Comunicación para la integración

30/05/2010
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América Latina y el Caribe viven un nuevo momento en el largo y necesario proceso de integración. Si comparamos con lo que sucedía hace apenas una década se constata que hay algunos avances.  Ha retrocedido el modelo de integración denominado “regionalismo abierto” que se correspondía a la fase neoliberal, en donde la  “integración”  no era integración sino subordinación a la globalización neoliberal y a las transnacionales.
 
La demanda histórica de los pueblos latinoamericanos y caribeños de formar una entidad propia que exprese la identidad y los intereses regionales en el contexto mundial se expresó con fuerza en la resolución de formar la Comunidad  de Estados Latinoamericanos y Caribeños (sin Estados Unidos y sin Canadá)  resuelta por los representantes de 33 países reunidos en Rivera Maya (Cancún), México, el pasado mes de febrero.
 
Los avances alcanzados en el marco de la UNASUR, donde comienzan a ser abordados,  de forma autónoma y sin injerencia de Washington,  temas como la seguridad, las drogas, la salud y la educación y la puesta en marcha de Alianza Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio entre los Pueblos (ALBA-TCP)[1],  un ejemplo de cooperación social, solidaridad  y complementariedad, constituyen otras manifestaciones del nuevo momento.
 
En materia de comunicación e información se han dado algunos pasos adelante                                                          especialmente en función de dotarse de legislaciones, medios e infraestructura que se requieren para democratizar la comunicación y  contrarrestar de alguna manera al poder de las redes mediáticas y tecnológicas de los países desarrollados y de las elites locales que ejerce una gran influencia en América Latina y el Caribe. Nos estamos refiriendo a Telesur, la cadena multiestatal que comenzó a operar en julio de 2005 y transmite desde Caracas,  la Radio Sur, el lanzamiento del satélite Simón Bolívar en 2008 por parte de Venezuela, el proyecto boliviano del satélite Tupac Katari, en cooperación con la República China.  En este camino también  se inscriben la creación y/o fortalecimiento de medios públicos y agencias estatales de información  en Ecuador, Paraguay, Bolivia y Venezuela, amén de los avances legislativos alcanzados en Uruguay Argentina
 
Esto, sin embargo, es insuficiente pues si bien la legislación y los medios son necesarios,   es fundamental comenzar a debatir acerca del rol de la comunicación en los procesos de integración con miras a establecer  políticas y estrategias  internacionales de comunicación que permitan a América Latina y el Caribe tener voz en el concierto mundial.
 
¿Cómo se ve  la comunicación en los organismos de la integración?
 
En los objetivos del Tratado Constitutivo de la UNASUR –que ha sido ratificado por Bolivia, Guyana, Venezuela, Perú y Ecuador-  se habla de construir un “espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos”, de promover “la diversidad cultural y (…) las expresiones de la memoria y de los conocimientos y saberes de los pueblos de la región” y de fomentar la “participación ciudadana a través de mecanismos de interacción y diálogo entre UNASUR y los diversos actores sociales en la formulación de políticas de integración suramericana”. [2]Aunque para lograr estos objetivos,  la comunicación -como proceso de diálogo, de intercambio y de interacción social-   es indispensable e insustituible, ésta no figura explícitamente en la agenda de la UNASUR.
 
En el ALBA- TCP, en cambio, el tema surgió desde que la alianza nació en 2004 cuando los presidentes de Cuba, Fidel Castro, y de Venezuela, Hugo Chávez, suscribieron la carta fundacional de la misma en la que se pronunciaron por la “Defensa de la cultura latinoamericana y caribeña y de la identidad de los pueblos de la región, con particular respeto y fomento de las culturas autóctonas e indígenas”, y por la “creación de la Televisora del Sur (Telesur) como instrumento alternativo al servicio de la difusión de nuestras realidades”. [3]
 
Posteriormente, el tema volvió a ser abordado en las cumbres de ALBA poniendo énfasis en el satélite Simón Bolívar que servirá de plataforma comunicacional para los países miembros de ALBA y los medios comunitarios, También se ha hablado de la necesidad de “constituir una Red de Ciencia, Tecnología e Innovación que facilite fomentar capacidades para la generación y transferencia de conocimientos y tecnologías en sectores claves del desarrollo socioeconómico sostenible”. [4]
 
En respuesta a la ofensiva del poder mediático local y transnacional, los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la VII Cumbre de la ALBA, llevada a cabo en Cochabamba, Bolivia, el 17 de octubre de 2009, señalaron en la declaración final: “Los medios de comunicación tienen que desarrollar su actividad social con responsabilidad, sentido ético y de servicio público para todos los ciudadanos, y no ser instrumentos de los intereses sectarios de algunas minorías, ni ser utilizados como instrumentos de desinformación y desestabilización política”.[5]
 
Se mantienen desequilibrios
 
El tema de la comunicación cobra vigencia al revisar que en los últimos años las disputas ideológicas, sociales y políticas se producen de forma creciente en el campo mediático y simbólico. Una de las principales armas que tienen las elites dominantes de América Latina y de Estados Unidos para defender sus privilegios y mantener su hegemonía es el control de los grandes medios de información que se han convertido en los principales aparatos de producción del consenso y la reproducción del “sentido común” dominante y de la cultura de masas. [6]
En el continente opera una “internacional mediática” conformada por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que agrupa a los propietarios de los medios de información. Su caballo de batalla es la “defensa de la libertad de expresión” (libertad de empresa) y el blanco de sus ataques son los gobiernos de izquierda, actitud que contrasta con la actitud complaciente que asumen con las dictaduras y los gobiernos de derecha.
 
A esta "internacional", se suman los grandes grupos mediáticos como Televisa de México, O Globo de Brasil, el Grupo Cisneros de Venezuela, El Clarín de Argentina, Casa Editorial El Tiempo de Bogotá, El Mercurio de Chile, y las cadenas internacionales CNN, Univisión, BBC, Televisión Española y el grupo español PRISA que edita el diario El País en España y es dueño de varios medios en América Latina. Varios medios de la SIP actúan en redes y actividades que promueve la National Endowment for Democracy (NED), creada por los republicanos estadounidense en 1983 en sustitución al trabajo que realizaba la CIA.
 
Si miramos el panorama actual de la comunicación mundial, los desequilibrios y desigualdades entre el Norte y el Sur -denunciadas en el seno de la UNESCO al comenzar la década de los 80 del siglo pasado- se mantienen en la primera década del siglo XXI e incluso se profundizan aunque en nuevas condiciones marcadas por  la vigencia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que acompañan a la denominada globalización en la que  introduce el funcionamiento en red de la economía y la sociedad y el debilitamiento del poder de los estados nacionales.
 
Los conglomerados que controlan los medios, la industria cultural y el entretenimiento a nivel planetario (AOL-Timer Warner, Disney Company, News Corporation, Vivendi Universal, Viacom) tienen una gran influencia en la región. En el campo de las TIC y particularmente Internet, Estados Unidos hace prevalecer su condición de pionero y dispone de recursos estratégicos que le posibilitan imponer su hegemonía a través de las grandes transnacionales de la informática, los  productores de software propietario, motores de búsqueda y operadores de las redes sociales (Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, Twitter, etc.).  En el campo de las telecomunicaciones, una transnacional mexicana y otra española se reparten el “mercado latinoamericano”.
 
Algunos estudios indican que 14 empresas absorben el 60% del tiempo que los navegantes pasan conectados a la Internet. Con relación a los idiomas, el 80% de los contenidos difundidos en los sitios Web está en inglés, pese a que solo el 10% de la población mundial maneja este idioma. [7]
 
En estas condiciones, como escribía el escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán, “El Norte está en condiciones de imponer al Sur no solamente colonialismo y sucursalización de la verdad que recibe, sino incluso un falso imaginario sobre si mismo y una falsa conciencia de cuáles son sus auténticas necesidades y su auténtica identificación. El Norte puede pretender desidentificar al Sur en una suerte de descerabramiento colectivo”. [8]
 
El aparato mediático y simbólico, sin embargo, no es todopoderoso. Los “consumidores” no son agentes pasivos y muchas veces  desafían y  cuestionan ese poder que lo perciben identificado con intereses minoritarios.  Las revueltas populares de las últimas décadas contra las políticas neoliberales  y los procesos electorales y plebiscitarios en los que han triunfado las fuerzas progresistas se han dado a pesar y en contra de lo que piensan los medios privados,  los cuales sufren una creciente pérdida de legitimidad y credibilidad.
 
Necesidad de una agenda de comunicación
 
En contraposición a la comunicación hegemónica se ha ido conformando en el continente movimientos que hacen suyas las demandas por la democratización de la comunicación y los derechos de la comunicación integrados no solo por aquellos que actúan en este campo sino por entidades sociales y colectivos ciudadanos.  Junto a   este, existe ya un tejido comunicacional que requiere ser potenciado conformado por radios y televisoras comunitarias, portales, sitios web y blogs, agencias alternativas de información, productores independientes de video y documentalistas, grupos que promueven el software libre y comunitario, redes sociales que interactúan en Internet, a los que se unen otras expresiones orales, artísticas y culturales. Este tejido puede encontrar su norte (o mejo dicho su sur) en una agenda de la comunicación  ligada a la integración.
 
Algunos puntos a debatirse en términos de construir una agenda de comunicación para la integración latinoamericana y caribeña serían los siguientes, de acuerdo a las resoluciones tomadas por el encuentro “Integración, comunicación y movimientos sociales”, llevado en Quito del 29 al 31 de marzo de 2010, con la participación de representantes de redes y coordinaciones sociales y de comunicación.
 
1. Impulsar políticas internacionales de comunicación que contrarresten y limiten la concentración y el poder de las transnacionales y los grandes grupos mediáticos que son los que mayor peligro representan para  la libertad de expresión y el derecho a la comunicación. Remover los obstáculos que impiden el acceso y el desarrollo de capacidades que impiden el acceso a la información, el conocimiento y la tecnología de los actuales de propiedad intelectual.
 
 2. Estimular políticas  equitativas que garanticen la existencia, el desarrollo y la sustentabilidad de los medios y las formas de comunicación en los niveles estatales, públicos y comunitarios. Solo con sectores de la comunicación públicos y comunitarios robustos, regidos desde la sociedad,  será posible la vigencia de la democracia participativa.
 
2. Impulsar políticas para promover la creación e intercambio de contenidos que reflejen la diversidad cultural, lingüística y social del continente  para impulsar la integración con y desde los pueblos.
 
3. Estimular la creación y/o consolidación en todos nuestros países de observatorios de medios surgidos desde las organizaciones sociales y la academia y asociaciones de usuarios que permitan la contraloría social a fin de garantizar el ejercicio pleno de los derechos de la comunicación y la información.
 
4. Impulsar la democratización de los programas de formación en comunicación a todos los niveles y cambios curriculares en las universidades, colegios y escuelas que se ajusten a los nuevos tiempos de cambio  que vive la región y los fines de la integración latinoamericana y caribeña. El objetivo es conseguir una ciudadanía informada y con capacidad de leer críticamente los mensajes de los medios de información y de producir contenidos propios.
 
5.  Impulsar políticas de apropiación democrática de las  TIC  con fines sociales (educación, salud, cultura)   y no meramente mercantiles que respondan a las necesidades y requerimientos de nuestros países y de la integración regional. Impulso de redes electrónicas para fortalecer el debate y la deliberación pública, la identidad latinoamericana y el  cambio social. Las tecnologías no son un fin sino un medio para alcanzar el buen vivir. En esta línea,   estimular la creación y la difusión del software no propietario y de código de fuente abierta, y el dominio público del conocimiento  como expresión de soberanía, libertad y emancipación.
 
6. Impulsar agendas de integración conjunta entre gobiernos, organismos regionales y movimientos sociales que garanticen el conocimiento mutuo de nuestros pueblos y el impulso de programas que fortalezcan los procesos de integración.
 
Publicado en América Latina en Movimiento No 455, mayo 2010. La integración en clave de comunicación
 
[1] ALBA-TCP  está conformado por Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y las Granadinas.
 
[2] Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas
 
[4] Declaración final de los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros ALBA-TCP, reunidos en La Habana, Cuba, el 13 y 14 de diciembre de 2009
 
[5] Declaración de la a VII Cumbre del ALBA – TCP, Cochabamba, Bolivia – 17 de octubre de 2009
 
[6] Mora Ramírez Andrés, La guerra mediática en América Latina, en , http://www.alternativabolivariana.org/modules.php?name=News&file=article&sid=5040 ,  20-08-2009,
[7] “Obstáculos planteados por el orden internacional vigente”: http://www.cubaminrex.cu/Sociedad_Informaciom/Cuba_TIC/Obstaculos.htm
 
[8]Manuel Vázquez Montalbán, Historia y comunicación social, Barcelona, Critica, 1997, p. 213
 
https://www.alainet.org/pt/node/142750?language=es
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