Negociaciones pacificadores en riesgo

18/11/2014
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Desde las “montañas de Colombia”, el “Estado Mayor del Bloque Iván Ríos de las FARC-EP” (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo), el lunes 17 confirmaron lo que muchos temían: Que el día anterior “a eso de las 15:00 horas” unidades guerrilleras “en ejercicio de sus tareas de seguridad, interceptaron, en uno de los retenes móviles que mantienen a orillas del río Atrato, el bote en que se trasladaba el señor brigadier general del Ejército Nacional, en servicio activo, Rubén Darío Alzate Mora, comandante de la denominada Fuerza de Tarea Conjunta Titán que opera en esta zona del país”.
 
El general “prisionero de guerra”, Juan Manuel Santos lo llama “secuestrado”, vestía ropa de civil y estaba acompañado por el cabo segundo del Ejército Jorge Rodríguez Contreras y la señora Gloria Urrego, abogada al servicio de la mencionada unidad. Y fueron “capturados” por los guerrilleros “en razón a que se trata de personal militar enemigo, que se mueve en ejercicio de sus funciones, en área de operaciones de guerra”. Además, el general es “cabeza de una Fuerza de Tarea Conjunta, estructura diseñada por los mandos militares del Pentágono para la guerra frontal contra el pueblo de Colombia y su insurgencia armada. Son grandes las cuentas pendientes del general Alzate con la justicia popular”. Se trata del militar de más alto rango retenido por las cincuentenarias FARC.
 
Los seguidores de Iván Ríos (Manuel de Jesús Muñoz Ortiz), el jefe guerrillero al que le fueron cercenadas las manos como “prueba reina” de que había sido asesinado el 8 de mayo de 2008, aclaran: “No está de más advertir que estamos subordinados a las decisiones que adopten las instancias superiores de las FARC-EP”, sobre la suerte final de los tres.
 
También lo que es del dominio público, que “Todos los días, en distintos lugares del país o el exterior, el presidente Santos reitera la orden de arreciar con todo el poder del Estado contra las FARC-EP. Y eso pese a las conversaciones de paz que se adelantan en La Habana. Su ministro de Defensa (Juan Carlos Pinzón) bufa una y otra vez sobre lo cerca que están de caer las cabezas de los mandos guerrilleros, asegurando que quienes salen a dialogar en la Mesa de Conversaciones lo hacen para huir de la muerte inminente”.
 
El que ordena desde Casa de Nariño arreciar la operaciones militares contra las FARC y el ministro que “bufa”, ponen el grito en el cielo porque suponen para efectos propagandísticos que en una guerra que desangra a la sociedad, los gobernantes pueden poner y disponer en el campo militar, cuando fue Santos Calderón –otrora gran amigo de Carlos Fuentes y de su viuda Silvia Lemus– el que estableció que el proceso negociador de paz se llevara a cabo “sin ninguna clase de suspensión o tregua de la confrontación militar”.
 
Y el que siembra terror y violencia no puede cosechar rosas en las montañas colombianas y menos aún palomas de la paz.
 
Con todo, la decisión de Santos de suspender las pláticas de paz en La Habana –que se realizan desde hace dos años y después de una década en que no se producían, amén de los notables avances del diálogo–, mientras no se libere a Alzate, Rodríguez y Urrego, obligan al Secretariado de las FARC a sopesar los costos y los beneficios políticos de una operación realizada en circunstancias tan extrañas que sorprendieron al mismo presidente.
 
Es mucho lo avanzado en el diálogo pacificador en la capital de la mayor de las Antillas, como para arriesgarlo para que Santos Calderón y su otrora jefe político y ahora adversario Álvaro Uribe, reciban una lección elemental: El que agrede en el campo de batalla puede ser agredido.
 
 
 Twitter: @IbarraAguirreEd
 
 
 
https://www.alainet.org/fr/node/165601

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