De la deuda venimos, en la deuda estamos, a la deuda vamos
- Opinión
Bajo la actual gestión de gobierno, recurrir a los mercados internacionales para endeudarse es una política que solo modifica el lugar geográfico donde salir a buscar dinero. Pero representa una continuidad respecto a la idea de que es con deuda cómo se financia nuestra economía.
Se conoció este lunes que un fondo buitre de Bahamas presentó en tribunales de New York una demanda contra Argentina para cobrar bonos impagos por 65 millones de dólares que no entraron en el arreglo con los holdouts de abril de este año.
Las informaciones periodísticas detallan que son títulos impagos de 1992 y 1993 que serían parte de los 1000 a 1500 millones de dólares en bonos que están en cesación de pago, de demandas presentadas en 2004 y aún no cerradas. Según informó el Ministerio de Hacienda y Finanzas, todavía no se acordó con este grupo porque el gobierno considera que “sus bonos no son válidos para reclamar".
Durante el kichnerimso se cambió gran parte de la deuda externa por deuda intraestado (ANSeS, Banco Central, Banco Nación). Pero ese proceso partió de pagar sin chistar toda la deuda que ilegalmente se había contraído. Desde el año 2005 - en que el entonces presidente Néstor Kirchner pagó los 9.530 millones de dólares cash al FMI- las arcas del Estado se fueron desangraron con casi 200 mil millones en toda la gestión K. Cristina Fernández dejó la presidencia sin arreglar con los fondos buitres, no porque pensara que no había que pagar - ya que también estaba en sus objetivos que Argentina reingrese al mercado internacional de capitales para comenzar a tomar deuda externa - sino porque no se acordó monto, formas y plazos y porque la coyuntura política ameritaba mostrar dureza para seguir manteniendo consenso.
Cuando el gobierno Cambiemos cerró este año el trato con los fondos buitre, emitió cerca de 16.000 millones de dólares para pagar en efectivo la mayoría de las demandas. Dio así el primer paso que consideró una señal imprescindible para volver a tomar créditos externos como uno de los pilares de su política para poner “en movimiento” la economía. No ha cumplido esto último pero sí, y con creces, contraer deuda.
Sin discriminar entre pesos y dólares, si es el Ministerio de Finanzas o el Banco Central, si es la Nación o las provincias, la nueva deuda emitida ronda los U$S 90.000 millones.
El ministerio de Finanzas comandado por Alfonso Prat Gay acumula U$S 44.000 millones. Lleva emitidos Bonos del Tesoro en pesos en un equivalente a U$S 14.500 millones que vencerán entre el 2018 y el 2016. A más corto plazo y en dólares, las Letras de Tesoro arañan los U$S 6.000 millones. Las colocaciones en el exterior, que incluyen los pagos a los fondos buitre, suman entre bonos atados al PBI y bonos en Euros poco más de U$S 22.000 millones. En lo que resta del año se estima se sumarán otros U$S 2.300 millones. Del total, casi un 54% son compromisos con acreedores que no incluyen la deuda intraestado.
Federico Sturzenegger al frente del Banco Central compite cabeza a cabeza con su ministro de Hacienda. Habilitando un excelente negocio especulativo, lleva emitida deuda con las letras LEBAC por $ 685.000 millones equivalentes a casi U$S 46.000 millones. Con tasas de rentabilidad que alcanzaron un máximo de 38% de interés anual en pesos y 20% en dólares, siguen siendo la herramienta preferida para sacar dinero circulante con el objetivo no cumplido de contener la inflación y desalentar la compra de dólares para sostener su cotización. Al 31 de octubre esta bicicleta financiera superaba la base monetaria (dinero en circulación + depósitos bancarios). En buen criollo: no hay pesos suficientes que los respalden. Hoy las LEBAC están dando una rentabilidad de casi un 27 % anual y se estima que los intereses a pagar durante este año serán de alrededor de $ 200.000 (U$S 13.500 millones). Empresas y particulares a través de los bancos, que también hacen su gran negocio, concentran más de la mitad de estas letras.
Hacer plata con plata, especulación lisa y llana, es lo que le permite a inversores nacionales y extranjeros, la compra de estos títulos. Con un dólar más o menos estable, cambian dinero verde por estas letras en pesos que luego cobran con alto interés y recompran dólares más o menos al mismo precio al que los vendieron. Un negocio redondo.
Bajo este esquema de endeudamiento permanente no aparece como novedoso que el presupuesto 2017 con media sanción de Diputados estime nueva deuda por U$S 30.000 millones. Para el pago a acreedores privados en concepto de intereses de deuda están previstos $ 131.321 millones de pesos cifra que representa: 3 veces el gasto que se destina a Promoción y Asistencia Social, 15 veces lo asignado a Trabajo, 1,5 veces lo destinado a Salud, 7 veces el monto presupuestado para Agua Potable y Alcantarillado. Y representa además, más del doble de lo que se asigna al programa de Reparación Histórica de haberes jubilatorios ($ 59.657 millones) junto con lo destinado a la “Pensión Universal para el adulto mayor” ($ 3.045,9 millones).
Dólares para pagar deuda, dólares para cubrir el déficit fiscal y comercial, dólares para la acumulación de los ahorristas y especuladores.
Mientras, las cifras del INDEC del segundo trimestre dan cuenta que la mitad de los más de 16 millones de ocupados recibe menos de $ 8.000 por mes. El ingreso promedio es de $ 10.771, muy por debajo de la canasta básica total que según el organismo estadístico ascendió en septiembre a $12.637. En la base de la pirámide de ingresos, 5 millones de personas cobran menos de $ 5.300 mensuales, 3,2 millones menos de $ 4.000 y un grupo que son el 10% de los ocupados solo consigue $ 2.000 mensuales para subsistir.
Y la distribución del ingreso también refleja la desigualdad entre los que hacen negocios con los dólares y quienes teniendo trabajo, no pueden evitar ser considerados pobres por las estadísticas. Hoy en Argentina, el 10 % más rico recibe el 28,5 % del total de los ingresos y el 10 % más pobre apenas el 2,1 %. El 10 % de los hogares más ricos reciben lo mismo que el 55% de los hogares más pobres.
El objetivo de “pobreza cero”, uno de los tres caballitos de la campaña electoral, se ha reciclado en el discurso del presidente Mauricio Macri. Planteado en esos días como una meta a lograr en su mandato, reconoció hace poco más que “no se puede alcanzar en cuatro años”, para aparecer en estos días como el objetivo de “crear el contexto necesario para que más argentinos tengan la oportunidad de salir adelante”.
Cuáles serán esas oportunidades a las que se refiere el presidente si las que sigue sosteniendo solo benefician a las empresas mineras, a los monopolios sojeros o exportadores, a los acreedores externos, a las empresas petroleras, a las empresas del mercado de las telecomunicaciones, al capital especulativo, a los bancos y financieras.
Viernes 11 de noviembre de 2016
Fuente: Red Eco Argentina
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