Pequeños aliados grandes guerras

12/03/2020
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  • Análisis
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Hace ya 6 siglos que Niccoló Machiavelli descubrió que la política era una ciencia con reglas de causa y efecto. Por eso es importante conocer la Historia, porque los hechos tienden a repetirse.

 

La peligrosa situación entre Turquía y Siria me recuerda un principio básico que parece invariable a lo largo de la Historia Universal. Son los conflictos de vecindario entre los pequeños aliados de las grandes potencias los que con sus roces hacen saltar la chispa que desencadena las grandes guerras.

 

Repasando la historia antigua, este principio comienza a ser notado desde las dos Guerras del Peloponeso, entre Atenas y Esparta. Después de derrotar al Imperio Persa por mar y tierra, ambas habían quedado como las mayores potencias del Mundo Griego. Cada una se rodeó de una corte de aliados. Esparta con la Liga del Peloponeso.

 

Atenas con la Liga de Delos. Esa Liga de Delos tenía rasgos parecidos a la OTAN. Sus miembros tenían que usar una moneda común, la Drachma ateniense, y depositar sus respectivos tesoros en Atenas, además de contribuir con dinero, hombres o naves a mantener la potencia bélica de la Liga de Delos.

 

La primera guerra del Peloponeso comienza con un pequeño conflicto entre Corfú y Corinto, según cuenta Tucidides, ambas ciudades eran parte de la Liga del Peloponeso y se pelearon. Corfú recibió apoyo de la Liga de Delos, capitaneada por Atenas, insatisfecha del apoyo recibido, Corfú cambió de bando para alearse con Esparta contra Atenas.

 

¿Alguien pensando en Turquía?

 

La segunda guerra comienza cuando Megara, una ciudad aliada de Esparta, situada en la misma frontera de Esparta es seducida por Atenas (Ucrania?) e ingresa en la Liga de Delos. Al final se arrepiente y Atenas le impone sanciones económicas, una novedad para la época. Como el bloqueo de Atenas afectaba el comercio de todos los vecinos, Corinto convocó la Liga del Peloponeso que le declaró la guerra a Atenas. Esparta se vio involucrada por hacer honor a sus alianzas. Durante esta Segunda guerra Atenas fue afectada por una epidemia de peste en la que perecieron Pericles y la mitad de los atenienses.

 

(Coronavirus en 429 b.c.?).

 

Europa moderna

 

La tendencia a que aliados pequeños se involucren en guerras a grandes potencias, la encontramos en la Europa renacentista.

 

Según concluye Niccoló Machiavelli en su Il Principe, el pequeño Estado Pontificio era un obstáculo para la paz en Europa y para la unidad de Italia. Sucedía que cada vez que uno de los varios estados independientes que convivían en la península italiana comenzaba a ser preponderante, el Pontífice entraba en conflicto e invocaba la intervención del Cristianísimo Rey de Francia. Eso sucedió muchas veces. Al final, el Pontífice de turno terminó enfrentando a Francia con España y allí el viejo juego pontificio terminó. El Cristianísimo Rey Francisco I fue hecho prisionero en Pavía y Roma fue saqueada por las tropas del Condestable de Borbon, un francés al servicio de Carlos V.

 

El principio de que las guerras entre grandes potencias suelen ser desatadas por conflictos entre aliados menores, lo encontramos confirmado en la Guerra de los Siete años.

 

Según cuenta Guy Breton en su jugosa Historias de Amor de la Historia de Francia, que la Marquesa de Pompadour, la célebre amante de Luis XV, en un berrinche suyo contra Federico II de Prusia, hizo hacer una alianza de Francia, Rusia y Austria contra Prusia. Un incidente menor entre Austria y Prusia desencadenó la Guerra de los 7 años en la que Inglaterra, única aliada de Prusia, le quitó a Francia el Canadá y casi todo su imperio asiático.

 

Ese mismo principio de conflictos entre aliados menores de grandes potencias desencadenando grandes guerras calamitosas es confirmado en la Primera Guerra Mundial, cuyo prologo fue la tensión en los Balcanes entre Serbia (aliada de Rusia y Francia) y Austria (aliada de Alemania). El chispazo que desencadenó la guerra fue un atentado del terrorista serbio Gavrilo Princip en Sarajevo (Bosnia). La guerra duró 4 años y fue la hecatombe de la juventud más culta que tuvo Europa; 4 imperios fueron desguazados, comenzó el ocaso del Imperio Británico, pero se afirmó el Imperio Americano.

 

La Segunda Guerra Mundial es otra confirmación de la regla. Cuando la Unión Soviética y la Alemania Nazi acordaron una Cuarta Repartición de Polonia a la Inglaterra de Churchill se le ocurrió aliarse con Polonia. Al cabo de dos días estaba embarcada en una terrible guerra que casi pierde. Un error inglés que dejó como exclusivos protagonistas del escenario mundial a Rusia y a Estados Unidos.

 

El peligro ahora es que con el voluble frate musulmán Erdogan al timón de una Turquía aliada de la OTAN, muy empecinado en proteger al retazo del terrorismo salafista acampado en Idlib, lleguemos a una confrontación mundial entre la OCS (Organización para Cooperación de Shanghai) y la OTAN.

 

Almeria 10/03/2020

 

 

https://www.alainet.org/fr/node/205209
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