Conflicto que está mostrando un nuevo personaje de la política

Ricardo Erich

07/06/2008
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¡Qué nos está pasando! ¿Es posible que en este país se manifieste gratuitamente una intransigencia sindical como la de ADEOM, que jaquea a la Intendencia, la que de ser una empresa privada, ya estaría cerrando sus puertas? ¿Cómo es posible que la actitud de un gobierno comunal, que más vale no calificar, de haber aprobado aumentos impagables a sus funcionarios, no sea atendida como antecedente para bajar los decibeles de un conflicto que ahora, por la presión popular, parece haber ingresado en un impasse positivo? ¿Cómo es posible que los trabajadores de la IMM no comprendan que es imposible que el grueso de los ingresos presupuestales, en lugar de ser invertidos en necesarias obras para mejorar Montevideo, deban integrar una bolsa que parece sin fondo destinada a pagar solo salarios y compensaciones?

Claro, el caso de ADEOM es bastante atípico dentro del movimiento sindical uruguayo, porque sus posiciones de “intransigencia” son casi inéditas. Quizás solo pueden equipararse con algunas ocupaciones de plantas, como la de la textil Dancotex, cuya patronal tenía “la soga al cuello” y con la medida aplicada por los trabajadores en Montevideo, que le imposibilitaron emerger con alguna posibilidad de una evidente crisis que podría haber determinado, de ser más comprensivas las partes, el funcionamiento de la planta en Colonia. Algo parecido ocurrió con la imprenta Vanni, empresa que comenzó a deteriorarse por una equivocada ecuación económica y que los trabajadores quisieron superar con voluntarismo ocupando la planta, haciendo autogestión de la empresa, la que duró mientras hubieron insumos suficientes que caducaron por dos motivos: falta de capital para su reposición y las medidas judiciales que determinaron que los trabajadores no podían continuar adelante usufructuando bienes que no les pertenecían, en una tardía protección del derecho a la propiedad, que es una prerrogativa consagrada por nuestra Constitución.

Ahora se están rematando los bienes de la imprenta por decisión del Banco de la República, que es un fuerte acreedor del propietario. En definitiva, al igual que en el caso de la textil quién en su momento fue una empresa de punta en ese rubro e intentó competir, por calidad, con las telas baratas llegadas desde Asia, las dos empresas se convertirán en recuerdos de un pasado mejor y los trabajadores que con la mejor de las intenciones, inspirados en claros preceptos de la “lucha de clases”, trataron de imponer su fuerza organizada a la de los empresarios, se quedarán finalmente mano sobre mano, engrosando en la mayoría de los casos el grupos de los desocupados.

Los que lucharon por su trabajo, lo defendieron con el sacrificio enorme que significó aguantar una ocupación, no advirtieron que las ecuaciones económicas tienen factores inamovibles. Que ninguna planta industrial puede funcionar sin insumos, sin capital de giro, sin organizar su administración y sus ventas. Algunos empresarios, en otras situaciones, estuvieron en condiciones de dar un paso atrás. Pero otros, con la “soga al cuello”, no tuvieron fuerzas suficientes para poder revertir la situación planteada pese a que intentaron, con medidas judiciales, que se cumplieron casi a desgano, bajaron la guardia y abandonaron lo que para algunos de ellos era fruto del trabajo de varias generaciones de una familia.

Ahora habría que pasar raya y sacar las cuentas en un saldo final sobre estrategias, caminos que se eligen para la lucha y la incapacidad que tiene muchas veces el país para sacar adelante con soluciones, situaciones tan enredadas. El gobierno, a través del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, sigue sosteniendo que la ocupación es una extensión del derecho de huelga consagrado también en la Constitución. Claro, es difícil, introducirse en el análisis de cada punto, por oposición que existe entre la ocupación con el derecho a la propiedad. Lo que es evidente, y en esto debemos ser bien claro, es que la estrategia de la ocupación muchas veces pone a una empresa al borde del descalabro final. Y con esto no queremos darle tampoco la razón a muchos empresarios que, lo sabemos muy bien, casi siempre tratan de sacar partido de la debilidad de los trabajadores que, en todos los casos cuando se trata de las empresas privadas, tienen una dependencia de políticas que ellos no pueden revertir y muchas veces son victimizados por patronales despóticas que se manejan como los famosos propietarios de los obrajes de El Chaco argentino - paraguayo, que tan bien describe la cantata, “La forestal”, del rosarino Rafael Ielpi.

¿Por qué hablamos de estos tres conflictos, dos ya resueltos de manera lamentable para los intereses de los trabajadores y el otro, el que enfrenta a ADEOM con el gobierno municipal, que en este aparente remanso de las últimas horas, todavía tiene un final incierto? Lo hacemos porque la opinión pública ha reaccionado, ante la intransigencia del gremio, representante de uno de los grupos de trabajadores que están, entre otros privilegiados, como los mejores pagos de la administración pública, y masivamente está apuntalando al intendente Ricardo Erich, un hombre correcto, integro, quizás sin la suficiente experiencia en la función que aceptó el cargo ante la insistencia de su grupo político, el MPP, que quiso repetir con él un fenómeno parecido al que ocurriera años atrás con Tabaré Vázquez.

No advirtieron que Vázquez y Erich son dos personalidades distintas. El primero con un carisma personal innegable y una capacidad innata para la política, que lo llevó a liderar a ese conglomerado verdaderamente heterogéneo que es el Frente Amplio. El actual intendente de Montevideo tiene una personalidad distinta a la de nuestro Presidente, es metódico, pensativo, parsimonioso al hablar, de apariencia tímida, que, quizás, esté a disgusto en la función asignada al frente de la comuna, y hubiera preferido continuar en su labor como científico, en que se desenvolvía como pez en el agua.

Un ser pensante, sin experiencia – nos parece – en las lides de comités de base, plenarios y congresos, que trata de hacer las cosas lo mejor que puede timoneando con dificultad esa gigantesca nave que es la IMM, estando jaqueado, además, por la difícil interna frenteamplista la que se enrareció aún más cuando se convirtiera en “hombre fuerte” del MLN, Julio Marenales.

A Erich le tocó bailar con todas las más feas del salón. Porque a la larga situación de tirantez y conflicto intermitentes con ADEOM, se le sumaron las decisiones que tuvo que adoptar en torno a la situación de los Casinos municipales, que bajo la gestión de Bengoa, perdieron muchos millones de dólares. Un conflicto donde cualquier decisión que adoptaba, en uno y otro sentido, eran resistidas por sectores distintos de la propia coalición de izquierda.

Allí Erich debió mostrar, quizás, más firmeza que la que tuvo para cortar por lo sano, haciendo investigar a fondo una situación de la que le fue informado ya antes de asumir su cargo. Hubo titubeos y algunas debilidades que no vale la pena hoy enumerar, porque en definitiva sus acciones, algo parsimoniosas como es su propia personalidad, finalmente se cumplieron y el tema pasó, como debió hacerse desde un principio, a la Justicia. Todos conocemos el resto de la historia.

La situación con ADEOM es todavía un dolor de cabeza para nuestro Lord mayor que, seguramente, en muchas ocasiones añorará la tranquilidad formal de los claustros en que pasó toda su vida. Recordemos que nuestro intendente tiene el mérito sorprendente de haber estudiado parte de su carrera en la cárcel de la dictadura, donde no solo salió provisto de savia bonhomía y de una notable comprensión por lo social, sino también de conocimientos científicos producto de un esfuerzo doblemente difícil, casi sublime para uno de los tantos presos, perseguidos por sus ideas.

No cabe duda que en este conflicto, como en los anteriores que reseñamos, se impondrá la lógica que, en ocasiones, es negativa para todos (las dos plantas cerradas son una muestra) y en otros casos, se encuentran caminos de solución, adecuados, que encaucen la irracionalidad de la lucha planteada hacia un mar de tranquilidad en el cual la IMM pueda emprender, con potencia y dinamismo, su función esencial, la de mejorar la ciudad para fomentar que sea un habitad adecuado para una población, hoy sufrida y castigada por impuestos demasiado onerosos. Punto que no podíamos dejar afuera aunque sea al pasar.

Ehrlich, no sabemos, si continuará adelante en su tarea política. Pero la verdad que ADEOM con su intransigencia “ultra” y sin miramientos, explotando una fallida resolución de un gobierno anterior, lo único que está logrando es que la mayoría de los montevideanos estén indignados con un accionar anti solidario, irracional, que (en razón de la frialdad de las resoluciones firmadas) quizás tenga el apoyo de la Justicia, pero no de los montevideanos que lo ven como un malsano escollo irracional que se opone a que la ciudad se desarrolle.

Por eso Ehrlich, más allá de su vocación e imagen y de la “olla de grillos” que timonea, es hoy un político que ha logrado el apoyo de la mayoría.

- Carlos Santiago es Periodista.
https://www.alainet.org/pt/node/127991?language=en
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