Créditos del Infonacot para comprar alimentos

14/03/2016
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Son demasiado agudos los contrastes entre los discursos pronunciados en la 79 Convención Bancaria, realizada en Acapulco, por los directivos y socios del oligopolio estadunidense, británico y español sobre lo muy bien que les va en México en términos de las altísimas utilidades de las trasnacionales financieras con y sin reforma estructural que, por cierto, no los tocó con ninguna medida significativa para proteger a los asaltados cuentahabientes con servicios tres y cuatro veces más caros que en su países de origen; y el mensaje que pronunció el director general del Instituto del Fondo Nacional para el Consumo de los Trabajadores.

 

Bueno, sí hubo una medida o “mensaje”, como la llamó Luis Videgaray, de Enrique Peña Nieto “a los banqueros”, no sólo a “la izquierda” como suponía el secretario de Hacienda, al nombrar el 7 de enero de 2013 a Mario di Costanzo, un hombre comprometido con el Movimiento Regeneración Nacional hasta que asumió la presidencia de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros que con más frecuencia multa los excesivos abusos cometidos por el oligopolio financiero con cantidades que rebasan lo simbólico, pero que nada representan frente a los cientos de miles de millones de pesos que ganan.

 

La fiesta anual de los banqueros (agiotistas) contrastó con la información proporcionada por César Alberto Martínez Baranda –funcionario federal que de acuerdo con el diario Excélsior del pasado 5 de junio, es uno de los privilegiados porque gana 3 millones 224 mil pesos anuales–, la mitad de los créditos que da el Infonacot los usan los trabajadores formales para comprar comida, cuando su propósito oficial es que lo destinen a la adquisición de bienes duraderos, vacaciones o la educación de los hijos.

 

Lo explicó así el director general del Infonacot. El trabajador se está endeudando para satisfacer sus necesidades primarias, que es la comida que debería de cubrirlas de otra forma.

 

Para Martínez Baranda el fenómeno se explica por el bajo poder adquisitivo del trabajador debido a que el salario que percibe no permite cubrir sus necesidades básicas. En la misma cumbre de los dueños del dinero fue festejado que los bajos salarios son una de las “fortalezas” de la economía mexicana para atraer más inversión extranjera directa, característica que antes criticaban a China, y alertaban sobre el “trabajo esclavo”. Al parecer si la depauperación de los salarios, con todo y el 2 por ciento que el discurso presidencial dice que repuntaron, se presenta (y estimula desde hace 34 años) en México, entonces es un atributo para impulsar el crecimiento.

 

Lo dijo sin atenuantes Larry Fink, director del fondo global de inversiones BlackRock: “Vivimos en el mejor barrio del mundo. Conforme el costo de la manufactura va disminuyendo en México y debido a la proximidad con Estados Unidos, muchos países van a dejar de fabricar en Asia para hacerlo en México”.

 

El modelo macro, los programas y las políticas que lo apuntalan están diseñados para impulsar la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos plutócratas nativos y extranjeros, el famoso 1 por ciento. Y frente a ello no puede existir política social que arregle los destrozo del capitalismo salvaje, convertido en una fábrica de hacer pobres, y que la Secretaría de Desarrollo Social estima, en voz de la subsecretaria Vanessa Rubio Martínez: La política social muestra resultados positivos, pero insuficientes, para abatir el rezago de 55 millones 300 mil pobres en el país.

 

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