¿Qué pasa con los movimientos sociales en Venezuela?
21/10/2007
- Opinión
Es evidente que el nombre de Venezuela ha estado resonando en todo el continente y el resto del mundo con mayor fuerza en los últimos 18 años a partir de los sucesos conocidos como “El Caracazo”. El volumen de las noticias aumentó en los últimos años con la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999. Ahora bien, es importante también hacernos algunas preguntas: ¿Suenan del mismo modo los movimientos sociales de Venezuela? ¿Cuál es la presencia y dinamismo que tienen en la escena nacional e internacional? ¿Qué liderazgo tienen en la lucha global que se desarrolla hoy en el planeta?
Hablar de los movimientos sociales en Venezuela y dar respuestas a estas preguntas puede ser, de hecho, estimular una polémica y contribuir a un debate necesario que se ha pospuesto una y otra vez. Pero también, podría ser una oportunidad para abordar otro punto de vista, un nuevo paradigma o una manera distinta de observar a los movimientos sociales hoy en todo el continente, respecto a los cambios en que se han producido en los gobiernos de varios países importantes como la propia Venezuela, pero también Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador, donde probablemente se plantean las mismas situaciones.
Si evaluáramos de manera tradicional a los movimientos sociales hoy en Venezuela, podríamos concluir, salvo pocas excepciones, en que se caracterizan por una debilidad organizativa propositiva, cierta dispersión y desarticulación, carentes de visibilidad, sin una plataforma de lucha clara, padeciendo de la autocensura, carentes de iniciativa política propia, niveles de institucionalización de algunos y más bien en una alineación casi vertical con las políticas del Estado.
Pero posiblemente, la Revolución Bolivariana también nos esté proponiendo una nueva época para los movimientos sociales, otorgándoles a éstos un rol protagónico en las políticas públicas y en la configuración de un Nuevo Modelo de Estado. Al mismo tiempo que, a nivel internacional, el gobierno venezolano desarrolla relaciones fluidas con casi todos movimientos sociales de América Latina y del resto del mundo, resultado de espacios inéditos como el Consejo Consultivo de los Movimientos Sociales de ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas)
Abreviando la historia
La historia de los movimientos sociales en Venezuela no es muy diferente a la de otros países de América Latina donde los partidos políticos fueron, poco a poco, fundando las organizaciones sociales, como el medio para organizar a la población, según diversos intereses y necesidades.
Apenas en las primeras décadas del siglo pasado, los fundadores de los primeros partidos políticos, antecesores de los actuales, generalmente provenientes del movimiento estudiantil, se dieron a la tarea de crear los primeros sindicatos y organizar a los campesinos, entre otros sectores de la sociedad.
Este modelo sustentado en el esquema leninista de los partidos, se afianzó, incluso en el caso de las organizaciones de izquierda que constituyeron diversos “frentes” para organizar a las masas. Y que en el caso venezolano también tuvo su fuente en las aulas universitarias que desembocaron en la lucha armada de los años 60.
A principios de la década de los años 90, la implementación del modelo neoliberal encuentra a los partidos políticos en su más bajo nivel de deterioro, en vista de su incapacidad para interpretar los nuevos tiempos y las necesidades de más del 80% de la población excluida de los beneficios de la renta petrolera. Era tal el deterioro, que no se podía entender que un estallido social como El Caracazo no tuviera un liderazgo político. Y mientras la abstención electoral aumentaba y la credibilidad de la democracia como sistema se resentía, el clímax de la crisis política lo constituyó el intento de golpe de estado de 1992 encabezado por el actual presidente Hugo Chávez.
Como en otras épocas de la historia, la sociedad venezolana voltearía la mirada hacia el sector militar como proveedor de salidas a las crisis, al mismo tiempo que éste mismo sector reclamaría para sí el liderazgo de los cambios por venir.
Hablar de los movimientos sociales es realizar una narración en paralelo con la historia de los partidos políticos. Es así como con cierto rezago con respecto al resto del continente, y coincidiendo con el deterioro de las organizaciones políticas se desarrollan en Venezuela algunos movimientos de trabajadores con enfoque clasista, surge el movimiento vecinal, el movimiento de mujeres, un movimiento por la defensa de los derechos humanos, especialmente de los DESC, pero también se producen algunas alternativas en el movimiento estudiantil, la mayoría reivindicando algunos niveles de independencia y autonomía.
Sin embargo, tanto en el Caracazo de 1989, como en el intento de golpe de 1992, estos movimientos quedan descolocados frente a las nuevas realidades. De hecho, las diversas agrupaciones políticas de izquierda que promovieron algunos de los movimientos mencionados quedan fuera de juego y posteriormente se van integrando, poco a poco, a la iniciativa bolivariana que propone el entonces candidato Chávez.
De hecho, el presidente Chávez, consciente de la situación del tejido social en Venezuela hizo una campaña total que abarcó a todos los sectores del país, inclusive más allá de la izquierda. Hasta tal punto que pudo captar a las bases de los partidos mayoritarios: Acción Democrática y el Partido Demócrata Cristiano (COPEI). En este caso la meta no era organizar a las masas, sino ganar las elecciones.
Sin embargo, una vez que llega al poder, el presidente ha seguido empeñado en re-construir el tejido social y organizativo de la población, especialmente en lo que respecta al liderazgo del proceso revolucionario. En el entendido que su Movimiento Quinta República y el resto de los partidos que lo apoyan sirvieron fundamentalmente para ganar las elecciones, pero no representaban cabalmente el partido de la revolución ni interpretaban la organización de los sectores sociales en Venezuela.
¿Dónde están los movimientos sociales?
Prácticamente, desde 1999, las iniciativas del gobierno se han orientado a demoler viejas estructuras organizativas, rescatar algunas de ellas y construir nuevos espacios de participación popular que permitan fortalecer las bases del proceso de cambio.
Inicialmente, apeló al movimiento MBR-200, aquellos núcleos militares que le permitieron organizar el intento de golpe de estado de 1992 como un mecanismo cívico-militar de respaldo al proceso revolucionario que comenzó con la toma del poder en 1999. Posteriormente, se lanzaron los círculos bolivarianos que incorporaron la necesidad de la formación, el debate y la acción propositiva de quienes apoyaran el proceso en su medio local.
Posteriormente, se constituyó en una política de Estado la creación de pequeñas estructuras que acompañaran el desarrollo de las políticas públicas. Es así como surgen los Comités de Tierra Urbana y Rural en el marco de las políticas de vivienda; los Comités de Salud en el marco del programa Barrio Adentro; los Comités de Alimentación en el marco de MERCAL, los Comités de Protección Social, para apoyar la Misión Negra Hipólita y muchos otros más en diversos programas, hasta tal punto que incluso se solapaban unos programas con otros, amén de la acción que intentaban otras estructuras ya existentes tales como las juntas parroquiales y los centros municipales de atención integral. Ya existían las mesas técnicas de agua, y actualmente se empiezan a conformar las mesas técnicas de energía, comunicaciones y desechos sólidos.
En algunos momentos, tomó fuerza una política de conformación de frentes. Así, surgieron: la Fuerza Bolivariana de Trabajadores, la Fuerza Bolivariana de Mujeres, el Frente Estudiantil Bolivariano, entre otros.
La mayoría de estas iniciativas, aún está lejos de constituir movimientos sociales, y en algunos casos proveen un importante voluntariado para la ejecución de los programas sociales del gobierno. Aún persisten los movimientos sociales tradicionales y otros han cedido su fuerza para participar con más bríos en la acción gubernamental. ¿Hasta qué punto se ha repetido un esquema utilizado por las fuerzas políticas que pretenden organizar a la sociedad desde el Estado, favoreciendo esquemas de cooptación de los movimientos sociales?
El movimiento obrero y sindical
Si bien en varias ocasiones el presidente Chávez lo ha convocado para que asuma papeles de vanguardia en el proceso revolucionario, lo cierto es que en este caso, observamos la clásica situación del paralelismo sindical como estrategia que ha generado una situación indefinida: ni se ha construido una Central Sindical fuerte, alineada con el proceso de cambio, ni se ha fortalecido la unidad sindical entre las propias fuerzas que apoyan al gobierno. En el año 2000 se convocó a un referéndum sindical para exigir elecciones democráticas en la principal central del país, la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), donde convergían varios partidos del status, con el liderazgo de Acción Democrática. Una vez que ganó el SI, posteriormente, en medio de denuncias de fraude, no fue posible derrotar a la dirigencia de la CTV y, unos años más tarde, un grupo de sindicatos y sindicalistas fundaron la Unión de Trabajadores de Venezuela (UNETE).
Aún con la creación de UNETE, los trabajadores del país siguen fragmentados en dos o más agrupaciones por sector que reivindican los mismos derechos y se disputan la interlocución con las empresas e instituciones públicas. La mayoría de ellos está concentrada en resolver la situación de los contratos colectivos como una manera de asegurar beneficios salariales en medio del boom petrolero. En tal sentido, se hacen de la vista gorda ante la precarización del empleo que amenaza a algunos sectores a través de la contratación de cooperativas que disminuyen los beneficios sociales de los trabajadores. Sin embargo, en otros temas de la agenda laboral que están vinculados con el nuevo modelo económico, los trabajadores están rezagados respecto a la iniciativa gubernamental. Temas como la cogestión, las empresas recuperadas y el control obrero de algunas industrias quedan para el discurso o la lucha por el protagonismo entre las corrientes que conviven en esta central.
Entre los sectores que más destacan encontramos a los trabajadores petroleros y a los empleados públicos, debido a la gran sensibilidad de estos sectores, y al papel protagónico que han jugado sobre todo los primeros en los recordados eventos del paro patronal y sabotaje petrolero de 2002 y 2003. Pero en la actualidad son los trabajadores de la salud y posiblemente los maestros quienes están llamados a dinamizar la situación, también con demandas salariales. Recientemente, una expresión de la búsqueda en este sector constituye la creación de una corriente al interior de UNETE como es la Corriente Clasista Unitaria Revolucionaria Autónoma (CC-MURA)
El movimiento campesino
Este sector viene atravesando un período crítico. Producto de la política de democratización de la propiedad de la tierra, que ha distribuido millones de hectáreas entre los campesinos, algunos dirigentes se han convertido en objetivo de la política de algunos grupos de latifundistas, que han producido decenas de asesinatos de dirigentes campesinos, principalmente en lugares cercanos a las fronteras.
Las características de este movimiento son interesantes porque, aunque están divididos fundamentalmente entre quienes retomaron la Federación Campesina de Venezuela y el Frente Campesino Ezequiel Zamora, presentan un perfil de mucha seriedad a la hora de realizar sus propuestas, exigiendo no sólo la tierra sino también la asistencia técnica y crediticia necesaria para trabajarla. Su propuesta organizativa y educativa avanza sin prisa pero sin pausa en varios estados del país. Junto a otros sectores han tomado las calles en más de una ocasión para reivindicar el derecho a la tierra, la denuncia de los asesinatos y la concreción de las políticas agrarias.
El movimiento de mujeres
En este caso, ya encontramos diferencias respecto al resto de los movimientos.
Posiblemente, este sea el movimiento que más se ha institucionalizado. Después de las luchas de los años 80, cuando las organizaciones de mujeres formaron un solo bloque para luchar por un nuevo código civil y luego de una acción política muy importante a través de la Coordinadora No Gubernamental de Mujeres, este sector es reconocido como el de mayor avance en las conquistas sociales. La creación del Instituto Nacional de la Mujer, la lucha por la participación paritaria en la Asamblea Nacional y otras entidades políticas y del Estado, la Ley contra la violencia doméstica, ya son realidades palpables. Incluso, en este último caso, la infraestructura de la Fiscalía General de la República no es suficiente para dar respuesta a las demandas de las mujeres. De los cinco poderes del Estado, tres están encabezados por mujeres.
Sin embargo, cabe preguntarse, si una vez que se logran importantes avances en términos institucionales ¿cómo continúan las luchas sociales de las mujeres?
El movimiento indígena
Uno de los sectores de la población otrora invisible para la sociedad venezolana, algunos argumentan que por su tamaño (un 3% de la población), ha sido de los que mayor reconocimiento ha tenido por parte del Estado venezolano, incluso superando en más de una ocasión sus expectativas. Agrupados en el Consejo Nacional Indio de Venezuela, más de 20 pueblos indígenas tenían que enfrentar el olvido y la marginación de los mestizos que prevalecían en las decisiones y la conducción del país.
Pero a partir de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 se comienza a resarcir este olvido con el reconocimiento de su contribución a la conformación de la sociedad venezolana y se consagran los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo la previsión de una delimitación de territorios. Aparte de tener un lugar privilegiado en las políticas sociales, los avances en materia de integración y respeto a sus culturas, este año se alcanzó un punto máximo de este reconocimiento con la creación del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas.
Sin embargo, es imposible obviar que la satisfacción completa de las necesidades de los indígenas aún están lejos de haber sido resueltas, dada la cuantiosa deuda social que se tiene con este sector de la población. La presencia de indígenas en las grandes ciudades en situación de indigencia y las amenazas que sobre ellos continúan, producto del atractivo de grandes riquezas existentes en su hábitat, son temas candentes que se mantienen en agenda.
El movimiento estudiantil
Producto de las movilizaciones estudiantiles de este año, este sector ha cobrado cierta relevancia o al menos interés de parte de los actores políticos. Principalmente, se trata de jóvenes estudiantes que provienen de las universidades autónomas y privadas, cuyos líderes se han identificado con partidos opositores. Pero, como la polarización ha tenido su efecto también en el sector, a una dirigencia estudiantil claramente opositora le ha salido al paso otra dirigencia estudiantil plenamente pro-gobierno que obtiene un reconocimiento especial a través de una Comisión Presidencial Estudiantil donde participa directamente el Vicepresidente de la República. A este sector habrá que prestarle mucha atención este y el próximo año, ya que se convertirá en arena para la disputa del liderazgo entre gobierno y oposición.
Otros movimientos
Los ecologistas o ambientalistas, las ONG’s, derechos humanos, cooperativas han quedado muy debilitados en los últimos años. Por una parte, varias de estas organizaciones han transitado por dificultades propias relacionadas con su interpretación de las nuevas realidades, en algunos casos se han quedado sin agenda o plataforma de lucha, y en otros, su iniciativa ha quedado rezagada y sobrepasada por la audacia y el poder de las propuestas gubernamentales. Un caso emblemático es el movimiento cooperativo que modestamente contemplaba 800 cooperativas en 1999, y que luego de una agresiva política gubernamental, la cantidad de cooperativas aumentó a más de 150.000. Sin embargo, ello no ha redundado en un crecimiento del movimiento ni de un protagonismo respecto a la construcción de la economía social en el país. Es evidente, que las relaciones Estado – Sociedad han cambiado y el gobierno privilegia la relación directa con la población sin pasar por estructuras intermedias.
Pero por otra parte, hay que reconocer el avance de los medios alternativos de comunicación o medios comunitarios, decenas de iniciativas de radio, TV y prensa popular, los cuales han germinado y se han reproducido por todo el país, luego de jugar un papel estelar en la época del golpe de estado de 2002. Como a otros sectores se les acusa de ser amplificadores de la vocería gubernamental. Pero también es cierto, que mantienen la lucha por el reconocimiento oficial, la emisión de permisos y el acceso al financiamiento mediante fondos públicos de estos medios comunitarios
Recientemente, con motivo de la Reforma Constitucional, dos sectores obviados en 1999: los afro descendientes y las minorías sexuales, han alzado su voz para obtener un reconocimiento explícito que derive posteriormente en políticas públicas adecuadas para resarcir la deuda social existente con estos sectores.
Más allá de las fronteras
Poco a poco los movimientos sociales venezolanos empiezan a incrementar su participación en los escenarios internacionales. Por una parte, son requeridos por los visitantes de movimientos sociales de otros países, y también son reclamados para participar en eventos e instancias fuera de las fronteras nacionales. Sin embargo, llama la atención la fuerte presencia en estos escenarios de funcionarios gubernamentales que realizan los intercambios con los movimientos de otros países. Son estos representantes del gobierno, quienes toman la palabra, presentan las políticas sociales e incluso promueven convenios con sectores campesinos, obreros, de la economía solidaria, entre otros, de dichos países.
Relación entre movimientos sociales y Estado
La relación actual entre movimientos y Estado en Venezuela transita un momento que dista de ser estable u homogéneo. Esta relación a veces es tensa o en ocasiones fluida debido al apoyo incondicional de grandes sectores de la población y factores del liderazgo social, económico y político.
En una primera instancia, la redefinición del modelo político, económico y social que se realizó a través de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 asumió las banderas de luchas del pueblo venezolano muchas veces pospuesta, lo cual quedó plasmado en el desarrollo y carácter progresivo de los derechos humanos, laborales y de las mujeres; la afirmación de la soberanía respecto a las riquezas naturales y las industrias básicas, la propiedad de la tierra, defensa del ambiente, integración física y soberanía alimentaria, entre otros elementos. De este modo, a partir de ese momento, el Estado asumió la promoción y posiblemente la sustitución de los objetivos de los movimientos sociales.
Y aquí es donde entra en juego una mirada distinta a la tradicional. ¿Hasta dónde los movimientos sociales venezolanos, aún desde sus debilidades, han podido abrirse paso en el nuevo Estado y ocupar espacio en las políticas públicas? ¿Hasta dónde un número importante de líderes sociales, ahora como funcionarios públicos, encarnan las plataformas de lucha del pueblo venezolano desde la institucionalidad? ¿Hasta dónde se podrán mantener o contener las demandas sociales de grandes sectores de la población, en momentos donde la renta petrolera no es suficiente?
Nadie puede negar la intensa movilización que se ha producido en la población venezolana desde 1999. Con la Asamblea Nacional Constituyente, la decena de procesos electorales, la participación en las misiones educativas, de salud, alimentación, protección social, hábitat, árbol y demás iniciativas gubernamentales. Otras instituciones del resto de los poderes se vieron obligadas a ensayar modelos alternativos de participación de la población para no quedarse atrás como poderes constituidos. Es el caso de la Asamblea Nacional que implementó el parlamentarismo social de calle, llevando sus sesiones a los espacios públicos.
Un grupo importante de la población, estimado en más del 35%, acude a cada convocatoria del gobierno para las movilizaciones. Un número menor pero significativo ha participado y está participando de las organizaciones que forman parte de las políticas públicas de educación, salud, vivienda, alimentación, ambiente, etc. Sin embargo, vale decir que otros sectores minoritarios de la población son excluidos, incluso personas que apoyan el proceso, en la medida que expresen elementos de disidencia o cuestionamientos a determinadas acciones o políticas. ¿Estamos en presencia de una participación tutelada, donde hay poco espacio para la crítica o la autocrítica? Es importante destacar el número constante y en aumento de las manifestaciones públicas que en su mayor parte son protagonizadas por ciudadanos y ciudadanas que apoyan el proceso revolucionario.
Dos elementos nuevos: Los consejos comunales y el PSUV
Vale la pena destacar cómo esta unidad organizativa para 200 a 400 familias, prevista en el sistema de planificación participativa se está convirtiendo en el nuevo paradigma de la organización social en Venezuela. Participan por igual todos los sectores de la población, inclusive la clase media. Reciben y administran fondos públicos. Están llamados a realizar la contraloría social de las políticas gubernamentales. Se propone que sean la base del autogobierno de las futuras comunas y ciudades, mediante la transferencia de competencias que anteriormente tenían municipios y gobiernos regionales. El gobierno se propuso crear 50 mil, se han creado 25 mil y posiblemente unos 5 mil hayan recibido fondos. Todas cifras increíbles para lo que supone organizar a la sociedad. El debate está planteado: ¿se trata de nuevas estructuras para la práctica de la democracia participativa? ¿O es un nuevo mecanismo para la cooptación de los movimientos sociales?
Al mismo tiempo, durante este año se ha desarrollado un proceso inédito en Venezuela, la construcción de un partido, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), desde cero, desde las bases, desde pequeñas unidades de la población. Es algo único, miles de unidades denominadas batallones realizan asambleas semanales, eligen voceros y comisionados, y próximamente elegirán delegados para un Congreso Fundacional. ¿Cómo se planteará el PSUV la relación con los movimientos sociales? Por el momento, llama la atención que los voceros del partido sean, en su mayoría, dirigentes que ocupan posiciones de gobierno y del resto de los poderes del Estado.
Julio Fermín es miembro de ALAI y del Equipo de Formación, Información y Publicaciones (EFIP) de Caracas.
Hablar de los movimientos sociales en Venezuela y dar respuestas a estas preguntas puede ser, de hecho, estimular una polémica y contribuir a un debate necesario que se ha pospuesto una y otra vez. Pero también, podría ser una oportunidad para abordar otro punto de vista, un nuevo paradigma o una manera distinta de observar a los movimientos sociales hoy en todo el continente, respecto a los cambios en que se han producido en los gobiernos de varios países importantes como la propia Venezuela, pero también Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador, donde probablemente se plantean las mismas situaciones.
Si evaluáramos de manera tradicional a los movimientos sociales hoy en Venezuela, podríamos concluir, salvo pocas excepciones, en que se caracterizan por una debilidad organizativa propositiva, cierta dispersión y desarticulación, carentes de visibilidad, sin una plataforma de lucha clara, padeciendo de la autocensura, carentes de iniciativa política propia, niveles de institucionalización de algunos y más bien en una alineación casi vertical con las políticas del Estado.
Pero posiblemente, la Revolución Bolivariana también nos esté proponiendo una nueva época para los movimientos sociales, otorgándoles a éstos un rol protagónico en las políticas públicas y en la configuración de un Nuevo Modelo de Estado. Al mismo tiempo que, a nivel internacional, el gobierno venezolano desarrolla relaciones fluidas con casi todos movimientos sociales de América Latina y del resto del mundo, resultado de espacios inéditos como el Consejo Consultivo de los Movimientos Sociales de ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas)
Abreviando la historia
La historia de los movimientos sociales en Venezuela no es muy diferente a la de otros países de América Latina donde los partidos políticos fueron, poco a poco, fundando las organizaciones sociales, como el medio para organizar a la población, según diversos intereses y necesidades.
Apenas en las primeras décadas del siglo pasado, los fundadores de los primeros partidos políticos, antecesores de los actuales, generalmente provenientes del movimiento estudiantil, se dieron a la tarea de crear los primeros sindicatos y organizar a los campesinos, entre otros sectores de la sociedad.
Este modelo sustentado en el esquema leninista de los partidos, se afianzó, incluso en el caso de las organizaciones de izquierda que constituyeron diversos “frentes” para organizar a las masas. Y que en el caso venezolano también tuvo su fuente en las aulas universitarias que desembocaron en la lucha armada de los años 60.
A principios de la década de los años 90, la implementación del modelo neoliberal encuentra a los partidos políticos en su más bajo nivel de deterioro, en vista de su incapacidad para interpretar los nuevos tiempos y las necesidades de más del 80% de la población excluida de los beneficios de la renta petrolera. Era tal el deterioro, que no se podía entender que un estallido social como El Caracazo no tuviera un liderazgo político. Y mientras la abstención electoral aumentaba y la credibilidad de la democracia como sistema se resentía, el clímax de la crisis política lo constituyó el intento de golpe de estado de 1992 encabezado por el actual presidente Hugo Chávez.
Como en otras épocas de la historia, la sociedad venezolana voltearía la mirada hacia el sector militar como proveedor de salidas a las crisis, al mismo tiempo que éste mismo sector reclamaría para sí el liderazgo de los cambios por venir.
Hablar de los movimientos sociales es realizar una narración en paralelo con la historia de los partidos políticos. Es así como con cierto rezago con respecto al resto del continente, y coincidiendo con el deterioro de las organizaciones políticas se desarrollan en Venezuela algunos movimientos de trabajadores con enfoque clasista, surge el movimiento vecinal, el movimiento de mujeres, un movimiento por la defensa de los derechos humanos, especialmente de los DESC, pero también se producen algunas alternativas en el movimiento estudiantil, la mayoría reivindicando algunos niveles de independencia y autonomía.
Sin embargo, tanto en el Caracazo de 1989, como en el intento de golpe de 1992, estos movimientos quedan descolocados frente a las nuevas realidades. De hecho, las diversas agrupaciones políticas de izquierda que promovieron algunos de los movimientos mencionados quedan fuera de juego y posteriormente se van integrando, poco a poco, a la iniciativa bolivariana que propone el entonces candidato Chávez.
De hecho, el presidente Chávez, consciente de la situación del tejido social en Venezuela hizo una campaña total que abarcó a todos los sectores del país, inclusive más allá de la izquierda. Hasta tal punto que pudo captar a las bases de los partidos mayoritarios: Acción Democrática y el Partido Demócrata Cristiano (COPEI). En este caso la meta no era organizar a las masas, sino ganar las elecciones.
Sin embargo, una vez que llega al poder, el presidente ha seguido empeñado en re-construir el tejido social y organizativo de la población, especialmente en lo que respecta al liderazgo del proceso revolucionario. En el entendido que su Movimiento Quinta República y el resto de los partidos que lo apoyan sirvieron fundamentalmente para ganar las elecciones, pero no representaban cabalmente el partido de la revolución ni interpretaban la organización de los sectores sociales en Venezuela.
¿Dónde están los movimientos sociales?
Prácticamente, desde 1999, las iniciativas del gobierno se han orientado a demoler viejas estructuras organizativas, rescatar algunas de ellas y construir nuevos espacios de participación popular que permitan fortalecer las bases del proceso de cambio.
Inicialmente, apeló al movimiento MBR-200, aquellos núcleos militares que le permitieron organizar el intento de golpe de estado de 1992 como un mecanismo cívico-militar de respaldo al proceso revolucionario que comenzó con la toma del poder en 1999. Posteriormente, se lanzaron los círculos bolivarianos que incorporaron la necesidad de la formación, el debate y la acción propositiva de quienes apoyaran el proceso en su medio local.
Posteriormente, se constituyó en una política de Estado la creación de pequeñas estructuras que acompañaran el desarrollo de las políticas públicas. Es así como surgen los Comités de Tierra Urbana y Rural en el marco de las políticas de vivienda; los Comités de Salud en el marco del programa Barrio Adentro; los Comités de Alimentación en el marco de MERCAL, los Comités de Protección Social, para apoyar la Misión Negra Hipólita y muchos otros más en diversos programas, hasta tal punto que incluso se solapaban unos programas con otros, amén de la acción que intentaban otras estructuras ya existentes tales como las juntas parroquiales y los centros municipales de atención integral. Ya existían las mesas técnicas de agua, y actualmente se empiezan a conformar las mesas técnicas de energía, comunicaciones y desechos sólidos.
En algunos momentos, tomó fuerza una política de conformación de frentes. Así, surgieron: la Fuerza Bolivariana de Trabajadores, la Fuerza Bolivariana de Mujeres, el Frente Estudiantil Bolivariano, entre otros.
La mayoría de estas iniciativas, aún está lejos de constituir movimientos sociales, y en algunos casos proveen un importante voluntariado para la ejecución de los programas sociales del gobierno. Aún persisten los movimientos sociales tradicionales y otros han cedido su fuerza para participar con más bríos en la acción gubernamental. ¿Hasta qué punto se ha repetido un esquema utilizado por las fuerzas políticas que pretenden organizar a la sociedad desde el Estado, favoreciendo esquemas de cooptación de los movimientos sociales?
El movimiento obrero y sindical
Si bien en varias ocasiones el presidente Chávez lo ha convocado para que asuma papeles de vanguardia en el proceso revolucionario, lo cierto es que en este caso, observamos la clásica situación del paralelismo sindical como estrategia que ha generado una situación indefinida: ni se ha construido una Central Sindical fuerte, alineada con el proceso de cambio, ni se ha fortalecido la unidad sindical entre las propias fuerzas que apoyan al gobierno. En el año 2000 se convocó a un referéndum sindical para exigir elecciones democráticas en la principal central del país, la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), donde convergían varios partidos del status, con el liderazgo de Acción Democrática. Una vez que ganó el SI, posteriormente, en medio de denuncias de fraude, no fue posible derrotar a la dirigencia de la CTV y, unos años más tarde, un grupo de sindicatos y sindicalistas fundaron la Unión de Trabajadores de Venezuela (UNETE).
Aún con la creación de UNETE, los trabajadores del país siguen fragmentados en dos o más agrupaciones por sector que reivindican los mismos derechos y se disputan la interlocución con las empresas e instituciones públicas. La mayoría de ellos está concentrada en resolver la situación de los contratos colectivos como una manera de asegurar beneficios salariales en medio del boom petrolero. En tal sentido, se hacen de la vista gorda ante la precarización del empleo que amenaza a algunos sectores a través de la contratación de cooperativas que disminuyen los beneficios sociales de los trabajadores. Sin embargo, en otros temas de la agenda laboral que están vinculados con el nuevo modelo económico, los trabajadores están rezagados respecto a la iniciativa gubernamental. Temas como la cogestión, las empresas recuperadas y el control obrero de algunas industrias quedan para el discurso o la lucha por el protagonismo entre las corrientes que conviven en esta central.
Entre los sectores que más destacan encontramos a los trabajadores petroleros y a los empleados públicos, debido a la gran sensibilidad de estos sectores, y al papel protagónico que han jugado sobre todo los primeros en los recordados eventos del paro patronal y sabotaje petrolero de 2002 y 2003. Pero en la actualidad son los trabajadores de la salud y posiblemente los maestros quienes están llamados a dinamizar la situación, también con demandas salariales. Recientemente, una expresión de la búsqueda en este sector constituye la creación de una corriente al interior de UNETE como es la Corriente Clasista Unitaria Revolucionaria Autónoma (CC-MURA)
El movimiento campesino
Este sector viene atravesando un período crítico. Producto de la política de democratización de la propiedad de la tierra, que ha distribuido millones de hectáreas entre los campesinos, algunos dirigentes se han convertido en objetivo de la política de algunos grupos de latifundistas, que han producido decenas de asesinatos de dirigentes campesinos, principalmente en lugares cercanos a las fronteras.
Las características de este movimiento son interesantes porque, aunque están divididos fundamentalmente entre quienes retomaron la Federación Campesina de Venezuela y el Frente Campesino Ezequiel Zamora, presentan un perfil de mucha seriedad a la hora de realizar sus propuestas, exigiendo no sólo la tierra sino también la asistencia técnica y crediticia necesaria para trabajarla. Su propuesta organizativa y educativa avanza sin prisa pero sin pausa en varios estados del país. Junto a otros sectores han tomado las calles en más de una ocasión para reivindicar el derecho a la tierra, la denuncia de los asesinatos y la concreción de las políticas agrarias.
El movimiento de mujeres
En este caso, ya encontramos diferencias respecto al resto de los movimientos.
Posiblemente, este sea el movimiento que más se ha institucionalizado. Después de las luchas de los años 80, cuando las organizaciones de mujeres formaron un solo bloque para luchar por un nuevo código civil y luego de una acción política muy importante a través de la Coordinadora No Gubernamental de Mujeres, este sector es reconocido como el de mayor avance en las conquistas sociales. La creación del Instituto Nacional de la Mujer, la lucha por la participación paritaria en la Asamblea Nacional y otras entidades políticas y del Estado, la Ley contra la violencia doméstica, ya son realidades palpables. Incluso, en este último caso, la infraestructura de la Fiscalía General de la República no es suficiente para dar respuesta a las demandas de las mujeres. De los cinco poderes del Estado, tres están encabezados por mujeres.
Sin embargo, cabe preguntarse, si una vez que se logran importantes avances en términos institucionales ¿cómo continúan las luchas sociales de las mujeres?
El movimiento indígena
Uno de los sectores de la población otrora invisible para la sociedad venezolana, algunos argumentan que por su tamaño (un 3% de la población), ha sido de los que mayor reconocimiento ha tenido por parte del Estado venezolano, incluso superando en más de una ocasión sus expectativas. Agrupados en el Consejo Nacional Indio de Venezuela, más de 20 pueblos indígenas tenían que enfrentar el olvido y la marginación de los mestizos que prevalecían en las decisiones y la conducción del país.
Pero a partir de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 se comienza a resarcir este olvido con el reconocimiento de su contribución a la conformación de la sociedad venezolana y se consagran los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo la previsión de una delimitación de territorios. Aparte de tener un lugar privilegiado en las políticas sociales, los avances en materia de integración y respeto a sus culturas, este año se alcanzó un punto máximo de este reconocimiento con la creación del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas.
Sin embargo, es imposible obviar que la satisfacción completa de las necesidades de los indígenas aún están lejos de haber sido resueltas, dada la cuantiosa deuda social que se tiene con este sector de la población. La presencia de indígenas en las grandes ciudades en situación de indigencia y las amenazas que sobre ellos continúan, producto del atractivo de grandes riquezas existentes en su hábitat, son temas candentes que se mantienen en agenda.
El movimiento estudiantil
Producto de las movilizaciones estudiantiles de este año, este sector ha cobrado cierta relevancia o al menos interés de parte de los actores políticos. Principalmente, se trata de jóvenes estudiantes que provienen de las universidades autónomas y privadas, cuyos líderes se han identificado con partidos opositores. Pero, como la polarización ha tenido su efecto también en el sector, a una dirigencia estudiantil claramente opositora le ha salido al paso otra dirigencia estudiantil plenamente pro-gobierno que obtiene un reconocimiento especial a través de una Comisión Presidencial Estudiantil donde participa directamente el Vicepresidente de la República. A este sector habrá que prestarle mucha atención este y el próximo año, ya que se convertirá en arena para la disputa del liderazgo entre gobierno y oposición.
Otros movimientos
Los ecologistas o ambientalistas, las ONG’s, derechos humanos, cooperativas han quedado muy debilitados en los últimos años. Por una parte, varias de estas organizaciones han transitado por dificultades propias relacionadas con su interpretación de las nuevas realidades, en algunos casos se han quedado sin agenda o plataforma de lucha, y en otros, su iniciativa ha quedado rezagada y sobrepasada por la audacia y el poder de las propuestas gubernamentales. Un caso emblemático es el movimiento cooperativo que modestamente contemplaba 800 cooperativas en 1999, y que luego de una agresiva política gubernamental, la cantidad de cooperativas aumentó a más de 150.000. Sin embargo, ello no ha redundado en un crecimiento del movimiento ni de un protagonismo respecto a la construcción de la economía social en el país. Es evidente, que las relaciones Estado – Sociedad han cambiado y el gobierno privilegia la relación directa con la población sin pasar por estructuras intermedias.
Pero por otra parte, hay que reconocer el avance de los medios alternativos de comunicación o medios comunitarios, decenas de iniciativas de radio, TV y prensa popular, los cuales han germinado y se han reproducido por todo el país, luego de jugar un papel estelar en la época del golpe de estado de 2002. Como a otros sectores se les acusa de ser amplificadores de la vocería gubernamental. Pero también es cierto, que mantienen la lucha por el reconocimiento oficial, la emisión de permisos y el acceso al financiamiento mediante fondos públicos de estos medios comunitarios
Recientemente, con motivo de la Reforma Constitucional, dos sectores obviados en 1999: los afro descendientes y las minorías sexuales, han alzado su voz para obtener un reconocimiento explícito que derive posteriormente en políticas públicas adecuadas para resarcir la deuda social existente con estos sectores.
Más allá de las fronteras
Poco a poco los movimientos sociales venezolanos empiezan a incrementar su participación en los escenarios internacionales. Por una parte, son requeridos por los visitantes de movimientos sociales de otros países, y también son reclamados para participar en eventos e instancias fuera de las fronteras nacionales. Sin embargo, llama la atención la fuerte presencia en estos escenarios de funcionarios gubernamentales que realizan los intercambios con los movimientos de otros países. Son estos representantes del gobierno, quienes toman la palabra, presentan las políticas sociales e incluso promueven convenios con sectores campesinos, obreros, de la economía solidaria, entre otros, de dichos países.
Relación entre movimientos sociales y Estado
La relación actual entre movimientos y Estado en Venezuela transita un momento que dista de ser estable u homogéneo. Esta relación a veces es tensa o en ocasiones fluida debido al apoyo incondicional de grandes sectores de la población y factores del liderazgo social, económico y político.
En una primera instancia, la redefinición del modelo político, económico y social que se realizó a través de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 asumió las banderas de luchas del pueblo venezolano muchas veces pospuesta, lo cual quedó plasmado en el desarrollo y carácter progresivo de los derechos humanos, laborales y de las mujeres; la afirmación de la soberanía respecto a las riquezas naturales y las industrias básicas, la propiedad de la tierra, defensa del ambiente, integración física y soberanía alimentaria, entre otros elementos. De este modo, a partir de ese momento, el Estado asumió la promoción y posiblemente la sustitución de los objetivos de los movimientos sociales.
Y aquí es donde entra en juego una mirada distinta a la tradicional. ¿Hasta dónde los movimientos sociales venezolanos, aún desde sus debilidades, han podido abrirse paso en el nuevo Estado y ocupar espacio en las políticas públicas? ¿Hasta dónde un número importante de líderes sociales, ahora como funcionarios públicos, encarnan las plataformas de lucha del pueblo venezolano desde la institucionalidad? ¿Hasta dónde se podrán mantener o contener las demandas sociales de grandes sectores de la población, en momentos donde la renta petrolera no es suficiente?
Nadie puede negar la intensa movilización que se ha producido en la población venezolana desde 1999. Con la Asamblea Nacional Constituyente, la decena de procesos electorales, la participación en las misiones educativas, de salud, alimentación, protección social, hábitat, árbol y demás iniciativas gubernamentales. Otras instituciones del resto de los poderes se vieron obligadas a ensayar modelos alternativos de participación de la población para no quedarse atrás como poderes constituidos. Es el caso de la Asamblea Nacional que implementó el parlamentarismo social de calle, llevando sus sesiones a los espacios públicos.
Un grupo importante de la población, estimado en más del 35%, acude a cada convocatoria del gobierno para las movilizaciones. Un número menor pero significativo ha participado y está participando de las organizaciones que forman parte de las políticas públicas de educación, salud, vivienda, alimentación, ambiente, etc. Sin embargo, vale decir que otros sectores minoritarios de la población son excluidos, incluso personas que apoyan el proceso, en la medida que expresen elementos de disidencia o cuestionamientos a determinadas acciones o políticas. ¿Estamos en presencia de una participación tutelada, donde hay poco espacio para la crítica o la autocrítica? Es importante destacar el número constante y en aumento de las manifestaciones públicas que en su mayor parte son protagonizadas por ciudadanos y ciudadanas que apoyan el proceso revolucionario.
Dos elementos nuevos: Los consejos comunales y el PSUV
Vale la pena destacar cómo esta unidad organizativa para 200 a 400 familias, prevista en el sistema de planificación participativa se está convirtiendo en el nuevo paradigma de la organización social en Venezuela. Participan por igual todos los sectores de la población, inclusive la clase media. Reciben y administran fondos públicos. Están llamados a realizar la contraloría social de las políticas gubernamentales. Se propone que sean la base del autogobierno de las futuras comunas y ciudades, mediante la transferencia de competencias que anteriormente tenían municipios y gobiernos regionales. El gobierno se propuso crear 50 mil, se han creado 25 mil y posiblemente unos 5 mil hayan recibido fondos. Todas cifras increíbles para lo que supone organizar a la sociedad. El debate está planteado: ¿se trata de nuevas estructuras para la práctica de la democracia participativa? ¿O es un nuevo mecanismo para la cooptación de los movimientos sociales?
Al mismo tiempo, durante este año se ha desarrollado un proceso inédito en Venezuela, la construcción de un partido, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), desde cero, desde las bases, desde pequeñas unidades de la población. Es algo único, miles de unidades denominadas batallones realizan asambleas semanales, eligen voceros y comisionados, y próximamente elegirán delegados para un Congreso Fundacional. ¿Cómo se planteará el PSUV la relación con los movimientos sociales? Por el momento, llama la atención que los voceros del partido sean, en su mayoría, dirigentes que ocupan posiciones de gobierno y del resto de los poderes del Estado.
Julio Fermín es miembro de ALAI y del Equipo de Formación, Información y Publicaciones (EFIP) de Caracas.
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