EEUU: los riesgos de la diplomacia de la intimidación
13/03/2003
- Opinión
En los últimos días se muestra una constante en todos los medios diplomáticos estadounidenses: presionar con los más fuertes medios a una gama de países para que secunden una invasión a Irak. Sin embargo, como veremos en esta nota, los efectos pueden ser contraproducentes para Washington.
Un día antes de que el consejo de seguridad escuchase el informe de los inspectores de Naciones Unidas, Bush manifestó que su país podría ir a la guerra sin el voto de Naciones Unidas. En vez de conseguir hacer retroceder al grupo de los seis oscilantes miembros no permanentes de dicho consejo o de evitar el veto francés, se dio lo contrario. Las presiones contra París, que incluso han llegado al extremo simbólico de retirar del menú del congreso los vocablos ‘papas’ y ‘tostadas’ francesas, han acabado enardeciendo a Chirac, empujándolo a decir que bajo ninguna circunstancia su país dejaría de vetar. En vez de conseguir la moderación de Kofi Annan, han logrado que éste sostenga que una acción militar sin la venia de la ONU no sería legal.
Los embajadores estadounidenses desde Moscú hasta México abiertamente amenazan que las relaciones económicas entre su país y el de sus anfitriones podrían quedar afectadas, dependiendo del voto en el consejo de seguridad. A Gran Bretaña se le demanda alinearse, pues de lo contrario el Pentágono podría ir sólo a la guerra y por ende no compartir muchos de los réditos de la captura de Irak con su principal aliado. Al mismo tiempo se detona en la Florida la ‘madre de todas las bombas’, el mayor arma no-nuclear de destrucción masiva que exista, y que supuestamente se usará para desarmar los reducidos arsenales de armas de destrucción masivas de Irak. El argumento esgrimido es que dicha bomba es, sobre todo, de carácter psicológico.
Toda la estrategia de la Casa Blanca se basa en la intimidación. El cálculo de la administración republicana es que su país cuenta con un presupuesto militar mayor al de todo el Consejo de Seguridad y el doble que el de toda la Unión Europea. La tesis es que para el único hiper-poder, las reticencias de antiguos aliados o de naciones Unidas pueda ser ‘irrelevante’.
Bush tiene una particular lectura de lo acontecido luego del 11 de septiembre. A los pocos días de la matanza de Manhattan él fue capaz de construir la mayor coalición bélica de toda la historia. Sin embargo, en poco más de un año, él ha producido el mayor aislamiento internacional de su país en la historia. Sus principales aliados en el medio oriente (Egipto, Arabia Saudita y Turquía) no se suman a la guerra y su mayor socio en el mundo islámico es resistente a votar a favor de la invasión.
En caso de ir a una guerra, la haría al margen de Naciones Unidas y de la OTAN, en torno a un único frente de entrada a Irak y sin muchos aliados islámicos.
Para diversos funcionarios de pasadas administraciones norteamericanas, Bush estaría arruinando todo el trabajo diplomático hecho en medio siglo, enajenando aliados y poniendo en riesgo el futuro de la ONU. Lo más grave es que está generando una fuerte ola de rechazo popular a Washington. Esto podría producir reclutas para acciones de terror en Occidente pero, sobre todo, la irrupción de grandes movilizaciones masivas que serían un arma de destrucción para diversos gobiernos aliados de EEUU. El 15 de febrero se realizó la mayor marcha conjunta internacional conocida y los 3 países donde se dieron marchas que sobrepasaron los dos millones fueron, precisamente, en España, Italia y Reino Unido (los principales soportes de la casa Blanca en la UE).
Para México, Chile y las otras 4 naciones ‘intermedias’ en el consejo de seguridad se les presenta un reto. Existe el antecedente yemenita cuando dicho país votó contra EEUU en Irak y fue castigado con el retiro de fuerte dinero. Sin embargo, la situación es distinta hoy con relación a la anterior guerra del golfo. Ahora las 5 mayores potencias continentales euroasiáticas abiertamente se oponen a la resolución anglo-americana y pueden brindar un contrapeso y una cobertura diplomática y económica.
La relación entre EEUU y los demás países no es en una sola vía, es bi-lateral. El escritor mexicano Carlos Fuentes hace notar que su país tiene una larga historia de reticencias a las invasiones estadounidenses en Guatemala, Cuba, República Dominicana, Nicaragua, El Salvador y Granada; que el comercio EEUU/México mueve 200 mil millones de dólares anuales y que no le conviene a muchos empresarios norteamericanos ponerlo en juego; y que los inmigrantes mexicanos, a quienes se amenaza de no legalizar a muchos de los indocumentados, son indispensables en la economía estadounidense. Si EEUU toma represalias contra México y Chile, los 2 países latinoamericanos que más cercanos tratados de libre comercio tienen con éste, se corre el riesgo de desestabilizar la frontera sur del Río Grande y de crear enormes problemas para el futuro del ALCA y para la política de buenas relaciones que Bush ha buscado desarrollar para con el sur de las Américas.
Las presiones estadounidenses han podido crear efectos contrarios. Al demandar a Menem, uno de los mandatarios más leales a Washington, para que aplique con rigor las recetas del FMI, se produjo el estallido social argentino. Cuando el embajador norteamericano en La Paz pidió el veto al candidato Evo Morales le ayudó a éste a casi empatar el primer puesto en las elecciones internas y a generar una crisis de poder en Bolivia. La intimidación estadounidense podría ayudar a radicalizar los gobiernos contestatarios de Caracas, Quito y Brasilia, y a permitir que crezca la guerrilla en Colombia o México y las protestas sociales desde el Cono Sur hasta Centro América.
Diversos analistas creen que México y Chile más ganarían adaptándose a Washington y negociando con éste ciertas concesiones a fin de darle un voto en el consejo de seguridad. Creen que así lograrían mejorar relaciones económicas o la de los inmigrantes en EEUU. Otros analistas conciben que la genuflexión no da buenos resultados y que más se consigue mostrando autonomía para presionar. El debilitamiento de Naciones Unidas y el darle a EEUU mayor poder sobre el globo generaría desestabilización y pérdida de mayor independencia para las naciones del mundo no desarrollado. Esto a su vez repercutiría en una política inmigratoria más dura y daría fuerza a una política comercial que apunta a subsidiar productos y exportaciones estadounidenses y abrir aún más las economías del Sur.
Quizás quien más está pagando los platos rotos de la estrategia intimidatoria de Bush es su principal pilar: Blair. Hoy, el premier británico se encuentra entre la espada y la pared. No puede retirar sus tropas del Golfo y teme lanzar el ataque, pues implicaría tener a su partido y a la opinión pública en contra.
La ironía de la historia es que quienes más sacarían ventaja de una invasión unilateral y aislada serían Hussein y Al Qaeda. Si Bush padre dejó el poder antes que Saddam no sería raro que Hussein acabe ayudando a socavar a Bush y Blair. Al haber querido aislar a Irak, al final el mayor aislado pueda quedar siendo los EEUU.
* Isaac Bigio, Analista Internacional
https://www.alainet.org/pt/node/107094?language=en
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