Informar, opinar e imaginar: lo fundamental en el periodismo

20/02/2018
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Entrevista con Manuel Pérez Miranda, profesor emérito de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García

-- El periodismo de hoy juega mucho con la buena fe del público que recibe la información

-- No hay que meterse de héroes; hay que saber manejar la información.

Manuel Pérez Miranda, caballero andante, ecuánime; periodista siempre, ademanes firmes, elocuente; sentencia: “El periodismo es una profesión tan noble como cualquier otra. Ya el mismo Carlos Septién García decía que el periodismo, en su esencia misma, es una misión íntimamente excelente: el médico cura la salud, el abogado protegerá el derecho, el ingeniero construirá las obras materiales; pero el periodismo satisfará en todos la nobilísima necesidad de la inteligencia por conocer la verdad del acontecer humano, y al hacerlo con respeto y oportunidad, estará ensanchando cotidianamente los caminos de la verdad y preparando a las voluntades para el servicio del bien”.

“Hace 50 años -rememora-, el periodismo era un compromiso absoluto, de cuerpo y alma. Habría que ir por la nota a toda hora. Primero estaba la nota. Después de reportear habría que ir a escribir a la redacción. No se podía enviar por Internet. Y se debía entregar a tiempo. De lo contrario, se tenía que pensar en otro trabajo donde se podría desarrollar; pero no en el periodismo”.

“Reportear es investigar, vivir los hechos, preguntar a personas -explica. Se tienen que consultar documentos, comparar con otras cosas. Esto no es nuevo, ya lo decía Heródoto hace 2 mil 500 años: “Hay que decir las cosas como son, no como las imagino”.

“Esto es el fundamento de toda información: hay que decir las cosas como son, sin calificar, sin inventar. Cuando se empieza a calificar, se está diciendo como pienso que es. Cuando califico o imagino, estoy diciendo una cosa diferente de lo que es en realidad.”

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El pintoresco barrio de Mixcoac, al sur de la Ciudad de México, lo vio nacer el 2 de junio de 1932. En su juventud, Pérez Miranda aplicó para ingresar en la Fuerza Aérea Mexicana, empero lo suyo no estaba en la carrera de las armas, sino en el diarismo. Siguiendo su vocación se inscribió en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, institución educativa pionera en su ramo (“y con un largo porvenir”, acota el propio entrevistado). Sus primeras colaboraciones como reportero las publicó en la revista Señal (recuerda una muy celebrada crónica en la que tuvo que disfrazarse de mendicante). Fue becario del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid. Es autor de La entrevista de prensa y Breve historia de la crónica, de indispensable lectura y relectura para todo periodista.

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“Para ser periodista hay que saber escribir”, advierte. Pero la cosa no termina ahí: “Para saber escribir, hay que saber leer. Ahora bien, cuando se sabe leer, hay que ver qué se va a escribir. Y se debe escribir algo que sea interesante. Es decir, ¡sepa, lea y elija qué quiere decir!”

Coincide parcialmente con aquellas voces que avalan la idea de que el periodista se acaba de formar en la redacción de los medios informativos. “Es cierto -lo suscribe-; pero su preparación se inicia en las aulas, con un sustento académico, teórico e intelectual. Todo esto para tener una mayor cultura y un mejor entrenamiento.”

Los géneros periodísticos

La entrevista transcurre sin que se advierta que el reloj sigue su inexorable marcha. En la sala impera una atmósfera donde el tiempo se ha suspendido. Se hace el silencio... Sólo resuena la voz de Pérez Miranda cincelando para la posteridad que en el periodismo “hay que llamarle al pan, pan, y al vino, vino. Las cosas son como son. No se tienen por qué inventar. ¡Diga cómo sucedió! ¡No meta su cuchara! ¡Deje que la gente piense lo que ocurrió! ¡Que el lector diga si es cierto o falso! Pero no se interpreten los hechos.”

“Lo fundamental del periodismo son tres cosas: informar, opinar e imaginar. Primero hay que informar: decir las cosas como ocurren. A eso se le llama objetividad. Habría que ser objetivos. Hay que apegarse a los hechos, a la realidad. No mentir sobre lo que ocurre. No inventar lo que está ocurriendo. Evitar fragmentar la información; es decir, no dar una parte, va a dar todo lo importante. Cuando se fragmenta estará dando verdades a medias. En el periodismo actual se fragmentan mucho las informaciones. Se da una parte, lo malo del hecho; pero no la otra, que es el contrapeso.

“Se interpretan los hechos con los géneros de opinión”, aclara. “Pero eso ya no es informar. Actualmente, mucha gente que se dice periodista, no conoce los géneros periodísticos, base de todo juicio y toda imaginación. Y si no se conocen, no se sabe cómo manejarlos. Ni se sabe de dónde vienen ni para qué sirven.

“La noticia que da información de los hechos; la entrevista que nos da a conocer la vida y los juicios de la persona; la crónica, que nos da a conocer los hechos desde su inicio hasta su término; el reportaje que es la investigación exhaustiva de los hechos en sus antecedentes, consecuencias, recurriendo a múltiples fuentes; y el perfil, que poco se usa. El perfil determina a una persona en el ambiente de los hechos. Hay que buscar el perfil del presidente, de los diputados, de los sacerdotes, de los médicos. Poco se usa ahora el perfil, pero es muy importante porque nos enseña a conocer a los actores de los hechos. Nos ilustra sobre los que viven, hacen y deshacen los sucesos.

“Luego viene los géneros de opinión: el artículo, cuando pienso muy particularmente a partir del conocimiento o razonamiento de los hechos; el editorial, lo que piensa el medio donde se publican los hechos; y el ensayo, para encontrar el significado de los hechos más allá de su propia realidad.

“Sí se conocen bien los géneros periodísticos, sí se distingue su utilidad, se van a saber aplicar y decir lo que se quiere decir. Saber escribir y saber lo que se quiere decir. ¿Qué es lo que se va a decir? ¿Se está consciente de lo que se está diciendo? ¿Se está repitiendo lo que dijeron otros? ¿Se está diciendo lo que se piensa? Si se dice lo que se piensa debe tener un ligamento muy concreto: “ésta es mi opinión”.

“La opinión es el concepto o parecer que se forma de un asunto cuestionable, a sabiendas que se puede estar equivocado.  Tengo el derecho de dar mis opiniones. Es válido opinar. Además sé por qué opino.

“También hay géneros donde vamos manejar la información, la opinión y la imaginación; por ejemplo, la crónica o el reportaje, que reúnen todos los géneros periodísticos; o el mismo ensayo, donde puedo imaginar un sinnúmero de cosas a partir de los hechos reales.

“Pero que no se confunda la información con la opinión. Ni la información con la imaginación. Es posible que me imagine que algo va a ocurrir; pero nadie me garantiza que ocurra.

“He aquí la importancia de los géneros. Una virtud de todo periodista será la de conocerlos y practicarlos.

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Incansable investigador de los géneros periodísticos, profesor emérito y director por 19 años de la prestigiada Escuela de Periodismo Carlos Septién García, reconoce haber tenido todo tipo de alumnos: “Desde los más mendaces -que nadie les hace caso, ni los toma en cuenta-, hasta los que han tenido éxito en los medios”. Gran amigo y compañero de Vicente Leñero. Maestro en el aula de Alberto Barranco, Carlos Marín, Jorge Zarza, Alejandro Cacho, Raymundo Riva Palacio, Fidel Samaniego, Pati Chapoy, Ana María Lomeli, Daniel Sada Villarreal, entre otros grandes nombres del periodismo y la literatura en México.

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-¿Cómo observa el periodismo actual?

-Encuentro mucho de bueno. Hay múltiples herramientas que sirven para manejar mejor la información. Permiten incluso saber lo que está ocurriendo en el otro lado del mundo en este momento. Eso antes era imposible.

En el periodismo de hoy, sin embargo, se juega mucho con la buena fe del público que recibe la información, porque se manejan intereses inconfesables de dinero y poder. Se oculta información. Tiene que ocurrir un hecho muy grave para que se den cuenta que parte de la información estaba oculta. Y no se oculta por omisión del medio o por omisión del periodista, no; se oculta básicamente por interés económico.

Pero no todo es negativo. También hay plumas y voces que dicen la verdad de las cosas. Existe un periodismo limpio, honrado, capaz de enfrentar todos los retos que presentan la sociedad, la autoridad, el gobierno, las situaciones que estamos viviendo. Desgraciadamente, no es más lo que se dice de lo que ocurre, sino de lo que se oculta.

-¿Qué otras deficiencias encuentra?

-Cuando se da por hecho una cosa que apenas se piensa hacer. ¿El periodismo es inventar lo que va a ocurrir o hablar de lo que ya ocurrió? El periodismo debe hablar de los hechos consumados, principalmente.

Hay tres estadios de la información: uno, hecho probable -es probable que ocurra-; dos, hecho futuro -va a ocurrir porque ya está determinado-, y tres, ya ocurrió. ¿Cuál es la información más importante? La que ya ocurrió. Algunos periodistas suelen hacerse bolas al confundir lo que puede ocurrir con lo que ya ocurrió.

Hace miles de años, cuando los cronistas hablaban de los hechos era de mayor peso lo que había ocurrido, estaban narrando lo que ya ocurrió. Usaban el tiempo pasado. No ocurrirá. Ni ocurre: ¡ocurrió!, simplemente. Este es el mayor peso de la información.

Ahora, en el plano de la opinión también se puede proceder así, pero no estoy dando información, estoy elaborando una opinión.

El periodista tiene más público lector cuando mejor sabe decir las cosas. Aquel que está mintiendo y que está vendido, nadie le va a hacer caso.

-En años recientes se ha incrementado de manera alarmante el número de periodistas agredidos por el crimen organizado, ¿cómo evalúa la situación?

-El narcotráfico ha matado a quienes dicen las cosas que ocurrieron porque son veraces, oportunos, objetivos, saben lo que dicen. No hay que meterse de héroes; pero sí hay que saber manejar la información…

La entrevista termina, pero aún hay lugar para una reflexión final: “Sólo hablo de lo que he visto, de lo que he vivido; lo que me ha tocado ver y decir. Y si yo tuviera 18 años, volvería a estudiar periodismo”.



 

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