Entre la revocatoria y las elecciones de octubre
01/03/2005
- Opinión
Se inicia un nuevo año legislativo en la Ciudad de
Buenos Aires, enmarcado por el proceso de revocatoria de
mandato al Jefe de Gobierno y un año electoral signado
por la falta de sanción de la Ley de Comunas, que
seguramente encenderá debates encendidos como la Ley de
Educación Sexual, la de Educación Inclusiva y la de
Reforma Política.
Sin embargo, este inicio está ensombrecido por los
coletazos de la tragedia de Once que, aún hoy, sigue
tiñendo de negro la actual coyuntura y por los nuevos
bloques surgidos gracias a la plausible politización de
un hecho absolutamente previsible.
La revocatoria sigue su curso con una escasa
recolección de firmas que no se condice con las
intenciones de sus impulsores pero que, sin dudas, es un
marco de referencia importante por sus implicancias y por
otro lado, la particularidad de este año que obliga a la
renovación de la mitad de la Legislatura, seguramente
obligará a una menor actividad entre agosto y octubre que
impedirá notablemente el trabajo legislativo.
El período anterior dejó deudas pendientes, tal como lo
hemos dicho, que son bastante polémicas en una sociedad
llena de ardor conservador, gracias a los blumbergismos
que la rodean y al paulatino desgaste del ibarrismo a
manos del macrismo.
Son deudas que deberán ser saldadas mediante un debate
constructivo, basado en la consideración de las
verdaderas necesidades de la Ciudad en materia de salud
pública y de educación, que permita una legislación
acorde con la filosofía de la Constitución de la Ciudad
de Buenos Aires y con los tiempos actuales.
Sin dudas, si algo resulta imperioso es la Ley de
Educación Sexual con el fin de prevenir las problemáticas
adolescentes en materia de sexualidad, cuyas
consecuencias son pavorosas en materia de abortos
juveniles y de embarazos precoces, constituyendo una
prioridad para la Salud Pública de Buenos Aires.
Se debe reconocer que esta problemática está instalada
en muchos hogares de la Ciudad y se advierte en las
instituciones educativas con mayor frecuencia, lo cual
deberá ser debatido con profundidad y amplitud para
encontrar una norma que permita una solución adecuada.
Otro imperativo es la Ley de Educación Inclusiva,
continuando con el impulso de la accesibilidad para las
personas con discapacidad a sus derechos consagrados en
la Constitución de la Ciudad que fuese plasmada en la Ley
Nº 1502, porque ella supone el reconocimiento de una
nueva visión en materia educativa tendiente a la
inclusión para la integración de l@s niñ@s, jóvenes y
adultos de este importante colectivo de la sociedad
porteña.
Sin embargo, las urgencias políticas ensombrecen el
tratamiento de las iniciativas anteriores porque la
inminencia de las elecciones legislativas y las
consecuencias políticas de Cromagnon obligan a un
replanteo general del sistema político porteño.
Eliminación de listas sábanas, posibilidad de
postulaciones individuales, con avales de organizaciones
no gubernamentales, por afuera de los partidos políticos
y el establecimiento de normas transparentes para los
actos electorales van a insumir mucho tiempo legislativo
porque estos asuntos hacen a la relegitimación de la
clase política que ha sido bastante golpeada en los
últimos meses. Sin dudas, constituye un objetivo loable
pero debe ser llevado a cabo sin descuidar los delicados
asuntos que hemos mencionado anteriormente porque
legislar, en el verdadero sentido práctico, es debatir y
sancionar proyectos de ley que regulen aquellos aspectos
necesarios para una sociedad, para aquellas problemáticas
que no pueden esperar la especulación de las candidaturas
y de los debates partidarios.
Es hora que la Legislatura se ponga los pantalones
largos y se dedique a su misión fundamental, sin
descuidar la atención sobre la larga lista de
problemáticas viejas y nuevas que aquejan a la ciudadanía
de la Ciudad de Buenos Aires, pues allí radicará su razón
de ser pese a las lógicas protestas de los vecinos
hastiados por la corrupción y por el agotamiento de la
paciencia frente a actitudes que distan de ser las
adecuadas para una democracia sustancial.
Seguramente, los legisladores se enfrascarán en
conservar su sillón y su jugosa dieta más que resolver
los problemas de la gente y ello no nos debe extrañar
pero la ciudadanía tiene que comenzar a asumir sus
responsabilidades y ejercer sus derechos: votar a quienes
considere conveniente para sus propios intereses y
reclamar el tratamiento de aquellos proyectos
legislativos que les permita mejorar su calidad de vida.
Después de todo, de nosotros también depende...
* Prof. Juan Carlos Sánchez Cs. Jurídicas, Políticas y
Sociales (I.S.P."Dr. Joaquín V. González)
https://www.alainet.org/pt/node/111479?language=es
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