Las masacres mineras del movimientismo “revolucionario”

24/06/2015
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Las clases altas y medias bolivianas, las mismas de hoy, se asustaron del “radicalismo obrero” en armas, de los indios peligrosos en las puertas del poder y decidieron apoyar a los traidores de siempre introducidos en los ministerios, apoyando las vergonzosas intromisiones norteamericanas (Plan EDER), que con el miedo del comunismo internacional, se ofrecieron resolver los problemas económicos productos de la inutilidad de los tecnócratas de clases medias movimientistas, en 1.956. Así, esas mismas clases medias sin sentido de patria, de nación y debiluchas ideológicamente como siempre, traicionaron los sueños de los más pobres, en este caso de los mineros, obreros e indígenas que habían derramado su sangre en las jornadas de la revolución de 1.952. Clases medias que aprovechan por sus conocimientos tecnocráticos de manejos institucionales ministeriales; pero que a la hora de la verdad les da miedo en realidad radicalizarse con los pobres. Los movimientistas de clases medias abrieron el colegio militar, obligados por los norteamericanos, que estaba cerrado pues el ejército fue derrotado en las calles a manos de mineros y campesinos. E impusieron a siniestros personajes militares movimientistas como Barrientos en sus filas. Este mismo se encargará de traicionar a quiénes le llevaron al poder, para iniciar una serie de masacres sangrientas movimientistas en el año 1.965. Cientos y quizás miles de muertos mineros, que se opusieron al golpe de Estado del movimientista Barrientos (1.964), al otro gran traidor de la revolución: Víctor Paz Estensoro, fueron bombardeados y ocupados como si de enemigos internacionales se tratara, a lo largo de toda la minería nacionalizada.

 

Eventos por supuesto poco investigados y ausentes absolutamente de nuestras historias tradicionales. Hoy mismo recordamos la masacre de San Juan (1.967) de ese mismo personaje movimientista Barrientos, ya como presidente y militar arrodillado a las fauces del imperio norteamericano. Mi propio padre escapó a tiempo aquella noche, desde Catavi, hasta Oruro caminado toda la noche frígida e invernal para salvar su vida, con él otros mineros más. Testigo vivo de esa carnicería hoy poco recordada y enterrada por los ilustres libros de nuestras historias tradicionales.

 

 El peligroso papel de las clases a medias en procesos revolucionarios es en realidad el verdadero problema, del cual tenemos que preocuparnos. Clases medias bolivianas siempre débiles, arrastradas por los acontecimientos sociales que en principio les obliga a dejarse arrastrar por razones de sobrevivencia; pero que en el tiempo se derrumban por su miedos e inseguridades de los avances en los procesos. En el revolución del 52 también se enamoraron en principio de la revolución, pues cansadas también de los patrones del Estaño y las haciendas, en el llamado Super Estado minero feudal, aprovecharon la insurrección minera y campesina para derrotar a ese Estado oligárquico y sangriento. Fue el empuje de mineros y campesinos, armados con las armas del ejército derrotado y saqueados sus cuarteles, quiénes impusieron la nacionalización de las minas y la reforma agraria. No fueron las clases medias, incluso ellas se negaban a realizar semejantes proezas, sólo pensaban negociar con los poderes anteriores y la embajada americana. Pero la proeza de los más pobres no llegaría por supuesto muy lejos. Ellos no estaban en los ministerios, no estaban en las embajadas y no estaban en los puestos claves de las burocracias. Ahí estaban otra vez quiénes habían sido desde siempre los burócratas del Estado republicano colonial, y desde siempre tenían las mañas de como traicionar todo proceso social de avanzada. Dueñas de todas las astucias y maneras de conducir las instituciones, pues no tardarían en acomodarse otra vez a los mandatos internacionales, y poderes absolutos de los capitales internacionales. Mantenían la pega y sus propios intereses mezquinos anti nacionales, sin importantes en nada realmente de los empujes revolucionarios y de cambio, que protagonizaban desde tiempos inmemoriales las naciones autóctonas de nuestros territorios.

 

 En la revolución del 52, como en otros grandes procesos sociales de nuestras historias, los mayores problemas siempre estuvieron al interior mismo de dichos movimientos. En esta revolución, los grupos incrustados de clases medias, antes serviciales a la rosca minero feudal, fueron el mayor obstáculo de la revolución. Con sus astucias ministeriales y desde las embajadas internacionales, boicotearon cotidianamente a la revolución, hasta lograr sus objetivos sociales de acomodarse bien a los nuevos cauces, y nuevos modelos estatales nacionalizados, para quedarse como siempre: en la comodidad de sus sueños antinacionales y sin sentido de país o Estado independiente. Esas características innatas como naturales de las clases a medias bolivianas, no cambiaron con el tiempo, porque no pueden.

 

 Aquí tenemos un material imprescindible para nuestras investigaciones, históricas y sociológicas. El papel de las clases a medias. Desde mi punto de vista sin identidad nacional y cultural, sin sentido de nación y Estado, sin autoestima de clases y terriblemente debiluchas ideológicamente. Siempre copiando modelitos de izquierda o derecha, en función de sus modas y acomodamientos sociales en el tiempo.  Estudiosas de indios o mineros; pero no de ellas mismas, quizás por miedo a no verse como son. Pero material antiguo de investigación; aunque novedoso como fenómenos estructurales e históricos. Los procesos sociales actuales deberían ser una nueva oportunidad de abrir nuevos espacios en nuestros estudios, como el papel de las clases a medias. Cruciales desde mi punto de vista. Importantes como conocimientos históricos y científicos, que ayuden a las propias clases medias en sus propios derroteros, en sus propios espejos para mirarse y por fin encontrarse con sus historias, con sus propias historias. Clases medias siempre errantes y sin identidad cultural con nuestras raíces, sino mirando de reojo, con desconfianza y sin integrarse al país que los acoge y sin duda alguna también les quiere. Clases medias en definitiva sin raíces con Bolivia.

 

Recordé un poco este tema tan antiguo, que hasta hoy diálogo con mi padre y sus recuerdos de minero y migrante campesino con sus padres a las minas del norte de Potosí. Y yo como migrante a las ciudades bolivianas, con las mismas miradas estructurales que no cambian: las clases a medias de nuestro país y sus papeles en los distintos momentos de nuestras historias que en definitiva son la búsqueda en la construcción por fin de un Estado, que por fin refleje nuestras realidades. Y ahí por cierto reconozco que el papel burocrático y de conocimiento de las clases a medias, es importante, o al menos puede ser importante.

 

La Paz, 24 de junio de 2015.

https://www.alainet.org/pt/node/170629?language=en
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