Nace un movimiento mundial en defensa de la Madre Tierra

06/05/2010
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Acción: el viceministro de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambios Climáticos y Gestión y Desarrollo Ambiental de Bolivia, Juan Pablo Ramos, señaló que el resultado de la Conferencia de Cochabamba significó “un cambio de enorme magnitud”. El nuevo actor que surge de este encuentro “juega un rol fundamental en la medida que se organice y que revele capacidad de acción”, alentó Ramos en entrevista con América XXI.
 
¿Qué diferencias hubo entre la Conferencia de Cochabamba y los foros tradicionales de la ONU sobre cambio climático?
 
La gran diferencia política es el actor, que hasta ahora eran gobiernos en el marco de la ONU. Ahora surge un movimiento de los pueblos en defensa de la Madre Tierra. Eso es un cambio de enorme magnitud. Este nuevo actor jugará un rol fundamental en la medida que se organice, que revele capacidad de acción. Los intereses que prevalecieron en la última cumbre de la ONU en Copenhague son los intereses económicos y políticos de los países desarrollados. En cambio, en Cochabamba prevalecieron los intereses de la colectividad, el derecho de la propia Madre Tierra y la preocupación con la colectividad humana por encima de aquellos intereses.
 
¿Qué resoluciones salidas de la Conferencia destacaría usted?
 
Acá se ha hablado con mucha fuerza de la deuda climática, se ha sostenido que la temperatura no debe subir más que 1 grado y no debe exceder el compromiso impuesto en la Convención Marco de la ONU (vigente desde 1994 y que dio base al Protocolo de Kyoto). Y ha generado dos instrumentos muy poderosos: el Referendo Mundial y el Tribunal de Justicia Climática.
 
¿Qué marco político representa este encuentro?
 
La Conferencia fue un momento trascendente por lo que significó en términos de captar la atención de la colectividad mundial, por constituir un espacio que posibilita a los pueblos expresarse sobre el cambio climático, una temática que la tomaban de manera aislada. Pero lo que viene ahora es más importante aún. La Conferencia no tendría éxito si no tiene una segunda parte de movilización y acción, si no tenemos capacidad de convertir su documento final en instrumento de las organizaciones sociales del mundo para generar debates, difusión e información en su propio país, para presionar a sus gobiernos, a la ONU, a la próxima reunión de Cancún, para que los resultados de esa cumbre sean mucho más acordes a la situación dramática que vive el planeta. Ahora tenemos que concretar movilizaciones capaces de generar impacto y corriente de opinión mundial y lograr cambios fundamentales en lo que han sido hasta ahora las decisiones de los países desarrollados y su secuestro a la Convención Marco.
Había tensión sobre cómo impulsar el Movimiento en defensa de la Madre Tierra. De un lado, un grupo liderado por ONGs defendía la implementación de una estructura parecida a la del Foro Social Mundial y, de otro lado, los movimientos sociales querían aprovechar estructuras que ya existen y hacer de eso un proceso de acumulación para el movimiento.
 
¿Cómo quedó definido este aspecto?
 
Estaba la preocupación de que esta estructura diluiría o generaría cierto tipo de rompimiento con los movimientos vigentes. Se explicó claramente que ellos se fortalecerían. Lo que se ha visto históricamente es que, si bien sus acciones han sido importantes, de manera aislada no han tenido la fuerza necesaria. Sólo la Conferencia ha sido capaz de traer en este momento una incidencia importante sobre el tema. Hay un trabajo pasado valiosísimo de todas estas organizaciones que han sido las constructoras, de alguna manera, de esta conferencia. Pero, si no hay un mecanismo articulador, el aislamiento puede ser peligroso. Lo peor que podríamos sacar de Cochabamba es que no armemos rápidamente una estructura. Lógicamente no es parecida a la del Foro Social Mundial, porque no es nuestro interés. Queremos una estructura distinta, no necesita tener secretaría, mecanismos burocráticos tradicionales. Por eso, el documento redactado no dice “se constituye” sino “se construirá” y seguramente en los próximos meses habrá que construir esa estructura.
 
¿Qué hay de concreto sobre el referendo y el Tribunal?
 
No es posible hacer el referendo como una votación electoral mundial, en cada país, como debería ser, porque sabemos que hay países que no tienen interés de hacerlo, de aceptar la posibilidad de que los pueblos opinen. Pero ahí están las organizaciones sociales que lo pueden hacer desde diferentes mecanismos: por internet, libros; las comunidades indígenas lo harán por usos y costumbres y en otros países lo haremos mediante votación. Lo importante es fijar un momento, casi a unísono, para hacer el referendo y para tener impacto mundial. El referendo no es tan valioso por la legalidad que tenga, sino por su legitimidad moral. En el caso del Tribunal, esto es todavía una construcción lenta, es una propuesta que surge con cada vez más adeptos, pero todavía la ONU no la va a considerar por un hecho de concepción. Hay que seguir generando la demanda y la presión para que eso exista. Una vez que se comience a vislumbrar que hay casi un consenso mundial de que tiene que haber una instancia que juzgue legalmente, ahí podríamos hablar específicamente de su estructura y funcionamiento.
 
En cuanto a la mesa 18, hecha para discutir específicamente los impactos ambientales en Bolivia, ¿Qué le pareció al Gobierno?
 
Esta mesa no era oficial porque la cumbre era para temas globales. Los problemas nacionales, si bien son importantes, no correspondían tratarse en su especificidad ahí, porque Colombia también podría traerlos o Perú o Japón. Eso no significa que no haya que abordarlos. Eso no quita que aquí tengamos que reconocer que hay corrientes en las propias estructuras de ese proceso de transformación del país de visiones más desarrollistas y visiones más de sustentabilidad. Lo único que se pidió es que no pusieran en riesgo la conferencia, en términos de dar motivos a la prensa internacional, manejada sobretodo por intereses económicos, para que la desprestigien. El rol de los compañeros que trabajaron esa temática fue totalmente ecuánime, no supuso ningún riesgo. Se pidió que ellos entrasen a una de las 17 mesas con sus temas, pero desde un punto de vista más global. Como se pudo ver en los documentos de la Cumbre, existen críticas a los megaproyectos que ellos trabajaron en esa mesa 18.
 
América XXI, Año VIII, No. 61, mayo de 2010
https://www.alainet.org/pt/node/141246
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