El atentado en Paris del pasado 7 de enero de 2015 es en sí deleznable. 12 personas asesinadas y otras cuatro heridas de gravedad no es poca cosa. Con la siguiente aclaración, incluso hablando de estadísticas, no es lo mismo decenas que miles o millones de personas víctimas del terrorismo en Palestina, Irak, Afganistán, Paquistán, etcétera. ¿Por qué no alzar la voz en su debida proporción contra Israel o Estados Unidos?
No porque se trate de asesinatos perpetrados en estados presuntamente “terroristas”; eso sí, claramente poseedores de una gran riqueza petrolera, gasera o simplemente por su importancia territorial que resulta estratégica para el imperio decadente, en el marco de la geopolítica de Oriente Medio.
Dicho territorio estratégico fue definido desde el 11/S tras el derrumbamiento calculado de las Torres Gemelas de Nueva York —el mayor autoatentado perpetrado por el oscurantismo de derecha y la élite del poder global, que a todas luces pugna por imponer el mal llamado Nuevo Orden Mundial (NOM)—, para apoderase de los yacimientos de reserva energética por parte de Occidente, particularmente las petroleras texanas gringas de los Bush en Estados Unidos. El gran evento de “bandera falsa” creado en el propio territorio estadounidense y contra sus propios ciudadanos.
Pero hay más. Si por un lado tras el 11/S el impacto de los atentados terroristas se volvió global, cada vez queda más claro el cinismo de Occidente, especialmente EU, que arremete creando cualquier artilugio para justificar sus intereses estratégicos imperiales en el mundo. El internet nos ayuda como sociedad para descubrir sus terroríficas intenciones.
Se trata de los conocidos “ataques” de bandera falsa, creados como una provocación contra un estado o un pueblo, el fin de justificar luego la intervención buscando legalidad para operar mediante una respuesta militar bajo consenso. Mecanismo muy utilizado en la historia durante el siglo XX, y ahora no es la excepción.
Por ejemplo, no ocurrió —como reconoció McNamara después— atentado alguno a un barco estadounidense, pretexto bajo el cual EU iniciara la Guerra contra Vietnam. El presunto hundimiento del “Lusitania” en 1917 que justificó a EU entrar en la Gran Guerra. Hasta el ataque a Pear Harbor cuando arremetió contra Japón con bombas nucleares. Son acciones puestas en duda todas.
Ahora, el terrorismo es fruto del llamado “choque de civilizaciones” de Samuel Huntington desde Occidente con destino a Oriente bajo justificaciones religiosas o antiislamistas y antimusulmanas. Y se inserta en la misma estratagema de la “guerra contra el terrorismo” que alienta EU en el mundo para ganar y no perder la hegemonía.
Pero el terrorismo es o debe ser condenable en donde sea que se presente. Los acontecimientos de París están llamando a reflexión desde diferentes ópticas. Reinan dos. Atentado a la libertad de expresión. O ataque terrorista desde el yihaidismo contra Occidente, precisamente en el país de la “liberté, égalité, fraternité”. Más no hay que perder de vista también dos cosas que se presentan aparte pero forman un mismo eje. 1) Las evidencias delatan que se trata de una orquestación tipo “bandera falsa”. 2) Se inserta en el marco de la estrategia de EU contra Rusia.
En el primer caso. Los errores señalados por los medios alternativos ponen en duda toda la operación, sólo los muertos de la revista satírica y cínica Charlie Hebdo son reales. En el segundo, EU no logra involucrar a la Unión Europea en su aventura en contra de sus principales enemigos; todo lo contrario, tanto Vladimir Putin madura el consenso, como China gana terreno en materia de inversiones en el viejo continente por la crisis. EU requiere un pretexto para lograr involucrar a otros, y Francia es el único por ahora. Falta que los franceses lo permitan. Para todo, desde que el Internet rompió barreras la información delata al rey desnudo del “traje nuevo del emperador”. Nótese la pose de los 50 líderes marchistas ayer en París.