negó sistemáticamente una realidad (inflación, corrupción, inseguridad, manejo fraudulento del Estado) y mantuvo a la población bajo el velo del relato de un país –inclusivo- inexistente. Cambiemos viene a develar la realidad –real, tal cual es- y anoticia a esos ciudadanos de que el Estado que recibió su gobierno es insostenible y caótico. Establece así un nuevo punto de partida que pretende hacer más liviana para su gobierno la carga de la gestión pensando en la hora de la evaluación de resultados, al tiempo que advierte a sus votantes que los sacrificios serán arduos, y que el tan mentado cambio no se verá en el corto plazo. Los eyecta así de la revolución de la alegría a la crudeza de la “realidad”, sin escalas.

 

Durante la segunda parte de su intervención, Macri se enfocó en reivindicar las medidas tomadas durante sus primeros tres meses de gobierno para marcar un momento bisagra en el discurso a partir del cual pasó a un tono más propositivo intentando volver a movilizar sentimientos de esperanza. Ahora sí se dirigía a la fracción del electorado que votó por un proyecto de futuro y no necesariamente en contra del gobierno anterior. Para ello recurrió, como es su estilo, al formato “manual de autoayuda”, que encaja perfectamente con los valores postmaterialistas sobre los que el PRO articula su ideal de sociedad (autoexpresión, felicidad, buenas energías, conciencia ecológica, etc.). Valores que solo tienen cabida si las condiciones materiales (trabajo y bienestar económico) están garantizadas –este probablemente sea el principal desafío del PRO en el medio plazo, porque no todo es relato-. Posiblemente alertado con el dato de que el 45% de la población percibe que gobierna en beneficio de los sectores altos[1], Macri dirigió a esta fracción del electorado que lo apoyó en el balotaje anuncios de medidas económicas que incluyen la ampliación de la cobertura de las asignaciones familiares y la eliminación del IVA en productos de alimentación básicos.

 

Los tres ejes de la propuesta a futuro del PRO que marcó Mauricio Macri como estructurantes de su proyecto de país fueron “pobreza cero, lucha contra el narcotráfico y unión de los argentinos”. El último, resaltado como el más imprescindible, tiene como trasfondo una concepción específica de democracia que se sustenta en la utopía del consenso, según la cual los conflictos se resuelven armónicamente mediante procedimientos específicos. Esta es la propuesta sobre la que Cambiemos organizó su campaña electoral: diálogo y consenso. Un idílico proyecto en el cual los ciudadanos viven felices retirados de la vida pública y con todo su tiempo disponible para dedicarlo a sus asuntos individuales, y recurren cada cierto tiempo a las urnas para validar o rechazar –según criterios puramente racionales- tal o cual alternativa de gobierno. El segundo, la lucha contra el narcotráfico, será el elemento que legitime el recrudecimiento de las políticas represivas y de “mano dura” en el manejo de las políticas de seguridad que ya se están viendo en los últimos meses. Por último, pobreza cero, es la necesaria arista social del proyecto de una derecha que se muestra menos dura que en el pasado. Al no poder enunciarlo, por principios, en términos de justicia social o inclusión, se recurre a esta declaración de intenciones vacía de contenido –nadie puede creer que “pobreza cero” sea una propuesta político-programática materializable en cuatro años de gestión-.

 

Promediando el discurso, en un guiño de lo que es su intento por articular un proyecto de país integral, Macri hizo alusión (ante abucheos del bloque de oposición) al “Nunca Más” comenzando a disputarle al kirchnerismo el monopolio simbólico de la defensa de los derechos humanos. Sobre estos ejes, el PRO busca inaugurar un nuevo relato épico que abarque todas las esferas. Es el relato de los lugares comunes propio de la antipolítica: el de un gobierno de los buenos gestores, bienintencionados, que arriban al sector público para “ayudar”, que “se meten” en política solo por “vocación de servicio” y que gobiernan con “transparencia” para que “la gente” sea cada vez “más feliz”.

 

[1] Puede verse el último estudio de la empresa Ibarómetro en http://www.ibarometro.com/newsite/wp-content/uploads/2016/02/Clima-pol%C...

 

- Gisela Brito/Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).

 

Disponible en: http://www.celag.org/una-epica-amarilla-la-construccion-del-relato-pro-por-gisela-brito/

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/175773?language=en
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