La Revolución truncada

29/06/2014
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La traición continuada del glorioso ejército de Guatemala desde hace 60 años.
 
Hace seis décadas se llevó a cabo la contrarrevolución contra el gobierno legítimo del Coronel Jacobo Árbenz Guzmán por parte de la oligarquía en connivencia con el ejército de Guatemala. Desde esa época hasta nuestros días, la población mayoritaria sufre las consecuencias de tan oprobioso hecho pues, a partir de ello, la oligarquía terrateniente tomó de nuevo las riendas que la revolución le había arrebatado desatando la más grande carnicería de los tiempos modernos en Guatemala.
 
De ese golpe oligárquico y la traición castrense hay innumerables documentos entre los que figuran los desclasificados por el mismo gobierno de los Estados Unidos lo cual prueba que la institución militar de gloriosa no tiene nada. Al contrario, desde esa afrenta no ha sido más que el verdugo del pueblo al ponerse al servicio de la clase hegemónica y el Imperio yanqui a quienes ha servido desde entonces de manera irrefutable, resguardando los intereses de aquella y éste en detrimento de la vida y el desarrollo de la mayoría de guatemaltecos.
 
Hoy escribimos estas líneas en conmemoración de los que brindaron su vida por la gesta revolucionaria, especialmente al coronel Árbenz quien murió asesinado en México como maniobra abortiva de cualquier intento de los revolucionarios por volver a su tierra y recobrar las conquistas populares que llevaron a plantear que a esta época se le denominara “la primavera guatemalteca”.
 
Por ello, refutamos categóricamente la propaganda que se le hace a la institución castrense anteponiéndole el mote de “gloriosa”. Esto que se lleva a través de los medios de comunicación por medio de una ridícula balada que trata de cubrir tras una pantalla de pulcritud y heroísmo al ejército ante una sociedad carcomida por la violencia, el crimen, la corrupción y la pobreza, de lo cual es partícipe un gran conglomerado de la alta y media oficialidad, no dejando de participar en ello la tropa llana. Tanto es así que muchos militares se han visto envueltos en crímenes de lesa humanidad tanto en el pasado, especialmente durante la guerra interna que sufrió la población con mayor profusión en el campo, como ahora, por lo que varios de ellos están siendo procesados, pero la mayoría sigue libre y campante. Otros han sido denunciados por defensores de derechos humanos de pertenecer a bandas del crimen organizado donde su actitud sanguinaria ha dejado huella en la psique del guatemalteco por lo horrendo y depravado de sus asesinatos.
 
Por si esto fuera poco, muchos de sus oficiales en activo y en retiro son los que forman bandas criminales que controlan el negocio del narcotráfico y otros que dañan directamente a la población como la trata de ilegales, de menores, de armas, de mujeres, etcétera. Su asesoría hacia las maras es evidente ya que los crímenes que cometen éstas tienen un patrón similar a los que han cometido y cometen aquellos contra sus víctimas: decapitaciones, descuartizamientos, torturas.
 
Asimismo, con la autorización del Congreso de la República, han colaborado con otras fuerzas militares, especialmente de EEUU e Israel, cuyos asesores bajo la pantalla de acciones humanitarias han venido a mapear las zonas donde se encuentran recursos naturales y energéticos de interés para sus transnacionales, así como la cuantificación de la resistencia hacia los megaproyectos que allí se piensan instalar. Además sus efectivos junto con otras fuerzas mal llamadas públicas como la policía y guardias privados de dichas compañías, han servido, a través de la represión y el homicidio, para resguardan los bienes privados de las transnacionales y sus adláteres criollos en vez de preservar la soberanía nacional. Casos emblemáticos: el desalojo hacia comunidades del Polochic para sembrar caña de azúcar y palma africana, la masacre de la cumbre de Alaska, el desalojo de comunidades a favor de la cementera de San Juan Sacatepéquez, el desalojo de La Puya en San José El Golfo, San Rafael Las Flores y un largo etcétera.
 
Valdría la pena, entonces, preguntarle a sus rapsodas, entre los que se cuentan algunos columnistas de los medios más importantes del país, ¿Qué de glorioso tiene el ejército nacional? ¿Ha defendido alguna vez la soberanía del país? Más bien, se han comportado como un verdadero ejército de ocupación para sus propios conciudadanos, participando con otras fuerzas externas como los grupos de paramilitares y narcotraficantes que se regodean dentro y fuera de las fronteras patrias para realizar fechorías. A tal punto que convoyes provenientes de México han traspasado éstas para ejecutar sus planes macabros sin que ese glorioso ejército mueva un dedo.
 
Bueno, pero que se puede esperar de un cuerpo armado que ha aprendido sus prácticas psicópatas en la Escuela de las Américas donde además de esas prácticas deleznables y aberrantes contra sus enemigos de clase que no son más que ciudadanos indefensos que se oponen a los designios del gran capital, también aprenden a besar la mano gringa en vez de defender a sus compatriotas.
 
Pero allí han aparecido los testigos mudos pero contundentes de los cientos de esqueletos de mujeres, niños, ancianos y hombres indefensos que se han encontrado en las diferentes tumbas masivas y clandestinas que se han encontrado, incluso en los destacamentos, quienes señalan directamente a ese glorioso ejército de Guatemala como su carnicero.
 
¡Que viva la resistencia popular!
 
¡Que viva el 30 de junio, Día de la Dignidad de los pueblos masacrados!                                      
 
¡Que viva Árbenz, el soldado del pueblo!
 
Colectivo La Gotera
 
Guatemala, 28 de junio de 2014
 
 
https://www.alainet.org/fr/node/86791
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