Soberanía digital y big data: desafíos estratégicos
- Opinión
Al decir de la Soberanía, como poder político supremo que corresponde a un Estado independiente sin interferencias externas o extranjeras (strictus sensu), en el concepto clásico de esta acepción, y por otra parte el Big Data (grandes datos o datos masivos), entendida como término evolutivo que describe cualquier cantidad voluminosa de datos estructurados, semiestructurados y no estructurados que tienen el potencial de ser extraídos para obtener información; sin dudas constituye todo un dilema su correcto ensamble, para un funcionamiento no solo adecuado u óptimo de los mismos en el modo conceptual sino también para volcarlos en la praxis cotidiana que hoy día demanda el nuevo entorno en que nos hallamos inmersos y del cual no podemos ni debemos estar ajenos.
La nueva era tecnológica no sólo ha venido para quedarse, sino que nos obliga permanentemente a repensar conceptos y cuestiones atinentes a nuestro cotidiano vivir en el mundo digital que nos rodea y del cual el Ciberespacio ocupa un rol más que fundamental puesto que no solo es el ámbito de información que se encuentra implementado dentro de los ordenadores y de las redes digitales de todo el mundo, sino que ha pasado a convertirse en el corazón de un sistema supranacional, al constituirse en una nueva dimensión del planeta, acoplándose a los elementos clásicos (territorio, subsuelo, atmosfera y espacio ultraterrestre) pero con una particularidad que los antes mencionados no poseen, que es un espacio ilimitado, pero que al igual que los otros elementos, puede ser también colonizado, como también objeto de lucha y poder.
Otro de los conceptos fundamentales que no podemos dejar fuera de este trabajo es la Ciberética puesto que constituye un condimento indispensable para crear los basamentos fuertes, adecuados y correctos en las nuevas conceptualizaciones que nos regirán; y esto es debido a que la Ciberética cuida el manejo del gran caudal de información que se encuentra dentro del Ciberespacio, porque no toda la información que se halla inmersa es buena, y si es buena no es confiable, y en esto quienes somos usuarios, nosotros tenemos el deber de revisar una y otra vez la información que compartimos, puesto que una irresponsabilidad podría costar muy caro, no en dimensiones económicas exclusivamente sino socialmente; un claro ejemplo de ello es cómo se maneja inescrupulosamente los datos en la pandemia que estamos atravesando creando todo tipo de microclimas en detrimento de la sociedad misma, al compartir y opinar sin el mínimo conocimiento, por ejemplo tecnológico, desde un lugar cómodo de nuestros hogares.
También es importante mencionar que esta pandemia del coronavirus, ha dado fundamento a un país como China, que en ese país asiático se ha podido controlar dicho brote mucho más rápido que en EEUU y Europa debido al control soberano que tiene ese Estado sobre los datos personales de sus ciudadanos, posibilitando así la implementación de técnicas avanzadas de análisis que han podido hacer frente a esta emergencia sanitaria.
Ahora bien, volviendo al tema principal en cuestión en profundidad, la soberanía de los Estados, guste o no, pasan sí o sí por la parte digital, es decir por la soberanía digital, y este debate en pugna en la actualidad debería pasar por darle a la sociedad un futuro digital, a través de la posta del poder y control sobre sus datos personalísimos, sus datos privados; esto sin dudas contribuirá a garantizar el derecho de las personas a la privacidad en el ámbito virtual, como por ejemplo permitiendo compartir sus datos en aras del interés público, y con el consentimiento propio de las personas que conformamos ese nuevo tercer entorno.
Por ejemplo, este tema en Europa, el debate sobre quien es el propietario de los datos personales digitales y como se comparten últimamente, había saltado a los titulares hace un par de años por el caso Facebook y Cambridge Analytica y ello es así dado que la privacidad y la seguridad constan entre los principales desafíos de la economía digital. Un informe realizado respecto a esta cuestión, expresa que las empresas, cooperativas, las comunidades locales y los ciudadanos podrán utilizar esos datos para desarrollar servicios basados en datos que respondan mejor a las necesidades individuales y comunitarias. Esto sin dudas supone replantearse las espinosas cuestiones relacionadas con la propiedad, el control y la gestión de datos personales desde un punto de vista económico, jurídico, normativo y técnico.
En Latinoamérica, región donde aún estamos varios pasos atrás respecto de países asiáticos o de potencias mundiales como EEUU y Rusia en materia tecnológica, más aún con problemas de conectividad aún en varios lugares, y nuestro país no es ajeno a ello, problemas de vulnerabilidad, que sin dudas es donde más se notan los daños que se provocan, da como resultado que nuestros países de la región no están preparados de la mejor forma ante este nuevo escenario. Por ello al hablar de Soberanía Tecnología y el manejo del Big Data en Latinoamérica y en buena parte del mundo, un gran porcentaje del tráfico de Internet transita por servidores de EEUU para llegar a destino, constituyendo, de esta manera, una concepción adversa a lo que entendemos por soberanía y en este caso digital. Esto, sin dudas, es un tema inherente a la Ciberseguridad, que está avasallada por intereses foráneos que obedecen a las grandes multinacionales tecnológicas (Google, Amazon, Apple, Facebook, Microsoft en Silicon Valley o ahora Alibaba en China). Un ejemplo que escandalizó al mundo se dio con las denuncias de Edward Snowden sobre Ciberespionaje, que constituyeron un campanazo de alerta respecto a los peligros de un sistema capaz de vigilar a todo el mundo todo el tiempo.
Todo lo mencionado ut-supra constituye una de las grandes misiones que tienen las nuevas generaciones en esta parte del globo terráqueo, a los efectos de lograr más temprano que tarde la tan ansiada Soberanía Tecnológica.
El fenómeno de los datos masivos está modificando la forma de generar conocimiento, la toma de decisiones, la economía y las empresas y -por supuesto- el sistema de organización político-social. Hay una visión positiva de este cambio: sin dudas, es una oportunidad para el negocio, para la administración pública y para la investigación, puesto que genera nuevos conocimientos y permite tomar decisiones predictivas y no reactivas. Pero también hay una visión crítica que alerta de que el panóptico digital al que aludía un prestigioso autor, es un mundo lleno de incertidumbres, que hace a las personas vulnerables porque viven en casas de cristal.
Esto es así, porque su vida está registrada en decenas de centros de datos en manos de empresas privadas monopolistas que hacen un uso lucrativo. También las hace vulnerables, porque delegan en los algoritmos su capacidad de decisión, confiando en la habilidad de la inteligencia artificial para tomar mejores decisiones dado que los algoritmos nos conocen más que nosotros mismos. Pero estos algoritmos no son neutros: invisibilizan a las minorías y favorecen los discursos imperantes y, por tanto, aumentan las desigualdades sociales.
En un contexto tan complejo, el control de los datos y el agente que lo ejerce son aspectos claves y estratégicos. Ejercer la soberanía de datos, es decir gobernar los datos, implica ir más allá de la soberanía tecnológica, centrada en el uso de software no propietario y de código libre, en la interoperabilidad y en el uso de formatos estándares; y abarca también los aspectos identitarios, metodológicos, de gestión y legales de estos datos. Sin olvidar la necesidad de introducir aspectos éticos y de responsabilidad social en su gobernanza. Su gestión involucra a todos: a la administración, a la sociedad y las personas, porque todas estas entidades son parte interesada (término que en inglés se conoce como stakeholders), tal cual lo mencionáramos repetitivamente más arriba.
En fin, si bien estas temáticas son importantes y por demás imperativas, principalmente para nuestra región y los países que la constituyen, el tiempo ya empezó ayer, puesto que este nuevo tiempo en que ya hace rato transitamos y ha pasado y sigue transitando a un ritmo vertiginoso, no espera. La Soberanía Digital, la Ciberseguridad, la Gobernanza (también un elemento primordial en todo esto) sería algo altamente positivo si se lo realiza con políticas concertadas y teniendo como eje la integración, como lo expresa un experto en la materia, con doble N de innovación; que se actuara de manera individual; y ese ámbito bien podría ser el Mercosur u otro organismo regional, para no solo tratar la Ciberseguridad en materia Soberana, sino también la Ciberdefensa, a través de un Consejo de Ciberdefensa Latinoamericano.
Por ultimo entendemos que el Big Data, si bien es un gran reto, también es una gran oportunidad, a los fines de lograr en menor lapso posible poner en marcha un programa acorde a los acontecimientos y la velocidad del tiempo en que transcurre la vida hoy, todo ello con el objeto de luchar y perseguir esa tan ansiada Soberanía Tecnológica, cuyo principal eje pasa por los datos (generador de riqueza) de las personas y las cosas, esto lo decimos sin dudas, porque es el transporte por donde transita el mundo virtual e informacional, del que cada día que pasa, somos más parte, en los albores del siglo XXI que demanda esta temática con urgencia.
- Dr. Mario Ramón Duarte, Abogado (UCASAL). Juez Administrativo de Faltas Sauce (Ctes.) M/C. Especialista Derecho Faltas y Contravencional (UCSF). Miembro Dossier Geopolítico/Cees (CBA. ARG) (CABA-ARG). Colaborador CENEGRI (RJ. BRA.) Esp. Ciberseguridad y Ciberdefensa
Fuentes consultadas
https://www.ieccs.es/2020/04/21/big-data-como-espacio-de-soberania/
https://cordis.europa.eu/article/id/123499-digital-sovereignty-power-to-the-people/es
https://esaged.wordpress.com/2019/05/21/soberania-de-datos-reto-y-oportunidad-para-la-archivistica/
https://www.alainet.org/es/articulo/166392
https://www.alainet.org/es/articulo/190548
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