La paz que predica Francisco
- Opinión
La era contemporánea nos permite estar al tanto de los cambios profundos que vive la humanidad, como el desborde del liderazgo y autoridad moral que llega a límites inconmensurables, como es el fenómeno ocurrido con el primer Papa latinoamericano, Francisco, por encima de las creencias o militancia de lo religioso y aún más allá del catolicismo, para ser considerado como uno de los conductores políticos influyentes en el mundo.
Igual que patrocina un cambio en las relaciones internacionales de Estados Unidos hacia Cuba, se le escucha preconizar la defensa de la verdad como único camino de alcanzar la libertad; aboga por el cese de las guerras sangrientas entre las seguidores de distintas religiones; anuncia el castigo a los obispos y sacerdotes que protegen a los pedófilos; clama por frenar a los que fomentan los depredadores cambios climáticos; ora a favor de las víctimas de las desigualdades sociales y regala su presencia visitando a los pueblos donde se viven o se necesitan cambios de la estructura de poderes para alcanzar un poco de equidad entre ricos y pobres, como Ecuador, Bolivia, Paraguay.
Muchos se preguntan ¿por qué Francisco construye la agenda para su presencia pastoral y de estado en Latinoamérica empezando por Ecuador?
Le asigna 3 días para nuestro país y admite visitar a sus dos principales ciudades para impartir sendas misas masivas de similar magnitud con una benevolencia única.
Hay muchas interpretaciones de esta condescendencia y, como sucede en todos los acontecimientos de la existencia, depende del color político y social como se la mire.
¿Y cuál ha sido la reacción y la respuesta de algunos sectores de la colectividad ecuatoriana?
Es evidente que los sectores opositores al gobierno han desatado una cadena de agresivas protestas contra tres proyectos legales, beligerancias que las alimentan por la odiosidad contra el Presidente Correa, del que pretenden ilusamente adelantar la terminación de su régimen, que dura hasta el 2017.
Los temas de las herencias y la plusvalía involucran a los sectores adinerados de las clases altas, porque los de clase media y populares no cuentan en esos embrollos, excepto que se dejen engatusar y arrastrar por las promociones mediáticas.
También el gobierno, reconociendo el error de no haber informado debidamente las características de esos proyectos de ley, debería amainar el debate para después de la visita del Papa Francisco.
De todas maneras la prédica evangélica no dejará de recordar que primero pasará un camello por el ojo de una aguja antes de que un rico entre al reino de los cielos.
Y ese no es un vaticinio comunista, marxista, leninista, sino una aseveración atribuida a Jesús y recordada con énfasis por los teólogos de la liberación.
Lo menos que pueden hacer los ecuatorianos, los creyentes con mayor razón, es atenuar sus beligerancias y acoger la prédica de la paz que promueve Francisco.
- Alfredo Vera es escritor y periodista ecuatoriano, ex ministro de Educación, http://alfredovera-ecuador.blogspot.com
Publicado en El Telégrafo 16/06/2015
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