Emigración venezolana. ¿Una depuración invertida?
- Opinión
Durante la Segunda Guerra Mundial los aliados bombardearon a Alemania en tapete y sin alguna piedad, destrozaron completamente su capacidad productiva además de matar unos 9 millones de civiles (daño colateral, lo llaman ahora en el Pentágono). Diez años después Alemania era de nuevo la principal potencia industrial y económica de Europa. Esa recuperación no fue, como dice la propaganda estadounidense, obra del Plan Marshall. La recuperación de Alemania fue obra de la cultura productiva alemana, porque muchos técnicos y científicos alemanes sobrevivieron a la guerra (algo que, según parece, era más probable para quienes estaban en los frentes de combate), los sobrevivientes reconstruyeron la infraestructura productiva, simplemente, porque sabían cómo hacerlo. Llegada la paz la volvieron a construir, solo que más moderna, con la última tecnología. Eso les dio una ventaja en la competencia con los productos de las potencias anglosajonas victoriosas, cuyas obsoletas instalaciones productivas seguían intactas. Un fenómeno parecido se dio con el Japón. Menciono estos casos para señalar que la cultura productiva de un país es la parte más importante y perseverante de su patrimonio económico.
Venezuela gozó durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez de su periodo de mayor crecimiento económico. Esa prosperidad fue reforzada por la llegada al país de grandes contingentes de emigrantes europeos que, con sus conocimientos técnicos, montaron una infinidad de pequeñas empresas que proveían al país de los medios para crecer mediante la substitución de importaciones. Aquella sabía política económica que en esa época predicaba el insigne economista argentino Raúl Prébisch. La substitución de importaciones junto con la tendencia de Pérez Jiménez a dar a las empresas europeas grandes contratos para la creación de infraestructura, fueron la razón por la que el gobierno de Estados Unidos conspiró con la oposición y los militares para derrocar a Pérez Jiménez (como de costumbre el New York Times primero que se anticipó en desacreditarlo). El primer acto del primer gobierno sostenido por el posterior Pacto de Punto Fijo fue quitarle a la italiana Innocenti el contrato para construir la Siderúrgica del Orinoco, para dárselo a la U. S. Steel.
El aporte de la cultura productiva de los emigrantes europeos es la causa indisociable del desarrollo económico de los Estados Unidos durante el siglo XIX, así como algo más tarde el de Argentina y Brasil en ese mismo siglo.
Es evidente que el aporte de inmigrantes dotados de conocimientos técnicos y de know-how es beneficioso para el país que los recibe; por ello un error grave del Gobierno de Rómulo Betancourt (reconvertido en agente de Washington) fue cerrar las puertas de Venezuela a la emigración europea.
Quien emigra debe tener presente que en el país al que emigra deberá ganarse la vida haciendo aquello que los locales no quieren hacer o aquello que los locales no saben hacer. Esa perspectiva de trabajo para el emigrante explica dos cosas: en el segundo caso explica porque haya tanto emigrante próspero y también porque los más propensos a emigrar sean aquellos que aún en su patria original se saben mejor preparados para producir bienes y servicios útiles en el extranjero.
Toda persona que se siente cómoda en su propio país no tiene intención de emigrar o si está incómoda y tiene algo que perder lo piensa mucho porque si sus talentos son escasos, en otro país le puede ir aún peor; porque emigrar es siempre un acto de audacia y optimismo ya que emigrar presenta siempre el riesgo de que los locales te cobren aquello que los argentinos llaman eufemísticamente el derecho a pisar el suelo y muchos vivos interpretan como derecho a engañar al incauto. Un derecho que puede salir muy caro. Por ello en el caso concreto de Venezuela, para evitar que vayan quedando solo los tímidos y que sean los mejor preparados quienes abandonen el suelo patrio, es urgente hacer un esfuerzo para mejorar el ambiente que se vive a un nivel tolerable. Las mayores desventajas que hoy enfrentan los residentes venezolanos son, según es vox populi: las fallas referidas a: 1) seguridad, 2) abastecimiento y 3) servicios públicos.
Todos esos temas hoy son responsabilidades exclusivas del gobierno bolivariano. La inseguridad es tal vez la queja más mentada, porque el instinto humano más primario es la conservación de la vida. La garantía y protección de la vida de los ciudadanos es, por ley, la primera y más antigua obligación de todo gobierno.
De la seguridad del abastecimiento depende la estabilidad vida económica y productiva de cualquier país; las políticas económicas y la seguridad jurídica que dé el gobierno a los capitales y trabajo invertidos en la producción de bienes, pueden servir para estimular o para estorbar que esos bienes lleguen a su destino.
Los servicios públicos, son todos prestados por entidades estatales, como debe ser, porque suelen ser monopolios. Eso puede remediarse poniendo en cargos administrativos a personas probas y técnicamente capacitadas para ese tipo de servicio, cuya eficacia se mide, no en las ganancias sino en hacerlos sostenibles recuperando por lo menos el costo. El propósito de todo servicio público es obtener buena calidad y amplia cobertura.
Como puede verse, la capacidad para mejorar las condiciones de vida de los residentes venezolanos y retenerlos en el suelo patrio está básicamente en manos del gobierno. Es por eso indispensable que los gobernantes olviden el amiguismo y entreguen la responsabilidad de mejorar la eficiencia en esos tres temas solo a personas con capacidad demostrada para resolver en esos tres temas los males que azotan en general a todas las clases de la población residente. Pero el PSUV anda escaso de cuadros técnicos especializados, por ello sería necesario buscarlos fuera del perímetro de aquellos dotados del Carnet de la Patria; quiero pedir una solución con urgencia, porque lo que está en juego es el futuro de Venezuela.
El descuido y la tolerancia con incompetentes en responsabilidades tan trascendentes, ya está produciendo una emigración que tiende a ser algo como una depuración invertida: Se van los mejores y más capaces. Se puede repetir aquí aquel fenómeno que devastó a Venezuela durante sus dos destructivas guerras civiles del siglo XIX y ese hecho la colocó al final de la cola que camina hacia el desarrollo socio-económico endógeno de la antigua América Española.
Almeria 17/10/2019
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