Todd Robinson, la carta de Washington para “enderezar” a Venezuela
- Opinión
Todd Robinson, el designado por Estados Unidos para ocupar el puesto de Encargado de Negocios en Venezuela dará de qué hablar, si se juzgan sus antecedentes en Guatemala, donde fue embajador durante tres años, hasta septiembre último.
Con sólo unas horas en Caracas, comenzó a intervenir en la política local cuando en un mensaje colgado en Youtube señaló que “buscaré oportunidades para ayudar al regreso de la prosperidad y la democracia al pueblo de Venezuela”.
Según los informes guatemaltecos, tuvo una influencia decisiva en la destitución del dictador genocida Otto Pérez Morales, en 2016, y en todo el proceso posterior de intento de reformas constitucionales, lo que le granjeó las antipatías, por igual, de la izquierda y la derecha en ese país.
Al ocupar en Venezuela el cargo de Encargado de Negocios y no de embajador (hace siete años que EEUU no tiene embajador en Venezuela, y viceversa), el gobierno de Donald Trump no requiere de placet de su par venezolano. Sin dudas, su misión es de importancia ya que envían a un funcionario con rango de embajador y mucha experiencia a un cargo de encargado de Negocios.
Dependerá del gobierno de Caracas otorgarle el visado para que ejerza sus funciones, lo cual, seguramente, quedará supeditado a un alivio de las sanciones contra los funcionarios venezolanos en EEUU. Pero hasta ahora Washington no ha hecho ningún gesto que permita suponer que está dispuesto a suspender o irigerar las sanciones unilaterales. Pero es un tema que se negocia en el Diálogo entre gobierno y oposición que se sigue celebrando en Santo Domingo.
La palabra que más usaron los medios guatemaltecos para definirlo durante sus tres años de gestión en ese país fue “polémico”, y él mismo –quizá excusándose por su injerencia en los asuntos internos- llegó a decir: “Yo no mando en Guatemala”.
Con respecto al mecanismo intervencionista en Guatemala vale detallar que la ONU y el Gobierno de ese país firmaron el Acuerdo relativo a la creación de una Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el 12 de diciembre de 2006. Luego de la Opinión Consultiva favorable de la Corte de Constitucionalidad, en mayo de 2007, fue ratificado posteriormente por el Congreso en Agosto de 2007. Un esquema similar es hoy impensable en Venezuela, con un historial y una situación muy diferente a la guatemalteca.
La injerencia era notoria con propuestas que rozaban el llamado a la movilización política cuando aseguró que “La sociedad guatemalteca va a tener que vigilar más, quejarse más, manifestar cuando sea necesario y apoyar a las autoridades que estén trabajando de manera más transparente y eficiente”.
Su estilo es confrontador y altamente comprometido con la visión de Washington sobre la situación del país en el que se encuentra; está alineado “completamente” con la estrategia del Departamento de Estado de su país, y tiene un estilo agresivo aplicando la visión estadounidense de defensa de los derechos humanos, y particularmente, de combate a la corrupción.
Todd, señalan los analistas guatemaltecos, prioriza “interlocutores no tradicionales” y si en Venezuela asume los modos que tuvo en Guatemala, muy pronto tendrá problemas con el Gobierno de Nicolás Maduro.
Pero Robinson llega a Venezuela no solo con un gran prestigio en el Departamento de Estado de EEUU, hombre de confianza no solo de Barack Obama sino también de Donald Trump, y cuenta con el respaldo de William Brownfield, uno de los últimos embajadores que tuvo EEUU en Venezuela, embajador en Colombia, y ahora subsecretario de Estado para asuntos de Narcotráfico (de quien, se dice, Robinson es protegido).
Los grupos liberales guatemaltecos vieron en Robinson una persona que simpatizaba mucho con los grupos tradicionales de izquierda, indigenismo y agenda social proderechos homosexuales, proaborto (la ultraderecha lo calificó de “socialista”), lo cual provocó que tanto los liberales tradicionales como los conservadores vieran una especie de intromisión extranjera en la agenda que Robinson manejaba.
Lo cierto es que la postura de EEUU hacia Guatemala cambió en 2015. Se sumó a última hora a las denuncias de corrupción contra Otto Pérez, cuando ya no podía sostenerlo más. En 2016 el gobierno de EEUU apoyó una serie de reformas del sistema judicial que impulsaban la Fiscalía, la Procuraduría de Derechos Humanos (Defensoría del Pueblo) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, dependiente de la ONU.
Esto le granjeó la antipatía de los sectores del empresariado más tradicional, que es potencial sujeto de investigaciones por corrupción. O sea, comenzó a trabajar con élites disidentes, con la oposición de las viejas, de las cuales son los principales partidarios del liberalismo en Guatemala. Una carga de profundidad que en Venezuela puede leerse no solo contra el Gobierno, sino contra buena parte de la oposición.
Todo indica que sus caballitos de batalla en Venezuela serán atacar la corrupción, la impunidad y el narcotráfico (resta ver si Maduro lo va a permitir) por lo cual seguramente va a intentar ser bastante más moderado y menos expresivo que lo que fue en Guatemala, siempre que los dirigentes de la oposición se lo permitan, claro.
- Victoria Korn es periodista venezolana, analista del Centro Latinoamericano de Análisis Extranjero (CLAE, www.estrategia.la)
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