Nuevo mundo

26/01/2011
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Ya desde los años 60 se sabe que el grado de desarrollo tecnológico e industrial del mundo capitalista permitiría no solo resolver las necesidades elementales de toda la humanidad sino propender a un sistema humanista que actualmente solo es posible en el país de las maravillas.
 
Un sistema basado en las personas y no en las cosas, cuya racionalidad esté orientada al respeto y la preservación de la vida y cree una sociedad que trate de minimizar al máximo los problemas de la enajenación a través de una educación crítica, pero constructiva, una educación basada en argumentos y no en el poder, una sociedad que encuentre en la plena realización de la individualidad el parámetro fundamental de la salud colectiva.
 
 Un sistema económico basado en la cooperación y la solidaridad y no en la competencia y el lucro, donde exista pleno empleo y jornadas de trabajo reducidas.
 
Una sociedad que sería edificada bajo otros parámetros vitales y nuevas prioridades colectivas, con una nueva concepción de los espacios, que impida los hacinamientos enfermizos, la contaminación, y permita otras relaciones entre el campo y la ciudad, con otras cristalizaciones políticas, democracias directas, ningún tipo de exclusión.
 
Un sistema que comprenda que el derecho no termina donde comienza el derecho de otro, sino que el derecho del otro, sea la condición de nuestro derecho.
 
 Una sociedad y un sistema que ya no se base en el progreso y la trascendencia inútil, sino en la satisfacción, la felicidad y el placer.
 
Una sociedad donde el placer del ocio no sea cooptado por el del consumismo sino por la creación, una sociedad equilibrada, en fin una sociedad de Buen Vivir.
 
Una sociedad global que emancipe al ser humano de sus cadenas simbólicas, políticas y económicas, una sociedad donde no exista ni un solo ser humano que pueda ser utilizado en contra de su voluntad.
 
Una sociedad que permita a los seres humanos conocer el mundo entero y nutrirse del intercambio con la diversidad de comunidades y seres humanos. PERO NO, ESA POSIBILIDAD DE OTRO MUNDO HA SIDO NEGADA por los sistemas totalitarios y masificantes, y el capitalismo es totalitario, masificante y enajenante ya que su represión es impuesta con mecanismos psicológicos, con sutiles claudicaciones personales, con autosumisiones, la interiorización y la aceptación del orden 'presente'.
 
Un orden injusto y desproporcionado como sabemos, un orden de lucha, de competencia, de escasez, que lucra con las necesidades que sistemáticamente mantiene. Un orden que es sostenido desde abajo gracias a una sofisticada estructura de explotación y jerarquía. Ya no cabe hacer tibios llamados a la reflexión.
 
https://www.alainet.org/pt/node/155052?language=en

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