Electorado castiga con el voto a Ricardo Martinelli

04/05/2014
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Las elecciones panameñas realizadas este 4 de mayo parecen tener un mensaje claro: el gran perdedor es el presidente saliente, Ricardo Martinelli, y su nómina, que la gente interpretó como reeleccionismo disfrazado, encabezada por José Domingo Arias y la “primera dama”, Marta Linares de Martinelli. Ese voto castigo se expresó a través de Juan Carlos Varela, el candidato opositor, más moderado y conservador, pero cuya campaña se centró en el problema de la moralidad pública frente a la corrupción rampante y los métodos gansteriles de Martinelli. Con el 89% de los votos escrutados, Varela obtuvo el 39% de los votos frente al 31.75% del candidato oficialista J. D. Arias.
 
La elección implica un repudio de buena parte del electorado a las imposiciones arbitrarias que rayan en la ilegalidad de parte de Martinelli y sus acólitos, a través del candidato que las “campañas sucias” atacaron con prioridad, Varela. Sin embargo, el resultado electoral no puede interpretarse como una manifestación de crisis y repudio al régimen político, sino todo lo contrario, de aparente solidez institucional en el sentido de que la ilusión de las masas en que el sistema es democrático y funciona. La bajísima votación de la izquierda lo corrobora.
 
También lo demuestra la repartición de las curules en la Asamblea Nacional, donde la alianza oficialista mantiene la bancada mayoritaria, 28 diputados (44.4% de Asamblea), el PRD 22 diputados (34%) y la alianza “El Pueblo Primero” de Varela sólo cuenta con 12 diputados (19%), faltando 8 curules por definir. La izquierda no obtuvo ninguna.
 
En el fondo, el cambio de gobierno sólo lo es de las formas: las maneras más respetuosas y equilibradas de Varela, contra la impulsividad, grosería y agresividad de Martinelli. Aunque el candidato oficialista, Arias, intentó mantener una imagen de moderado y lejos de las campañas negativas, la elección fue un plebiscito sobre Martinelli, sus métodos y su gestión. En el fondo, en lo social y político, no hay mucha variación, cambió el magnate de los supermercados por el magnate de la principal empresa licorera del país.
 
Varela hereda de Martinelli un país con el mayor crecimiento económico de América Latina, pero también con la mayor desigualdad social, en el que la carestía y el deterioro de los salarios es la principal preocupación. Por lo dicho, y lo hecho (recordemos que Varela es vicepresidente de Martinelli) el nuevo gobierno continuará bajo el modelo neoliberal y dependiente del capital transnacional, con el guiño complaciente de la embajada de Estados Unidos.
 
El otro gran perdedor de la contienda es Juan Carlos Navarro, del Partido Revolucionario Democrático (PRD), que quedó de tercero con el 27.8% de los votos, por debajo del piso histórico de su partido. Según las encuestas supuestamente Navarro era el favorito entre los opositores. La derrota de Navarro expresa el descrédito en que se mantiene el PRD desde 2009 luego de la muy neoliberal presidencia de Martín Torrijos. Partido al cual muchos electores asocian también con la corrupción. La propia figura de Navarro no expresaba un consenso interno, en algún momento afloraron algunos conatos de ruptura, y seguramente explican la migración de parte de su electorado hacia Varela.
 
 No podemos considerar a la izquierda como perdedora, pues el hecho de participar en un sistema electoral tan corrupto y controlado por el dinero es una victoria, aunque tampoco podemos considerarla como ganadora. A nivel presidencial la izquierda se mostró a través de dos personalidades: el profesor y economista Juan Jované, que participó por el sistema de libre postulación, quedando en cuarto lugar con 0.6 % de los votos; y el dirigente sindical de la construcción, Genaro López, postulado por el partido Frente Amplio por la Democracia (FAD), que quedó en quinto lugar con el 0.5% de los votos. La baja votación a la izquierda, la suma de los votos de ambos candidatos no llega a 20.000 (repartiéndose casi por mitad entre ambos), encuentra sus razones en hechos objetivos y subjetivos.
 
Entre los hechos objetivos que pueden explicar la bajísima votación por la izquierda están, a nuestro juicio: el boom económico que experimenta el país, pese a las disparidades sociales persistentes, que vuelve a parte del electorado cauto y conservador pues teme perder lo poco que tiene; en segundo lugar, la ley electoral antidemocrática que favorece a los candidatos y partidos con dinero para publicitarse en los medios de comunicación; además del clientelismo, forma de corrupción masiva y pública que se practica en las elecciones con descaro.
 
Entre los hechos subjetivos, que es donde hay que concentrar el balance y establecer las correcciones a futuro, está: la falta de una propuesta unitaria, amplia y democrática que sumara a todos los sectores sociales que luchamos durante este quinquenio contra las imposiciones y violaciones a los derechos humanos del pueblo panameño cometidas por el gobierno oligárquico de Martinelli. Pese a que varios sectores advertimos que un resultado como el obtenido era esperable si no se superaba el sectarismo y la desunión, prevaleció el temor a abrir las propuestas electorales para sumar.
 
Pero que no se equivoque nadie, el 4 de mayo no fue el final del trayecto para las propuestas político electorales de la izquierda panameña. Las elecciones han demostrado que sí se puede participar con una propuesta de país alternativa y de cambios de fondo. Se ha demostrado que hay un sector del electorado que escucha y analiza las opciones por la izquierda, así lo demostró el entusiasmo hacia la participación en los debates de Jované y Genaro, aunque ayer muchos hayan optado por el voto útil o de castigo a través de Varela. Hagamos los balances, corrijamos los errores, pero desechemos a los agoreros abstencionistas que pretendan retrotraernos a los 20 años anteriores en que la izquierda no tenía voz.
 
Las dirigencias responsables deben empezar a idear y a proponer el camino de la continuidad. Pero la continuidad de esta lucha política debe resolver el gran déficit de esta campaña: la falta de unidad. La tarea debe consistir en construir un amplio, unitario y democrático movimiento político antineoliberal, nacionalista, popular y de los trabajadores, que levante un plan alternativo para ser gobierno. Solo la unidad del campo popular lo hará posible y creíble al pueblo panameño, para que en estos 5 años por venir seamos la oposición consecuente al gobierno patronal de Varela y la alternativa popular sólida en 2019.
 
Felicitaciones a los y las activistas de las campañas de Jované y Genaro. A ellos les decimos ¡hemos avanzado, la lucha continúa!
 
Panamá, 5 de mayo de 2014.
https://www.alainet.org/fr/node/85267
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