Los salarios en el rumbo certero

18/12/2019
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  • Opinión
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Con el anuncio del aumento al salario mínimo para 2020, a partir del 1º de enero, en 20% en la mayor parte del país y de 5% en la zona libre de la frontera con Estados Unidos, el más alto logrado en cuatro décadas, se traspasará no sólo la línea del bienestar individual sino la del bienestar familiar, debido a que le antecede el aumento que rigió durante 2019 y que fue del 16% en los estados y de 100% en la frontera norte de México.

 

El primer sorprendido fue el presidente Andrés Manuel, al atestiguar en Palacio Nacional el anuncio hecho por líderes y representantes de los factores de la producción, al reconocer con la franqueza y cuidado que lo distingue, aunque sus detractores juran lo contrario, que no pensó que en su primer año de gobierno se lograra primero un aumento como el de 16% que está vigente, y ahora otro de 20%. Lo que implica una recuperación sustantiva del poder adquisitivo del salario mínimo en un año, como la mitad de la pérdida desde 1982 y que fue de 75%.

 

Y todo ello sin crecimiento económico tan denunciado por los críticos acérrimos de López Obrador, así como los “equilibrados” porque, en efecto el crecimiento de la economía es indispensable, con todo y que el último trimestre de Enrique Peña la caída fue pronunciada y además ahora el entorno económico global es de franca desaceleración y muchos especialistas y otros no tanto avizoran recesión económica.

 

Lo más sobresaliente del anuncio de la segunda alza salarial consecutiva con AMLO es que se logró “por consenso y unanimidad”, como anunciaron los protagonistas como un eufórico y puesto de pie a pesar de su condición de salud, Carlos Aceves del Olmo, presidente del Congreso del Trabajo, quien se dirigió así a López Obrador: “Apunte este aumento como uno de sus éxitos, señor presidente”.

 

Por el contrario, para Carlos Salazar Lomelín, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, el incremento salarial “ha sido una lucha de muchos años por parte de las organizaciones empresariales, que siempre nos topamos con excusas, la más recurrente que los aumentos dispararían la inflación”, como si los seis titulares del Ejecutivo durante 36 años les impusieron la congelación salarial. No recuerdo muestras de inconformidad patronal con una política que protegió sus utilidades a corto plazo, porque a la larga causó mucho daño al país, no sólo a los beneficiarios de los minisalarios, como fueron bautizados.

 

Mas el líder del organismo cúpula de los empresarios tiene razón en la afirmación de que el objetivo de incrementar los ingresos de los trabajadores no sólo es superar la línea de bienestar individual (por primera vez desde 1992), sino pasar al bienestar familiar y que esto se logrará cuando el salario mínimo sea de 6 mil 500 pesos al mes, esto es, de 216.60 pesos al día. A partir de enero será de 3 mil 746 pesos mensuales en el país (123.22 pesos al día), y de 5 mil 641 pesos (185.56 pesos diarios) en la zona libre con Gringolandia.

 

Cierto, con el nuevo salario mínimo se estimulará el consumo, crecerá la demanda y también la inversión. Y lo más importante, el mercado interno será un poco más vigoroso, pues como bien ejemplifica el autor intelectual de esta política salarial, AMLO, “cuando empezó el auge económico y comercial en China, se hablaba (denunciaba, digo yo) como una de sus ventajas comparativas, lo bajo de sus salarios. El sueldo en México era mayor que el de China. Ahora no es así. Cambiaron las cosas. China sí se convirtió en una potencia económica” (incrementó los salarios, sacó de la pobreza extrema y moderada a más de 800 millones de chinos en 40 años) y “nosotros perdimos mucho poder adquisitivo”.

 

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