En tiempos en que todo es reducido a una marca que compite en el mercado por consumidores y hasta ciudadanos, incluso cuando se habla de la “marca-país”, resultó un severo revés para José Antonio Meade y sus promotores abiertos y encubiertos del sistema de dominación, que el Instituto Nacional Electoral lo obligara a cambiar la denominación de los partidos coaligados (Revolucionario, Verde y Nueva Alianza) en torno a Meade Ciudadano por México, a Todos por México.

La verdad sea dicha, era un estupendo nombre el primero, sobre todo para camuflar al Revolucionario Institucional que a sus 89 años por cumplir el próximo mes, de ellos 78 en Palacio Nacional, está obligado a presentarse súper maquillado para que no sea tan reconocible en la contienda por Los Pinos. Puja en la que la legislación electoral obliga a llamarla precampaña y la agobiante campaña de anuncios en radio y televisión a concluirlos con enunciados de que están dirigidos a los órganos de gobierno y los militantes de los nueve partidos. Es ridículo, pero en el país de la simulación los desfiguros son dables.

Resulta que cuando la estrategia de precampaña es colocar en un segundo plano la marca del partido tricolor, nada más y nada menos que los colores de lábaro patrio, aparece Emilio Gamboa Patrón a plantear en la XII sesión plenaria que la sociedad debe conocer los logos del gobierno de Enrique Peña Nieto. Y que los secretarios, subsecretarios y directores generales hagan mejor su trabajo para difundir “los grandes logros” del gobierno, como parte de la estrategia para impulsar a Meade Kuribreña.

No es el tema ocuparse de “los grandes logros” o los grandes fracasos, mejor aún de los claroscuros del sexenio que pocos de sus entusiastas partidarios se atreven a defenderlos como lo hicieron en 2012-15, sino de que tampoco el gobierno que juró “Mover a México” y ya lo olvidó, es una activo para la campaña de Meade, cuando su nivel de aceptación todavía es muy bajo, pese al repunte de 3-4 por ciento en los últimos meses.

Si tampoco Peña Nieto es un activo a usar en la precampaña y en marzo en la campaña presidencial, entonces la tarea del tres veces exsecretario en cinco años (Hacienda, Desarrollo Social y Relaciones Exteriores) es sumamente difícil, compleja como para que el impresentable coordinador de los senadores priistas lo reduzca a un problema de comunicación social, precisamente cuando es el Senado la institución que derrocha el tiempo en radio y televisión en anuncios con lenguaje tan grandilocuente (“dominguero”) que resultan inaccesibles al común de los ciudadanos.

Para Gamboa Patrón –señalado por Lydia Cacho como pederasta en Los demonios del Edén, así como en declaraciones ministeriales y recientemente en Radio Fórmula por Gerardo Fernández Noroña–, “son tiempos complejos y debe dar coraje no poder comunicar los avances y beneficios que se han logrado para millones de mexicanos en este sexenio”. Lo dijo frente a Enrique Ochoa al que sugirió: “Deben pedir al gobierno federal que salgan a explicar esos beneficios”. El presidente del PRI, simplemente lo ignoró y dijo a los colegas en la banqueta que en el gobierno “tienen que aprender a comunicar mejor a la sociedad”. Sí, cuando faltan nueve meses y 28 días para que se vayan a disfrutar lo acumulado lícita e ilícitamente.

Tiene demasiados pasivos políticos la precampaña de José Meade. Y entre más retrase el indispensable y sexenal deslinde con el presidente Peña, menos podrá capitalizarlo en votos y apoyos.

Hasta el martes 7 por la tarde-noche.

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