Traición y miseria
- Opinión
Con los votos de los representantes patronales y sindicales, el Consejo Nacional del Salario Mínimo (CNSM) aprobó la semana pasada un incremento salarial pírrico, risible y vergonzoso. Tanto que hasta el Arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas, lo fustigó ayer calificándolo de “injusto y de grado pecaminoso”.
De lo actuado por el CNSM son contundentemente condenables dos cosas: la traición de los dizque “representantes sindicales” y la miseria de los personeros de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP).
Los representantes sindicales traicionaron a la clase trabajadora y, en vez de apoyar la iniciativa gubernamental de elevar a 300 dólares el salario mínimo, se plegaron a la propuesta de la empresa privada que lo deja en 216 dólares en promedio (258 en la industria, 263 en comercio, 221 en maquila y 124 en el campo).
Mientras que los representantes empresariales fueron consecuentes con su visión injusta, explotadora y troglodita que basa la rentabilidad de las empresas en los salarios de hambre (además de la evasión fiscal, la irresponsabilidad ambiental, etc.)
Gracias a que el Ministerio de Trabajo hizo público el debate permitiendo el acceso a los medios, el país fue testigo del bochorno de los personeros empresariales exhibiendo su postura miserable y a los espurios representantes sindicales secundando a sus patronos.
El supuesto aumento del 15% -que se aplicaría gradualmente durante tres años 5% por año- en la práctica constituiría un incremento de 0.15 centavos diarios al salario mínimo.
Por tanto, es necesario que el Presidente Salvador Sánchez Cerén vete el acuerdo del CNSM y que las organizaciones laborales designen a verdaderos representantes sindicales que respondan a los intereses, demandas y aspiraciones de la clase trabajadora.
“Pido que se revise el salario mínimo y se haga una nivelación justa”, dijo ayer Monseñor Escobar Alas, y -citando al Papa Francisco- dijo que los pagos injustos son un pecado mortal. El Arzobispo tiene razón y toda la población católica, cristiana o que cree en algún Dios bueno debe acompañarlo.
Lo acordado por los representantes empresariales y sindicales del CNSM debería indignar a todos los sectores decentes del país. Es urgente una fuerte movilización social que presione por una distribución más equitativa de la riqueza a través de salarios dignos y una reforma fiscal progresiva donde “paguen más quienes tienen más”.
Que así sea.
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