España y Podemos, tras Syriza
- Análisis
- Nace el pluripartidismo español
- La derecha es enemiga del cambio
España no es Grecia. Pero como si lo fuera, en términos económicos. Ambos padecen, al igual que otros países europeos en problemas —Italia, Portugal e Irlanda—, las presiones de los acreedores: el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea, la Troika, con estrictas medidas de austeridad impuestas a los pueblos a través de los respectivos gobiernos, para el pago de intereses de impagables préstamos como prioridad antes que el empleo, el salario, la salud, las pensiones o el bienestar.
Podemos no es Syriza. Tampoco hay similitud en términos políticos. Ambos partidos se colocan a la izquierda del espectro ideológico, ciertamente. Han planteado convertirse en alternativa en sus respectivos países, pero por supuesto tienen que encarnar acorde a las circunstancias, sus programas y metas de gobierno. El fondo de su problemática igual es económico-financiero. Contrarrestar el tema de la deuda y los intereses para resolver también el desempleo, los bajos salarios; la falta de servicios sociales para contener la caída de los niveles de bienestar.
Los procesos de negociación con la Troika no son sencillos. No lo han sido para el ministro Alexis Tsripas, y sobre todo para su ministro y experto en finanzas Yanis Varoufakis, por las altas presiones de la Troika al no ceder en la renegociación de la deuda, aún y cuando Grecia ha puesto sobre la mesa la opción de abandonar el euro y con ello también a la Unión Europea. Tampoco ha cedido Angela Merkel a la exigencia griega de reconocer y pagar deudas por daños de guerra causados por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Salvo el presidente alemán Joachim Gauck, quien a principios de mayo abrió la posibilidad de investigar una perspectiva de pago de las reparaciones alemanas a Grecia por la ocupación.
Podemos está en el arranque. Pero le falta llegar al gobierno del país. Esa opción la puede alcanzar en noviembre, como bien lo ha dicho su dirigente Pablo Iglesias que ya se siente en la Moncloa tras el sorpresivo resultado de las elecciones del domingo 24 de mayo. El nuevo partido se anotó importantes triunfos en los ayuntamientos y las autonómicas, sin duda por la elevada participación en urnas de alrededor del 65% de votantes.
El gran perdedor es el partido en el poder, la derecha del Partido Popular (PP) de José María Aznar. Los ciudadanos españoles le cobraron a Mariano Rajoy tanto escándalo por corrupción y cinismo al intentar negarlo todo. Y los planes de austeridad. El PP se queda con 48 escaños, todavía mayoría pero no absoluta. Su otrora aliado en el bipartidismo español, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), mantiene 37 espacios. Los dos harían mayoría, pero difícilmente el otrora partido de Santiago Carrillo volteará la cara a “aliado” el PP, en la actual coyuntura. Y Podemos, de izquierda radical, logra 27 curules. Con otra sorpresa, la del centrista Ciudadanos que igual alcanza 17 diputados.
El triunfo de Podemos le abre ciertamente la entrada al multipartidismo, pero eso no significa todavía el adiós del PP. Mas para el nuevo actor en el escenario español el futuro ya llegó. Y requiere resultados. Debe comenzar a darle salida a los electores a pie de calle. A buscar propuestas en términos presupuestales, de trabajo o simplemente de propuestas. La ruta la tiene la gente, y hay que consultarla. Porque, ¿si no encuentra soluciones inmediatas a nivel local, cómo resolver lo nacional?
Podemos tiene que avanzar en alianza con el PSOE, pero ¡a la de ya! Para iniciar la planeación de los ingentes problemas. Que serán los económicos, los más delicados. Por ejemplo, sentirse en el gobierno y pensar cómo resolver el déficit público cercano al 6% del PIB (dato de 2014), uno de los más elevados de la eurozona. O qué con el desempleo, tan elevado que ronda el 23%.
También qué propuestas para la Troika, si permanecer o no en la eurozona. Las amenazas de los inversionistas serán fuertes, en un marco de bajo crecimiento, depreciación del euro y bajos precios del crudo. Suma el tema de las pensiones y el IVA. En fin. La sangre nueva de Podemos tiene que ponerse las pilas. Verse en el espejo de Syriza, como acercarse a los BRICS.
Una cosa es segura, nadie debe confiarse puesto que los sectores tradicionales no son menores. La derecha española tiene hondas raíces —hasta resabios franquistas— y, con todo quiere salvar el pellejo, no estará fácilmente dispuesta a que unos improvisados populistas les quiten el poder político. Aún y cuando el arribo de Podemos le signifique opciones de sobrevivencia, tanto al pueblo como a la propia elite, incluida la corona.
Por cierto hay que esperar las reacciones de Felipe VI, aunque calladito se ve más bonito, puesto que el cambio de estafeta no estuvo exento de frivolidades ni sospechas, hablando de los motivos por los cuales Juan Carlos dejó la corona. Es más, la monarquía es garante de la continuidad de la derecha —como lo fue de los pactos en 1977, porque es tan conservadora como tradicional, tan amañada como fiel a sus compinches que le han asegurado la perpetuidad en el tiempo.
En fin. Crear alternativas pasa siempre por la posibilidad de cometer errores. Pero de todos hay uno que es garrafal: el despegarse de la misma sociedad siendo gobierno. Desde los simples mortales hasta los sectores organizados. Abandonarles es cavar la propia tumba. Es comenzar a sentar las bases del desdén. Con eso hay que tener cuidado; la interlocución siempre es el mejor consejo. Las alianzas son buenas, salvo la negociación con el enemigo. Cuidado con la derecha, porque es enemiga del cambio. Aún y cuando eso fuera muestra de pluralidad y consenso. Mejor será determinar los pasos cuando se tenga la sartén por el mango; y eso no sucede todavía.
Pero quizá un nuevo Pato de la Moncloa le funcionara a Podemos en su momento. Los peores enemigos están adentro, más sin olvidar a los de afuera. Por lo mismo el trabajo es doble, interno y externo, dentro de la UE con todos los problemas y consecuencias en caso de tomar un camino por la libre. Las decisiones no son ni lo serán fáciles. Por eso decíamos que el trabajo apenas comienza para los ganadores de la elección parcial del domingo 24 de mayo de 2015. Los sueños también pueden volverse realidad. Syriza es un buen ejemplo, porque el pueblo así lo quiere. Los pueblos no tienen las mismas costumbres, la cultura, pero comparten los problemas heredados de la globalización. Por eso tienen a los mismos enemigos cerca. Si Syriza puede, Podemos también podrá.
Reporte global
Correo: sgonzalez@reportemexico.com.mx
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