Primera huelga feminista en España
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En el estado español, el día 8 de marzo, unas seis millones de trabajadoras protagonizaron paros, huelgas y manifestaciones en prácticamente todas las poblaciones del país. En las grandes ciudades, decenas de miles de mujeres tomaron las calles para gritar ¡Igualdad! En el marco de una jornada mundial celebrada bajo el título “Si las mujeres paramos, se para el mundo”.
La jornada calificada de histórica, realmente lo ha sido porque es la primera huelga feminista y porque ha rebasado todas las expectativas de participación, haciendo que incluso la derecha corrigiera sus primeras posiciones beligerantes y contrarias por otras de comprensión no exenta de matizaciones críticas. Los días siguientes a este 8 de marzo ya no se resumirán en unas cuantas palmaditas paternalistas a la espalda y algunas loas masculinas a lo mucho que van avanzando las mujeres. Esta vez ha ido muy en serio y ya nada será como antes. Esta es la hora del feminismo de masas, de todas las edades, de todas las condiciones sociales, las mujeres han parado España y han dado visibilidad a las discriminaciones y a la protesta, pero también a su decisión de ir hasta el final. Por ejemplo, exigen ya la supresión de las brechas salariales por un mismo trabajo.
Sí, los intentos masculinos de dar carpetazo al feminismo proclamando una falsa igualdad han quedado al descubierto y desmentidos. Las mujeres han mostrado que la igualdad no cae del cielo ni es el resultado de la magnanimidad masculina. Es la lucha y sólo la lucha la que gesta buenas noticias. El feminismo ha sabido vencer a la estrategia del poder de divide y vencerás, que trataba de configurar bandos entre mujeres; de un lado las que están bien situadas y ganan buenos salarios y del otro las demás. Pues ha sido que NO. Muchas mujeres participantes han reconocido que personalmente está bien colocadas en la sociedad pero que su huelga era por las demás, por todas. ¡Esta solidaridad es algo nuevo!
La huelga no ha sido solamente de parar en los centros de trabajo. Ha sido una huelga también en las tareas domésticas y en los cuidados, de manera de hacer visible que cuando una mujer no hace las tareas de casa sucede un desconcierto y los hombres han de ponerse las pilas. Nada menos que el 82% de la población del estado español han mostrado su apoyo a la huelga.
La inventiva feminista contempló desde el primero momento todas las posibilidades para dar espacios a las mujeres que debían hacer servicios mínimos en sanidad o educación, o simplemente no podían dejar en manos de nadie el cuidado de sus hijos y de sus mayores. Paros de dos o cuatro horas bien por la mañana, bien por la tarde; concentraciones limitadas en el tiempo, se combinaban con grandes convocatorias y huelgas de 24 horas. Cada mujer tenía un menú donde elegir su modo de participación. Esta flexibilidad es la clave de un éxito completo.
Como era de esperar, ya antes del 8 de marzo hubo bastantes voces en medios de comunicación, tratando de marginalizar el feminismo como una ideología esperpéntica, propia de frikis. Esas voces aventuraban el fracaso de la huelga. Su odio y violencia dialéctica, fue respaldada por el Obispo José Ignacio Munilla quien dijo que el feminismo es la obra del demonio. Al menos, las palabras del cardenal de Madrid, Carlos Osoro, pusieron el contrapunto al decir que “la Virgen María apoyaría esta huelga”. En todo caso, los adalides del patriarcado y del machismo han sido derrotados en toda regla. Mujeres de 15 años y mujeres de 80 años, caminando juntas por las calles con símbolos morados son la fotografía de una victoria histórica ante la que España todavía se frota los ojos.
Un hecho muy gráfico: en la ciudad de Bilbao, decenas de miles de mujeres, en un coro gigantesco, se pusieron a cantar: a la huelga diez/ a la huelga cien/ a la huelga madre/ yo voy también/ a la huelga cien/ a la huelga mil/yo por ellas madre/ y ellas por mí.
Muchas cantaban con lágrimas en los ojos y todas con los puños levantados. Hijas, madres y abuelas juntas.
La huelga feminista ha tenido tintes claramente políticos, como debe ser. Ha tenido como objetivos: a) poner fin a la brecha salarial entre hombres y mujeres; b) reconocimiento del trabajo en el hogar; c) que los cuidados sean corresponsabilidad de mujeres y hombres; d) día de no consumo. Y como telón de fondo la idea de que sin mujeres se para el mundo.
Pasó el día 8 y vino el día 9, y la pregunta generalizada fue ¿ahora qué? Pues bien, de la noche a la mañana se han multiplicado plataformas feministas; en cuestión de horas el presidente del Gobierno se ha visto obligado a reunirse con mujeres representativas; la brecha salarial ya está en el congreso de los diputados. El gran éxito de esta huelga es ver como mujeres comunes y corrientes, sencillas, son capaces ya de responder con solvencia a la pregunta ¿qué es el feminismo? Miles y miles que estaban alejadas del feminismo lucen ahora símbolos morados. Y algo maravilloso: la incorporación de mujeres adolescentes y jovencitas al movimiento y a las movilizaciones es algo emocionante. En la jornada del 8 salieron en masa de los Institutos y Universidades formando columnas que marchaban pos ciudades y pueblos.
La lucha contra el patriarcado es larga. Muy larga. Pero infinidad de mujeres en el estado español han decidido hacer ese camino. Está naciendo algo nuevo.
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