Una treintena de países de América Latina y el Caribe reunidos en la Mitad del Mundo, en las afueras de Quito, dan vida a la  IV Cumbre de la CELAC. Se trata, qué duda cabe, de una de las más importantes reuniones regionales en las que se debaten los grandes temas latinoamericanos de la actualidad: Pobreza, Paz, Medio Ambiente, entre otros.

El panorama de América Latina, en la hora presente, no es para nada halagüeño. La drástica caída del petróleo en el mercado internacional, bajo los treinta dólares, ha arrastrado consigo a todas las materias primas, principal rubro de exportación en las economías neo extractivistas de la región. De suerte que no sólo Venezuela o Ecuador se han visto sometidos a una severa restricción presupuestaria sino también Chile o Colombia.

A lo anterior se suma un clima de inquietud política derivado de un fin del ciclo de los regímenes populistas, que algunos llaman interesadamente “restauración conservadora”. Es lo que está aconteciendo en Brasil, con el creciente desprestigio del gobierno de Dilma Rouseff, lo mismo en Caracas después del triunfo opositor en la Asamblea Nacional. Destaquemos además, el nuevo papel de la Argentina en CELAC, tras la derrota electoral del kirchnerismo, algo que incomoda especialmente a Nicolás Maduro y de lo cual no está exenta la “revolución ciudadana” encabezada por el anfitrión, el presidente Rafael Correa.

Las noticias más alentadoras provienen desde Bogotá, donde el presidente Juan Manuel Santos lleva adelante las negociaciones con las FARC en La Habana, para alcanzar en el mediano plazo la paz en Colombia. En este sentido, el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU, sumada a un eventual apoyo de CELAC representa un triunfo diplomático y político del gobierno colombiano frente a los escépticos y a  los detractores internos.

América Latina, sumida como está  en precarias circunstancias económicas, tensionada por un cambio de ciclo político y en un clima mundial sumamente complejo debe morigerar sus expectativas de este encuentro regional. Más allá de las declaraciones de buena voluntad, contra la desigualdad, el narcotráfico y la violencia; lo cierto es que el año presente augura tiempos difíciles para todos los países de la región.