Los poderosos tienen los pies de barro
- Opinión
Es la gran lección de la pandemia en la que nos estamos hundiendo sin remedio: ¡Los poderosos tienen los pies de barro! Son incapaces de enfrentar eficazmente la pandemia, como también de ponerse de acuerdo entre ellos para protegernos y ayudarnos. Más bien las empresas internacionales de farmacia y laboratorio están haciendo su agosto sobre las decenas de miles de muertos en todos los continentes.
Estados Unidos es uno de los países más castigados, ellos que se dicen los salvadores del mundo, los supuestos llamados por la Providencia a aportar la felicidad a todo el orbe… Su perverso presidente no sabe qué hacer ni que decir, y cada vez más voces se alzan para criticarlo, hasta en su propio país… pero ¡más del 50% de los norteamericanos no votan en las elecciones presidenciales! ¿Qué se puede esperar de semejante indiferencia y complicidad?
Es la actualización del juicio del profeta Daniel: ‘El gigante con pies de barro’. He aquí el texto bíblico que tal vez poco conocemos: “Viste una estatua muy grande y de un resplandor extraordinario; estaba de pie delante de ti y su aspecto era terrible. Esa estatua tenía una cabeza de oro fino, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y las caderas de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro mezclado con arcilla. Tú estabas mirándola cuando se desprendió una roca sin que nadie la moviera; pegó a la estatua a la altura de los pies de hierro y de arcilla y los rompió. Y en aquel mismo instante se hicieron trizas el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; el viento se los llevó sin dejar huella como se lleva la paja del trigo en la era durante el verano. Y la piedra que había golpeado a la estatua se convirtió en una gran montaña que abarcó toda la tierra… El Dios del Cielo suscitará un reino que nunca será destruido; su poder no pasará a pueblo alguno. Derrotará y destruirá a todos los reinos y los reemplazará para siempre. Viste como se desprendió una roca de la montaña sin que mano alguna la tocara, y como pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro: eso mismo va a acontecer.”
Se trata de un texto escrito hace más de 2,000 años mirando a los imperios del Medio Oriente que se disputaban territorios unos de otros. El profeta es aquel que mira a lo lejos y se da cuenta que los imperios caerán y serán sustituidos por “un reino que los remplazará para siempre”. Los cristianos aplicamos esta profecía a Jesús de Nazaret que inauguró este Reino desde los pobres, deseando que formaran, en la tierra, el gran Pueblo de los Pobres, unidos, organizados, conscientes, solidarios, alegres creyentes de este Dios liberador. Eso es también la utopía de la Humanidad y de todas las civilizaciones… que no se dejan corromper y prostituir por el poder, el dinero y la fama. Actualmente son los pueblos indígenas de las Américas que ofrecen su Civilización del Bien Vivir para salvar tanto a la Humanidad como el la Madre Tierra.
Es un tema constante del papa Francisco. Para él los movimientos sociales, unidos con otros espacios sociales, son los protagonistas de un nuevo modo de vivir armoniosamente en sociedad y con la naturaleza. Vuelve a animar a todos estos Movimientos en una carta que les dirigió este domingo de resurrección: “Si la lucha contra el COVID es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo. Ustedes son para mí, verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos. Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado… Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir… Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo… Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible”.
Los poderosos tienen otro discurso, y Trump el primero: “Hay que regresar a la normalidad” … Claro, la ‘normalidad’ que les beneficie a ellos y que nos ha llevado a la pandemia actual. La verdadera ‘normalidad’ es la que describe el profeta Daniel, es la que desea el papa Francisco, es la que construyen los Movimientos sociales y todas las organizaciones que tienen fe en ellos.
Esta pandemia es un fuerte aviso de la Madre naturaleza que se puede repetir si no tomamos otro rumbo de vida personal, social, al nivel local, nacional y mundial… porque ¿quién va a poder sobrevivir a la próxima y mayor pandemia? ¿Estamos conscientes de eso? ¿Estamos decididos a entrar en esta dinámica de construir el mundo que necesitamos y no el de los poderosos…? afín de no haber vivido en vano ‘como si nunca hubiéramos existido’.
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