Congreso consagratorio de la FELAP
07/02/2011
- Opinión
Este año sesionará el XI Congreso de la Federación Latinoamericana de periodistas (FELAP) en un contexto muy diferente al existente el 1976, cuando fue fundada en México, país que le dio abrigo a los periodistas perseguidos en numerosos países con regímenes dictatoriales, producto de golpes de estado militares organizados por Estados Unidos.
El mérito mayor de los iniciadores del proceso de unidad de los profesionales de la prensa fue precisamente alcanzarla en el peor de los momentos. La vida de su existencia durante tres décadas y media, con valores y principios honrados y profundizados, es muestra inequívoca de la calidad patriótica y revolucionaria que ha prevalecido en sus filas y aliento mejor para la magna reunión que nos espera pronto.
Si las ideas de la unidad de hacer posible la patria grande bolivariana y martiana ya viven con nombres de gobiernos en alianza crecientes durante el trabajo cotidiano, con la del ALBA en la vanguardia, lo más amplio y mejor de sus periodistas así lo sintieron al proclamar a un periodismo con la libertad verdadera de honrar a los pueblos de sus países, de ser fieles en el compromiso de cumplir con la veracidad en todas las informaciones.
Latinoamérica y el Caribe han modelado la vida de unos profesionales conscientes del riesgo de su labor, la más peligrosa de las profesiones, a la que le han prohibido ejercerse con ética, sin que ello impida la entrega de muchos centenares de colegas que han sido asesinados por defender su inquebrantable decisión.
Para explicar la coincidencia fundacional de la FELAP y el ALBA, que será progresivamente el mejor ejemplo de la sociedad de la información y el conocimiento, es necesario hacer un resumen histórico de alrededor de medio siglo que culmina en nuestros días.
Cuando ocurrió la primer y hasta hoy única rebelión de los integrantes de los medios grandes, principales, al servicio oligárquico e imperial, en plena batalla de la prensa en el año y medio inicial del triunfo de la Revolución cubana, se contaba con lo que después sería orientación máxima de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP): Periodismo libre en Patrias libres.
En aquella ocasión, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), instrumento al servicio del imperio de Estados Unidos, la calificó como un atentado a la libertad de prensa y decidió que los dueños abandonaran el país y los proclamaron como campeones de la libertad de prensa a sus llegadas a Miami, uno por uno, sin que dejara de hacerlo alguno de esos magnates.
Ha transcurrido medio siglo desde entonces sin que haya cambiado la historia de la función nefasta de esos medios, agravándose en cambio su complicidad en contra de los intereses populares hasta convertirse en terror mediático, especialmente en alrededor de los últimos años, cuando a pesar de su oposición a los candidatos progresistas, de izquierda y revolucionarios, han triunfando contra su voluntad expresada en campañas donde la mentira alcanza la dimensión de sistemática, organizada, en obediencia a la estrategia imperialista.
Durante la última década ese fenómeno se ha expresado con otra acción unánime contra los gobiernos surgidos de esos procesos concentrando la oposición hacia ellos, sin abandonar ni un solo medio a pesar de proclamar la no existencia de la libertad de prensa, guiados por la inevitable SIP. En la actualidad la orientación del imperio a los grandes magnates es la de no abandonar sus empresas, sino reclamar el derecho a la impunidad de ejercer la mentira y el engaño.
En Cuba, de enero a mayo de 1960 se fueron del país todos los grandes empresarios de los medios y después, hasta el presente, todos se han mantenido dentro de los países con el propósito de tratar de desestabilizar todo gobierno de tendencia favorable a los intereses populares ¿En qué consistió la acción de la SIP en aquella ocasión? Sencillamente en condenar como un ataque a la libertad de prensa, la decisión de sus redactores en aclarar, mediante una nota final (la coletilla) su desacuerdo con aquellas campañas. Es decir, permitir que los periodistas expresaran también su opinión era algo insoportable y había que impedirlo o hacer todo un escándalo internacional, como sucedió.
Es así lo palpable de hoy en varios países, sobre todo en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, donde las provocaciones al servicio del imperio se manifiestan a todas horas. Aunque es cierto que algunos que se hacen llamar periodistas tienen actitudes más reaccionarios que la de los dueños del dinero, así como otros están vendidos, puede afirmarse, que la inmensa mayoría de los profesionales de la prensa es leal a la razón de ser de la FELAP, lo que garantiza al Congreso del 2011 como el encuentro consagrado a los mejores sueños y más valientes combates desde mucho tiempo antes de la fundación de una FELAP, los que la crearon y le dan vida en forma permanente.
- Ernesto Vera, periodista cubano, es Presidente de honor de la FELAP.
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