Don Francisco y su <I>aggiornamento</I>

14/10/2014
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Con la sencilla pero profunda frase de “¿Quién soy yo para juzgarlos?”, en referencia directa a los homosexuales, el papa Francisco marcó hace meses el inicio de lo que se puede avizorar como un viraje en la conducta cuasi fundamentalista de la jerarquía católica ante las minorías sexuales y que está por verse si lo son. O la intolerancia de amplísimas franjas de la sociedad global y de buena parte de sus gobiernos que la castigan con prisión y hasta con la lapidación, la convirtieron en clandestina.
 
“No soy Dios”, respondió a su pregunta don Francisco, indicando que si acaso él tendría derecho a erigirse en juez, papel que dicen los que saben del tema, siempre declinó.
 
Un segundo e importantísimo paso se produjo en el Sínodo de Obispos (265) que deliberan en Ciudad del Vaticano sobre los nuevos temas de la familia, con base en el documento Retatio Post Disceptationem, mismo que es analizado desde el lunes 13, en un interesante debate de la cúpula de la institución más antigua de la humanidad.
 
Allí se debate en medio de la secrecía que paradójica y razonablemente impugna el prefecto para la Doctrina de la Fe, el cardenal alemán Gerhard Müller, quien lamentó “que no se publiquen las intervenciones íntegras con nombres y apellidos”, pues sólo se entrega a los medios las informaciones oficiales por medio de voceros autorizados.
 
La asamblea analiza también sobre temas como la comunión para los divorciados que se vuelven a casar y de uniones de hecho. Respecto de los heterosexuales, los obispos dijeron que deben aceptar la realidad positiva de los casamientos civiles e incluso la cohabitación, con el objeto de ayudar a la pareja a comprometerse eventualmente al matrimonio religioso.
 
De acuerdo con el documento base, la Iglesia católica, su elite obispal, reconoce los dones y cualidades de los homosexuales y no se opone a la legalización de la unión de las parejas del mismo sexo, “siempre y cuando no se equipare con el matrimonio”. 
 
Si bien Retatio Post Disceptationem ofrece reflexiones más que conclusiones,sirve para el debate entre la elite católica que al final votará un documento que será sometido “para su discusión con las bases”, antes del sínodo de octubre de 2015.
 
Para los intérpretes del documento, la mayoría de los obispos quiere una Iglesia que mira al mundo con simpatía, que no lo juzga. Es un método de trabajo nuevo con el que el argentino don Francisco busca “poner a reflexionar tanto a la Iglesia como a los creyentes” sobre temas espinosos, hasta ahora tabú.
 
Si bien es provisional, la apertura de la Iglesia hacia la homosexualidad genera todo tipo de reacciones y no deja de sorprender. Mas sus voceros reconocen que “La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realistas de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por tanto se presenta como un importante desafío educativo”.
 
Con independencia de la desembocadura final que tengan estos afanes reformadores para renovar o modernizar (aggiornamento)a la institución por excelencia del poder espiritual y fáctico más influyente en los últimos dos milenios, resulta muy estimulante la capacidad de la actual jerarquía vaticana para emprender cambios.
 
Contrasta sobremanera la gran voluntad reformadora del Vaticano con la de quienes desde los poderes institucionales y sobre todo desde los decisivos poderes fácticos, permanecen aferrados a dogmas económicos, financieros y bursátiles que desde los años 80 del siglo pasado demuestran incapacidad para afrontar los más elementales y acuciantes problemas de la especie humana.
 
 Twitter: @IbarraAguirreEd
 
Foto: Telesur
 
https://www.alainet.org/fr/node/164710?language=es
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