Todo efecto lumínico del imperio es tan solo una efímera alucinación. En esa confusa y fantasmagórica dirección en la cual se crea lo absurdo y elimina lo genuino, no lo perfecto, pero sí lo autentico, el tétrico submundo geopolítico neocolonial se presenta como la realidad infalible. Ante su inminente fatídico declive y socio-sicopatológico ostracismo el hegemón no hace más que insistir en estrategias y tácticas fraudulentas. Todo esto en clara muestra del peligroso desequilibrio en el cual se niega repetidamente lo evidente, lo obvio, lo tácito, indiferente ante las flagrantes evidencias. Lamentablemente, en palabras de Voltaire: el símbolo de la mentira se ha convertido en el símbolo de la verdad.

Empezando, debemos enfatizar que no existe nada, pero nada, que los clientes del hegemón, realicen, entiéndase mass media, Comunidad Europea, monarquías árabes, Grupo de Lima, Prosur, corporaciones empresariales y financieras, OEA, ONU, OTAN, CIDH, etc., fuera de la estricta supervisión y aprobación de los EE.UU.

Invasiones a Afganistán, Irak, etc., e intentos persistentes a Cuba, Venezuela, Siria, Irán, etc., y teorías como del “terrorismo internacional” fueron, y son, construidas en base a informaciones engañosas, las cuales, cual iluminación de gas, sistémica y sistemáticamente construyen confusas y complejas paralelas realidades al punto de convertirse en “la realidad” para la subjetiva opinión pública.

Veamos a continuación algunos datos que registran guiones no de la mentira como un simple accesorio estético, artístico ó estratégico sino como desorden socio-sicopatológico:

Recordando obras de teatro como Gas Light (UK, 1938) ó Angel Street (EE.UU) en los cuales el planteamiento central fue la obsesiva necesidad de un personaje de hacer creer a su pareja que sufría de locura. El cónyuge (Charles Boyer) obsesionado con negar a su esposa (Ingrid Bergman) los hechos, buscaba un tesoro escondido en el ático de la casa. Su esposa de percata de dichos deslumbres de luz y al preguntarles a su esposo por lo visto él una y otra vez negaba lo evidente. A partir de los años ´70 Gas Light ó su equivalente en castellano hacer luz de gas fueron asociados con esfuerzos de manipulación del sentido de la realidad.

En 1994 la obra de Víctor Santoro Gaslighting: How to Drive Your Enemies Crazy (Sig. Iluminación de gas: Cómo volver locos a tus enemigos) se delineaban precisas indicaciones para desequilibrar a los enemigos como muestra clínica de severos desórdenes mentales.

Iluminación de gas, recurso táctico, usado frecuentemente en casos de sociópatas y narcisistas con la finalidad de desequilibrar a sus víctimas: Los sociópatas transgreden sistemáticamente las costumbres sociales, infringen las leyes y explotan a otros, pero también suelen ser mentirosos convincentes, a veces encantadores, que niegan sistemáticamente haber hecho algo malo. Así, algunos que han sido víctimas de sociópatas pueden dudar de sus propias percepciones.¹

El diccionario de signos neurológicos lo define como: el escenario en el cual un socio, compañero, pareja, amistad, intenta que otras personas sean etiquetados como insane or mentally ill (locos o mentalmente enfermos). De igual forma, para Calef y Weinshel: […] esta imposición se basa en un tipo muy especial de 'transferencia' (…) de conflictos mentales potencialmente dolorosos […] "una tendencia a incorporar y asimilar lo que otros externalizan y proyectan sobre ellas […] una muy compleja y altamente estructurada configuración que abarca contribuciones de muchos elementos del aparato psíquico […].²

Algunos ejemplos:

Partiendo de los últimos sucesos, el secretario de defensa de los EEUU Mark Else negó el uso de gases lacrimógenos, balas de gomas o uso desmedido de la fuerza. Sin importarles que existan evidencias periodistas las cuales registran el alto nivel de represión militar a la cual fueron expuestos los manifestantes contra el asesinato de George Floyd.

Y, entre los más escandalosos momentos en cuanto a la pandemia Covid-19, el inquilino de la Casa Blanca, después de “recomendar” el uso de desinfectantes - como la lejía - para la cura del Covid-19, lo cual hizo que se registrase incidencias de intoxicación por consumo de lejía, se retractó señalando que fueron comentarios “sarcásticos”.

Negaciones, tácticas para enloquecer a los enemigos, tenemos al elegir. La característica de la administración norteamericana – y no sólo la actual sino históricamente - como parte de su institucionalizada naturaleza impostora usa el recurso de la mentira, como herramienta de la post ó pre verdad, desde su alucinación hegemónica post II Guerra Mundial.

Otro caso de falacia, en materia de medio ambiente, fue el resultado de la investigación del Programa de Investigación Científica sobre Cambio Climácico (USGCRP, siglas en inglés)³ en el segundo volumen del Cuarto Informe Nacional sobre Cambio Climático los cuales fueron enfáticos en señalar que: “si no se ponen en práctica esfuerzos sustanciales y sostenidos de mitigación global y adaptación regional, se espera que el cambio climático cause pérdidas crecientes a la infraestructura y las propiedades estadounidenses e impida la tasa de crecimiento económico durante este siglo”. El inquilino de la Casa Blanca no titubeo en responder ante preguntas sobre el informe: “No lo creo”.

El diario La Voz de Galicia, en el artículo de Mercedes Gallego (04/08/18) titulado Trump miente cada vez más, citó la investigación presentada por The Washington Post (The Fact Checker) en la cual señalan que en los primeros 558 días de gobierno a fines de julio de 2018 la cantidad de mentiras del inquilino de la Casa Blanca ascendió a 7,6 diarias (“declaraciones falsas”) habiéndose superado en comparación de las 4, mentiras diarias de sus primeros 100 días. El informe subrayó que entre los meses de junio y julio de 2018 la cantidad de mentiras fueron 16 diarias. Por otro lado, El Diario (01/05/18) citó el mismo informe a los 466 días de presidencia en el cual se registraron 3,001 “afirmaciones falsas ó engañosas”.

Mientras que el portal Actualidad RT, siempre basado en el servicio de verificación de información del medio The Washington Post (The Fact Checkers), señaló que en tres años de gestión se realizaron 16.241 declaraciones falsas o engañosas. Los temas de falacia recurrentes son Ucrania, crecimiento económico y muro fronterizo con México. En cuanto al conteo anual, en 2017 fueron 1.999 mentiras (6 por día), 2018, 5.689 (16 diarios), 2019, 8.155 (22 diarios) hasta el domingo 19 de enero de 2020.⁴

Es ese el formato de comunicación hollywoodense la cual caracteriza a la clientela de Washington entre los cuales sobresalen Luis Almagro, Juan Guaidó, Grupo de Lima, Prosur y cuanto medio de comunicación se encuentra en la lista de asalariados. Todas estas esferas subordinadas, cómplices criminales de sendas violaciones al derecho internacional, derechos humanos y ambientales, vociferan cuando el propalador de humos y falsas iluminaciones ordena hacer de la mentira verdad y de la verdad una amenaza contra sus efímeras seguridades. .

Como sabemos, la verdad del imperio es la mentira. Y, seguro que podríamos citar más oximorones que calzarían a la perfección con la naturaleza patológica del hegemón. Como la película Gas Light, buscar el tesoro - en medio de la oscuridad - y negar una y otra vez lo hecho no sólo lleva conscientemente la intención de desconcertar al contrario sino encierra el desorden patogenético (bioquímica) de sus representantes y patocinéticamente (sociedad) de su institucionalidad al interno de un sistema que sobrevive gracias a la obtención de resultados - a favor - basado en el embuste y la estafa como herramientas, tácticas y estrategias de control hegemónico en cuya estructura si hay algo que abunda es desequilibrio y oscuridad.

Ojalá que el presente nefasto capítulo de la historia no sea recordado por la posteridad, de existir alguna, como Voltaire sospechó fue Grecia asumida grandilocuentemente como la “sabia antigüedad que precedió a las olimpiadas”: […] en época de alegorías y de mentiras, en una época que desprecian los sabios y discuten profundamente los tontos, los cuales, como los átomos de Epicuro, se complacen en nadar en el vacío.⁵

¡Los pueblos tienen la palabra!

12/06/20