Lecciones de dignidad soberana

21/07/2017
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En la estrategia política yanqui se apostó a la reacción defensiva inmediata del gobierno bolivariano implementando una represión a los grupos fa

En la estrategia política yanqui se apostó a la reacción defensiva inmediata del gobierno bolivariano implementando una represión a los grupos fascistas, para evidenciarlo como una tiranía. En este experimento del poder imperialista el argumento mediático internacional sigue girando en una supuesta denuncia e indignación de las clases dominantes occidentales para encubrir sus ambiciones, pero se equivocaron de principio a fin.

 

Estos años bregando contra el imperialismo y de seguir construyendo una República soberana de verdad con un poder popular en proceso permiten despejar sus maniobras. De abril a la fecha la derecha venezolana fue dejando el pelero en el camino, comenzó tan entusiasta y pedante que podía disuadir a muchos con respecto de que sus planes golpistas eran suyos de su propiedad, pero ahora, sus amos, desesperadamente asumieron su hechura.

 

Tempranamente, en lo crudo de la escalada violenta neofascista, agotadas las posibilidades de diálogo y acuerdo sobre la vida democrática, el chavismo hizo cuentas, sacó conclusiones y replanteó la perspectiva: salir del cerco, tomar la iniciativa, poner a la derecha patrocinada por el imperialismo en el basural en que se enredó con tanto gusto, y replantear su horizonte de lucha. Desde el Primero de Mayo de 2017 la oposición perdió la perspectiva, se desinfló y desubicó por completo, ni esta, los yanquis, o la OEA fueron capaces de leer el cambio de panorama. Todas esas fuerzas se enfrascaron en la aventura de siempre, es política neoliberal dar el golpe de estado, tirar los derechos sociales, hacerse con los recursos de la clase trabajadora, arruinar a los pueblos, remando contra el tiempo.

 

Así fueron quemando los días de mayo a la fecha, asesinando, agrediendo, destruyendo, saboteando, amenazando, y por ello aislándose. Al final, la táctica irracional que esperaban como respuesta del chavismo no sólo se les revirtió, también terminaron por asumirla basados en que esa fuerza destructora les llevaría al poder como están tan acostumbrados que ocurra en otras latitudes.

 

Llegó la gran iniciativa de aquel Primero de Mayo, volver al poder constituyente del pueblo. La cuestión no ha sido fácil, la reacción se abocó desde ese momento a denigrarla, pero quedó atada a la cola del proceso, contra de este, sin manera de retomar la iniciativa. A pedido de los gringos la ultraderecha se ha dedicado exclusivamente a atacar con todas sus fuerzas a la Asamblea Nacional Constituyente, desatando violencia e impunidad hasta donde sus medios se lo permiten, en tanto el Gobierno Bolivariano les pudo contener y aislar en anillos de seguridad y el pueblo se movilizó día a día con mucha dignidad.

 

En estas contiendas se presentaron refriegas, escaramuzas, fallas, pérdidas humanas y materiales sin igual, un centenar de víctimas fatales1, heridos, daños a infraestructuras públicas y privadas, millones de bolívares, el dolor de la violencia y de ver a la patria y al pueblo bajo amenaza. El imperialismo dirigido por el arrogante Donald Trump, así como la MUD son los causantes de este tormento en primerísima instancia para recolonizar el país y seguir arremetiendo contra América Latina. Si bien cuentan con el monopolio de la mentira, los hechos se clavan como daga en la hidra imperial, cuyas responsabilidades son inequívocas, en su larga data de intervenciones sobre Latinoamérica, el emperador está desnudo.

 

En sus cuentas alegres, no contaron con la firmeza del gobierno encabezado por Nicolás Maduro, como no contaron con el patriotismo revolucionario de las Fuerzas Armadas Nacional Bolivarianas vilmente agredidas en estos meses, y como siempre subestimaron la combatividad del pueblo y sus factores revolucionarios. En esta primera etapa de acción la Guardia Nacional Bolivariana como primera línea de defensa ha sido más que heroica, logró preservar frescas las fuerzas de las FANB.

 

Así pues, de un contexto que desfavorecía al proceso bolivariano, debido a las consecuencias de la guerra económica, la victoria opositora en la Asamblea Nacional, las secuelas del burocratismo, los errores del gobierno y el descenso en la acción popular, en que las premoniciones del imperialismo parecían cosa consumada. Sin embargo, la postura totalitaria yanqui y sus monopolios, sumada a la ineptitud de la derecha y la incapacidad conjunta de ver el cambio de circunstancias para un hegemón en franca decadencia los llevaron a la desesperación y el fracaso. Fracaso que ahora deben tapar a base de propaganda y nuevas agresiones sancionatorias al pueblo venezolano. De aquí en adelante, siguiendo el manual del moderno golpista, resta agredir, asechar, calumniar, victimizarse y sobre todo, defenestrar una Constituyente que será ejemplo de resistencia del poder popular frente a la plutocracia global y la catástrofe en que ha puesto a la humanidad.

 

Los imperialistas son una cosa de trauma, se saben quebrados, pero no pierden el paso de sus amenazas, se sienten impotentes frente a la Constituyente y amenazan sus decisiones, a la vez que piden les respete sus trampas y les permita seguir actuando con la impunidad acostumbrada. Fueron pasando de diestros matemáticos del poder, luego a expertos del sufrimiento humano, tahúres con más ases para barajar, y finalmente a exorcistas de sus propias aberraciones. Y todo esto revela al mundo entero que los pueblos necesitamos nuestra propia Constituyente, lo cual aliviaría la grave crisis de época.

 

Con su lenguaje transparente de paz, en palabras sencillas, el pueblo venezolano está haciendo de esta tragedia implantada, una gesta de lucha revolucionaria. Resuelto a vencer en las circunstancias y terrenos que se presenten.

 

Así en la táctica como en la estrategia, en la acción como en la perspectiva, el chavismo se reposicionó políticamente al calor de este momento original de la lucha de clases. Aprendiendo a asumir sus errores y desaciertos, innovando, accionando y dando pasos certeros, se logró construir el contexto necesario para la siguiente etapa. Sin ínfulas puritanas, rompiendo esquemitas, aminorando los estragos del sectarismo, afirmando el sentido de estar y ser pueblo, de democracia participativa y protagónica, de lealtad al proceso en cualquier circunstancia, de sindéresis revolucionaria, de dar la cara y entregarse a los intereses superiores de explotados y oprimidos, asumiendo las formas y particularidades organizativas del momento.

 

En contraparte los burgueses, gobiernos y políticos de la región comprometidos con la agresión imperial salen más desacreditados, tienen poco qué contar, ahora deberán pagar en sus países.

 

En estas condiciones la política de paz movilizada y socialismo ha sido acertada para desactivar la perspectiva de una guerra civil con intervención de colosales fuerzas militares norteamericanas. No es que la ultraderecha vaya a ceder de buenas a primeras, o que los imperialistas vayan a renunciar a la intervención, a dejar de intentar la fractura de la unión cívico-militar bolivariana y al golpismo, sino que no tendrán manera de encubrirse y de conseguir el llamado consenso internacional; en todo caso, un pueblo consciente y el rechazo mundial les aguardan. La solidaridad de los pueblos ante tantas agresiones del enemigo común no se hará esperar.

 

El pueblo llega movilizado por las exigencias del proceso con la moral y el valor en alto, ahora debe abrir una etapa de resolución de los problemas apoyándose fundamentalmente en las fuerzas internas, esto será lo que vendrá para sus clases y sectores. Y la Constituyente en el centro de la tormenta, sí va, porque resulta imprescindible en los anhelos de paz, justicia y dignificación.

 

 

scistas, para evidenciarlo como una tiranía. En este experimento del poder imperialista el argumento mediático internacional sigue girando en una supuesta denuncia e indignación de las clases dominantes occidentales para encubrir sus ambiciones, pero se equivocaron de principio a fin.

Estos años bregando contra el imperialismo y de seguir construyendo una República soberana de verdad con un poder popular en proceso permiten despejar sus maniobras. De abril a la fecha la derecha venezolana fue dejando el pelero en el camino, comenzó tan entusiasta y pedante que podía disuadir a muchos con respecto de que sus planes golpistas eran suyos de su propiedad,  pero ahora, sus amos, desesperadamente asumieron su hechura.

Tempranamente, en lo crudo de la escalada violenta neofascista, agotadas las posibilidades de diálogo y acuerdo sobre la vida democrática, el chavismo hizo cuentas, sacó conclusiones y replanteó la perspectiva: salir del cerco, tomar la iniciativa, poner a la derecha patrocinada por el imperialismo en el basural en que se enredó con tanto gusto, y replantear su horizonte de lucha. Desde el Primero de Mayo de 2017 la oposición perdió la perspectiva, se desinfló y desubicó por completo, ni esta, los yanquis, o la OEA fueron capaces de leer el cambio de panorama. Todas esas fuerzas se enfrascaron en la aventura de siempre, es política neoliberal dar el golpe de estado, tirar los derechos sociales, hacerse con los recursos de la clase trabajadora, arruinar a los pueblos, remando contra el tiempo.

Así fueron quemando los días de mayo a la fecha, asesinando, agrediendo, destruyendo, saboteando, amenazando, y por ello aislándose. Al final, la táctica irracional que esperaban como respuesta del chavismo no sólo se les revirtió, también terminaron por asumirla basados en que esa fuerza destructora les llevaría al poder como están tan acostumbrados que ocurra en otras latitudes.

Llegó la gran iniciativa de aquel Primero de Mayo, volver al poder constituyente del pueblo. La cuestión no ha sido fácil, la reacción se abocó desde ese momento a denigrarla, pero quedó atada a la cola del proceso, contra de este, sin manera de retomar la iniciativa. A pedido de los gringos la ultraderecha se ha dedicado exclusivamente a atacar con todas sus fuerzas a la Asamblea Nacional Constituyente, desatando violencia e impunidad hasta donde sus medios se lo permiten, en tanto el Gobierno Bolivariano les pudo contener y aislar en anillos de seguridad y el pueblo se movilizó día a día con mucha dignidad.

En estas contiendas se presentaron refriegas, escaramuzas, fallas, pérdidas humanas y materiales sin igual, un centenar de víctimas fatales1, heridos, daños a infraestructuras públicas y privadas, millones de bolívares, el dolor de la violencia y de ver a la patria y al pueblo bajo amenaza. El imperialismo dirigido por el arrogante Donald Trump, así como la MUD son los causantes de este tormento en primerísima instancia para recolonizar el país y seguir arremetiendo contra América Latina. Si bien cuentan con el monopolio de la mentira, los hechos se clavan como daga en la hidra imperial, cuyas responsabilidades son inequívocas, en su larga data de intervenciones sobre Latinoamérica, el emperador está desnudo.

En sus cuentas alegres, no contaron con la firmeza del gobierno encabezado por Nicolás Maduro, como no contaron con el patriotismo revolucionario de las Fuerzas Armadas Nacional Bolivarianas vilmente agredidas en estos meses, y como siempre subestimaron la combatividad del pueblo y sus factores revolucionarios. En esta primera etapa de acción la Guardia Nacional Bolivariana como primera línea de defensa ha sido más que heroica, logró preservar frescas las fuerzas de las FANB.

Así pues, de un contexto que desfavorecía al proceso bolivariano, debido a las consecuencias de la guerra económica, la victoria opositora en la Asamblea Nacional, las secuelas del burocratismo,  los errores del gobierno y el descenso en la acción popular, en que las premoniciones del imperialismo parecían cosa consumada. Sin embargo, la postura totalitaria yanqui y sus monopolios, sumada a la ineptitud de la derecha y la incapacidad conjunta de ver el cambio de circunstancias para un hegemón en franca decadencia los llevaron a la desesperación y el fracaso. Fracaso que ahora deben tapar a base de propaganda y nuevas agresiones sancionatorias al pueblo venezolano. De aquí en adelante, siguiendo el manual del moderno golpista, resta agredir, asechar, calumniar, victimizarse y sobre todo, defenestrar una Constituyente que será ejemplo de resistencia del poder popular frente a la plutocracia global y la catástrofe en que ha puesto a la humanidad.

Los imperialistas son una cosa de trauma, se saben quebrados, pero no pierden el paso de sus amenazas, se sienten impotentes frente a la Constituyente y amenazan sus decisiones, a la vez que piden les respete sus trampas y les permita seguir actuando con la impunidad acostumbrada. Fueron pasando de diestros matemáticos del poder, luego a expertos del sufrimiento humano, tahúres con más ases para barajar, y finalmente a exorcistas de sus propias aberraciones. Y todo esto revela al mundo entero que los pueblos necesitamos nuestra propia Constituyente,  lo cual aliviaría la grave crisis de época.

Con su lenguaje transparente de paz, en palabras sencillas, el pueblo venezolano está haciendo de esta tragedia implantada, una gesta de lucha revolucionaria. Resuelto a vencer en las circunstancias y terrenos que se presenten.

Así en la táctica como en la estrategia, en la acción como en la perspectiva, el chavismo se reposicionó políticamente al calor de este momento original de la lucha de clases. Aprendiendo a asumir sus errores y desaciertos, innovando, accionando y dando pasos certeros, se logró construir el contexto necesario para la siguiente etapa. Sin ínfulas puritanas, rompiendo esquemitas, aminorando los estragos del sectarismo, afirmando el sentido de estar y ser pueblo, de democracia participativa y protagónica, de lealtad al proceso en cualquier circunstancia,  de sindéresis revolucionaria, de dar la cara y entregarse a los intereses superiores de explotados y oprimidos, asumiendo las formas y particularidades organizativas del momento.

En contraparte los burgueses, gobiernos y políticos de la región comprometidos con la agresión imperial salen más desacreditados, tienen poco qué contar, ahora deberán pagar en sus países.

En estas condiciones la política de paz movilizada y socialismo ha sido acertada para desactivar la perspectiva de una guerra civil con intervención de colosales fuerzas militares norteamericanas. No es que la ultraderecha vaya a ceder de buenas a primeras, o que los imperialistas vayan a renunciar a la intervención, a dejar de intentar la fractura de la unión cívico-militar bolivariana y al golpismo, sino que no tendrán manera de encubrirse y de conseguir el llamado consenso internacional; en todo caso, un pueblo consciente y el rechazo mundial les aguardan. La solidaridad de los pueblos ante tantas agresiones del enemigo común no se hará esperar.

El pueblo llega movilizado por las exigencias del proceso con la moral y el valor en alto, ahora debe abrir una etapa de resolución de los problemas apoyándose fundamentalmente en las fuerzas internas, esto será lo que vendrá para sus clases y sectores. Y la Constituyente en el centro de la tormenta, sí va, porque resulta imprescindible en los anhelos de paz, justicia y dignificación.
 

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