Comunicación política y democracia en América Latina

24/06/2016
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Debemos agradecer a los editores Juan Pablo Arancibia y a Claudio Salinas el haber convocado a un notable grupo de investigadores en el ámbito de la comunicación política para dar vida al libro Comunicación política y democracia en América Latina (1).  No parece casual que un libro de estas características haya sido concebido en este tiempo y en estas tierras para ser publicado, finalmente, en España. Este libro tiene la virtud de poner en evidencia el estado actual de la reflexión en torno a las comunicaciones, en particular, la comunicación política.

 

En un primer momento, la mirada se vuelca a las mismas posibilidades epistemológicas de un cierto “pensamiento comunicacional”. Para Erick Torrico, estamos ante un polimorfo constituido  “…a partir de extrapolaciones fragmentarias y no siempre autorizadas y plausibles de teorías provenientes de distintas concepciones de la sociología, política, antropología, psicología, tecnología o economía…” Una mirada tal, desconoce que ha sido la lingüística de Ferdinand de Saussure la que ha sido reconocida como ciencia pionera de las ciencias sociales (Levi – Strauss) y que, en último trámite, los estudios comunicacionales adquieren su madurez en los avances de la semiología en torno a la significación y la comunicación. El llamado “giro lingüístico” atestigua la centralidad de lo comunicacional en las ciencias sociales y no a la inversa.

 

Para otros investigadores – Carlos Ossandón, Claudio Salinas y Hans Stange – se constata una pérdida de vigor y consistencia en la “actitud crítica” de los estudios comunicacionales hoy. Ellos sostienen que : “… la razón principal para este declive sería la desfiguración del horizonte político en cuyo marco alcanzaron sentido las preguntas acerca de las relaciones entre comunicación, cultura y sociedad que caracterizaron la actitud crítica de anteriores periodos de la investigación en comunicación”  La hipótesis plantea una nueva interrogante, pues ante una mutación profunda del “horizonte político” contemporáneo en América Latina, la mentada “actitud crítica de anteriores periodos” carece de todo sentido y sería menester redefinir sus contenidos y alcances. En este sentido, habría una historicidad inmanente a toda “actitud crítica” que en el caso de los estudios comunicacionales adquiere la forma de una “epistemocrítica”

 

En un segundo momento, este libro aborda la relación problemática entre la comunicación política y las TIC’s. Entre las miradas más radicales en torno a esta cuestión, destaquemos aquella de Juan José Trillos, para quien “…la red, al igual que la televisión, la radio y los medios impresos, son soportes que vehiculizan las mediaciones políticas y de poder entre los hombres en sociedad y por eso el mero uso técnico de esas infraestructuras tecnológicas no garantiza nada distinto de servir de transporte de las mismas”. Este tipo de argumentos de tinte tecnofóbico desconoce el hecho capital de que las tecnologías digitales no son tan solo artefactos sino una nueva cultura, la cibercultura. Esto quiere decir, un nuevo “régimen de significación” que en su dimensión “económica cultural” está transformando los modos de producir, distribuir y consumir bienes simbólicos y que en cuanto “modo de significación” está transformando el “sensorium de masas” y el imaginario contemporáneo. Lejos de servir de mero transporte, las nuevas tecnologías reconfiguran la cultura toda, incluyendo el ámbito de la comunicación política.

 

Para Omar Rincón, Eduardo Santa Cruz y Lorena Antezana, la cuestión se torna mucho más compleja. Reconocer que las nuevas tecnologías digitales catalizan el cambio, aunque no pueden ser concebidas como agentes en sí mismas nos pone a resguardo de la tentación tecnofóbica, tanto como de la tentación tecnofílica. Como afirma con lucidez Rincón: “Hay que transmitir esperanza y ayudar con herramientas, conceptos, teorías, lecturas, todo lo que haga falta para que la pasión digital no se frustre. Asumir que el entretenimiento no es pecado, existe en la emoción para sintonizar con la gente y el mundo” Reconocer la “mediatización de lo político” (Arancibia), nos lleva a constatar con Santa Cruz y Antezana: “Creemos que son al menos dos los grandes ámbitos donde, a partir de las TIC, se hacen evidentes los cambios: el de la dimensión espacio-temporal y el de las relaciones sociales, ámbitos que, a nuestro modo de ver, modifican sustancialmente la vida política”.

 

En un tercer momento, este libro nos ofrece cinco escritos de corte ensayístico cuyo talante filosófico político está destinado a inaugurar reflexiones y debates en el dominio de la comunicación política en América Latina. En el sucinto espacio de esta reseña solo cabe mencionar los horizontes de comprensión que instalan investigadores de la talla de Juan Pablo Arancibia en torno a la democracia y la racionalidad de la excepción o Carlos Ossa en torno a las políticas visuales. Destaquemos “Democracia y biopolítica” de Roberto Esposito. La crítica a la noción de democracia se puede ordenar en dos vectores, por una parte, quienes reclaman la “promesa incumplida” y aquellos que denuncian un “vicio originario”. Esposito va a proponer una tercera lectura posible: “…por medio de ondas sucesivas y aceleradas, la ruptura de las fronteras entre aquello que es biológico y aquello que es político caracteriza cada vez más a nuestro tiempo, invistiendo y transformando todo el abaníco de la experiencia contemporánea, redefiniendo de manera inédita nuestra realidad y nuestro imaginario” Todo el vocabulario político está destinado a transformarse en virtud de esta verdadera revolución del “bios”.

 

Como ya se nos anuncia desde el prólogo, pensar lo político, investigar la comunicación política, está sujeta a marcos normativos e institucionales que han transformado la producción de conocimiento en una actividad burocrática. Como sostienen Arancibia y Salinas: “Con los nombres de campo, contorno disciplinario, comunidad y ciencia, se levanta un imaginario que justifica la formalización de una actividad, la administración de unos prestigios y, por supuesto, la repartición de unos recursos y unos pasaportes de admisibilidad”. Esta verdadera denuncia de la dimensión performativa que ha adquirido el saber en nuestros espacios académicos, remite a la instrumentalización y, en el límite, a la desconexión del conocimiento de toda realidad histórica y social. El pensamiento crítico, entonces, comienza por “problematizar las estructuras de tensión que articulan estos dispositivos de investigación” En este sentido, este libro viene a interpelar todo un “régimen de significación” que es, al mismo tiempo, un “régimen de politicidad”.

 

Comunicación Política y democracia en América Latina constituye un libro que en su diversidad instala, precisamente, nuevos horizontes para el pensamiento crítico en el ámbito de la comunicación política, exhibiendo en cada uno de los investigadores las contradicciones y tensiones, históricas, políticas y epistemológicas por la que atraviesa un campo de estudio y una época en América Latina.

 

Nota

 

  1. Arancibia, J.P & Salinas C. (Eds.) Comunicación política y democracia en América Latina. Barcelona. Editorial Gedisa. 2016: 218 páginas.

 

 

https://www.alainet.org/fr/node/178339
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