Geopolítica plurinacional

De la reivindicación de la plurinacionalidad a la construcción del Estado plurinacional

27/09/2011
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Pienso que vivimos tiempos paradójicos. Por un lado, existe un sentimiento de urgencia, de que es necesario hacer algo ya ante la crisis ecológica que puede llevar al mundo a colapsar; ante desigualdades sociales tan intensas que no es posible tolerar más; en suma, ante la creatividad destructiva del capitalismo tan grande hoy en día, que destruye la ecología y las relaciones sociales. De allí, la urgencia de muchos por intentar cambiar la realidad.
 
Pero por otro lado, hay un sentimiento casi opuesto: el sentimiento de que las transformaciones que necesitamos son de largo plazo, son civilizacionales. Es decir, de que no es posible cambiar todo ahora, porque para ello no basta tomar el poder; es necesario transformar este Estado moderno, cuya crisis final fue producida por el neoliberalismo. Se trata, pues, de crear o refundar otro Estado sin olvidar la historia, claro, porque nunca comenzamos desde cero.
Boaventura de Sousa Santos
Las paradojas de nuestro tiempo y la Plurinacionalidad
Discurso en la Asamblea Constituyente de Montecristi, Ecuador, marzo 2008
 
Como Boaventura de Sousa Santos nos recuerda, vivimos tiempos paradójicos. Tenemos un sentimiento de urgencia ante la crisis civilizatoria que vivimos, crisis civilizatoria producto de la articulación de una crisis financiera, social, política, climática, alimentaria…en definitiva, una crisis de vida, del modelo estructural impuesto por Occidente y la modernidad. Pero a la vez, somos conscientes de que los cambios que se están produciendo en nuestros procesos son a largo plazo, estructurales.
 
Tanto en Ecuador como en Bolivia requerimos de dos memorias para comprender este tiempo paradójico. Desde la memoria larga, nos encontramos con la resistencia de 500 años de los pueblos indígenas a la invasión colonial, y desde la memoria corta, es fundamental la resistencia al neoliberalismo de los pueblos indígenas en articulación con otros sectores populares del campo de la izquierda, como los obreros, mujeres, jóvenes, etc.
 
En estos años, se han producido rupturas socio-políticas, los levantamientos del movimiento indígena y las luchas populares frente al TLC en Ecuador, o las conocidas guerra del agua en Cochabamba en el 2000 o la guerra del gas en El Alto en 2003 si nos referimos a Bolivia. Pero también han ocurrido rupturas epistemológicas que tienen como resultado el haber consagrado en nuestras constituciones los derechos de la naturaleza y el horizonte del Sumaq Qamaña, Sumak Kawsay o Buen Vivir como horizonte alternativo al desarrollo. Estas rupturas, además de críticas con la modernidad, están basadas en luchas anticapitalistas y antineoliberales como base para refundar el Estado.
 
Reivindicación de la plurinacionalidad
 
El movimiento indígena ecuatoriano y boliviano ha sido clave para colocar la demanda de la plurinacionalidad en el debate político. Aunque el germen de los debates sobre plurinacionalidad ya los podemos encontrar en los 60 y 70, es durante las décadas de los 80 y principalmente 90 que se da la construcción teórica y política de la idea de plurinacionalidad.
 
América Latina atraviesa a finales de los 80 e inicios de los 90 momentos complicados debido a la imposición del Consenso de Washington y las doctrinas económicas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que despliegan el itinerario neoliberal a través de un conjunto de doctrinas de shock contra las clases populares y subalternas.
 
Pero el neoliberalismo no son solo las medidas de liberalización económica, sino que viene acompañado por la expresión postmoderna del capitalismo en el ámbito de la cultura que es el multiculturalismo. El neoliberalismo trae aparejado el multiculturalismo como práctica integracionista que facilita la asimilación de los pueblos indígenas al modelo vigente, bajo un supuesto respeto a las diferencias, pero siempre y cuando los pueblos y nacionalices indígenas no cuestionen el modelo de Estado y sobre todo el modelo económico neoliberal y capitalista.
 
Es en ese contexto histórico y socio político donde el movimiento indígena comienza a construir una estructura territorial autónoma. En Ecuador la CONAIE nace en 1986 como resultado del primer congreso de la CONACNIE, el Consejo de Coordinación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador, coordinación a su vez de las dos grandes matrices regionales, la Ecuador Runacunapac Riccharimui (ECUARUNARI), que agrupaba desde 1972 a las nacionalidades kichwa de la sierra, y la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE), que desde 1980 era la confederación de las nacionalidades amazónicas, de menor peso poblacional, pero con una importante extensión territorial así como variedad lingüística. Asimismo, en Bolivia en 1990 se da la “Primera Marcha Indígena por la Tierra, el Territorio y la Dignidad” a la vez que el primer levantamiento indígena del Ecuador liderado por la CONAIE, donde se planteaba un pliego de 16 reivindicaciones, siendo el punto 7 donde se formula y demanda por primera vez el reconocimiento de la plurinacionalidad.
 
La década de los 90 cuenta con otro elemento importante que permite la rearticulación política del movimiento indígena, la celebración en 1992 de los 500 años de resistencia a la invasión colonial. Es en esas articulaciones y encuentros con el movimiento indígena continental, donde Evo Morales, indígena de nacimiento y dirigente sindical en cuanto a su composición de clase, comienza a pensar en la necesidad de creación de un Instrumento Político, lo que después se convertiría en el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos, conformando la coalición de gobierno en Bolivia MAS-IPSP.
 
No puedo, por la brevedad del tiempo de exposición, detenerme en los diferentes hitos históricos en los que el movimiento indígena fue construyendo la reivindicación de la plurinacionalidad. Pero creo importante señalar brevemente la Asamblea Constituyente de 1998 en Ecuador, en donde el movimiento indígena logra tener cuatro asambleístas y se introduce por primera vez en la nueva Constitución los Derechos Colectivos de los pueblos y nacionalidades, y se ratifica el Convenio 169 de la OIT. Y no olvidemos que los levantamientos indígenas continuaron siendo claves en la caída de los presidentes Abdala Bucaram y Jamil Mahuad, como parte del descontento generalizado de los sectores populares frente al modelo neoliberal.
 
En Bolivia mientras tanto otras tres grandes marchas se sucedían, en 1996 se realizó la "Marcha por el Territorio, el Desarrollo y la Participación Política de los Pueblos Indígenas" mediante la que se consiguió la promulgación de la ley INRA y el reconocimiento de 33 TCOs. En el año 2000 se producía en Cochabamba la Guerra del Agua en una articulación de sectores urbanos populares y de clases medias, además del movimiento indígena y campesino cocalero, y en tierra bajas se dio la "Marcha por la Tierra, el Territorio y los Recursos Naturales" protagonizada por la Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz (CPESC), que consiguió la modificación de la ley INRA y un decreto de oficialidad de las lenguas originarias de los pueblos indígenas de la Amazonia. Finalmente en mayo de 2002 se realiza la "Marcha por la Soberanía Popular, el Territorio y los Recursos Naturales" que logra un acuerdo para la realización de la Asamblea Constituyente como mecanismo de reforma de la Constitución Política del Estado, así como el rechazo a la “Ley de apoyo al Desarrollo Sostenible”.
 
Como primera conclusión preliminar queremos proponer que la construcción de la demanda de la plurinacionalidad se da por una combinación de la memoria larga de lucha contra la colonización y el colonialismo, así como de la memoria corta de resistencia al neoliberalismo y su modelo de desarrollo y multiculturalismo. Asimismo estas demandas de la plurinacionalidad, al igual que los levantamientos y las luchas, no se pueden entender sin la presencia de un actor o actores concretos, que logran conjugar demandas de clase y etnia en una propuesta de transformación estatal.
 
Proceso Constituyente
 
Es necesario entonces comprender que si bien el Proceso Constituyente incluye desde el ciclo de luchas hasta el actual momento de desarrollo legislativo constitucional, es importante detenerse brevemente también en el momento de la Asamblea Constituyente.
 
Las asambleas constituyentes de Ecuador (entre el 30 de noviembre de 2007 y el 25 de julio de 2008) y Bolivia (que sesiona entre el 6 de agosto de 2006 y el 9 de diciembre de 2007) y por extensión las nuevas constituciones aprobadas en referéndum popular en septiembre de 2008 en Ecuador y enero de 2009 en Bolivia, son resultado también de la correlación de fuerzas existente en ese momento histórico y coyuntura política concreta.
 
En ese sentido, y más allá de un análisis del texto constitucional que cuenta con numerosa bibliografía, es importante señalar que tanto el movimiento indígena ecuatoriano por medio de la CONAIE, como los pueblos indígenas y movimientos sociales bolivianos agrupados en el Pacto de Unidad, consiguieron proponer a los constituyentes aliados sendas propuestas de Constitución Política del Estado perfectamente articuladas, donde la plurinacionalidad tenía un lugar destacado.
 
En Ecuador, la propuesta de Constitución de la CONAIE contaba con siete títulos, 43 capítulos y 352 artículos. Sin embargo, al ser un documento construido por un equipo técnico de juristas desde un enfoque liberal de derechos, tanto Derechos Humanos como Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la propuesta de Constitución no logra desmontar la matriz colonial del Estado desde su matriz liberal, concentrándose en su estructura de derechos. Por este motivo, preferimos centrarnos en el documento de la CONAIE referente a los principios y lineamientos para la nueva Constitución que contiene cinco ejes fundamentales: la construcción de un Estado Plurinacional, la nacionalización y la no privatización de los recursos naturales, el reconocimiento de la pluralidad democrática en la participación política y en la definición de políticas públicas, la no mercantilización de los servicios sociales públicos, y la construcción de un modelo económico social y solidario. Es importante recalcar que en el texto el modelo de Estado Plurinacional es un elemento fundamental para la descolonización de un Estado al que se apunta para liderar la economía y las áreas estratégicas, todo ello dentro de un esquema de democracia participativa, representativa y comunitaria.
 
Por su parte, en Bolivia, el 5 de agosto de 2006 el Pacto de Unidad en una versión ampliada, conformado en ese momento por la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), la Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia (CSCB), la Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa” (FNMCB-BS), el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), la Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz (CPESC), el Movimiento Sin Tierra de Bolivia (MST), la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG) y la Confederación de Pueblos Étnicos Mojeños del Beni (CPEMB), presentaban en Sucre la primera versión de la propuesta para una nueva Constitución Política en Bolivia.
 
El documento del Pacto de Unidad presentado en agosto de 2006 caracterizaba al Estado boliviano como unitario, plurinacional, plurietnico, pluricultural, intercultural y bilingüe, descentralizado en autonomías territoriales indígenas originarias y campesinas, en autonomías interculturales urbanas y en autonomías regionales, con respeto a formas de vida diferenciadas en el uso del espacio y el territorio.
 
Nueve meses después, en mayo de 2007, el Pacto de Unidad presenta una propuesta de Constitución más articulada, donde se define a Bolivia como un Estado Unitario Plurinacional Comunitario, que reconoce el pluralismo jurídico, político, cultural y lingüístico, descentralizado y con autonomías territoriales, designando el Vivir Bien como horizonte alternativo.
 
En definitiva, además de lograr una propuesta política integral para toda la sociedad ecuatoriana y boliviana, la idea de plurinacionalidad recorre la propuesta de la CONAIE en Ecuador y del Pacto de Unidad en Bolivia para la Asamblea Constituyente. No se queda en un simple reconocimiento de la diversidad de pueblos y nacionalidades indígenas, a través de la ampliación de sus derechos reconocidos, sino que plantea un cambio radical del modelo de Estado y del modelo económico, además de hacer una aproximación a un nuevo enfoque territorial en cuanto a los autogobiernos propios y las autonomías indígenas. Todo ello mediante un modelo participativo y de pluralismo democrático y jurídico, bajo el horizonte del Buen Vivir y en armonía con la Madre Tierra, sumado a una crítica al modelo de desarrollo colonial y moderno.
 
Construcción del Estado Plurinacional
 
Boaventura de Sousa Santos nos recuerda que el constitucionalismo plurinacional e intercultural debe ser experimental, dejando la puerta abierta a futuros procesos constituyentes. De la misma manera queremos concluir estas notas, dejando unas breves reflexiones que simplemente tracen algunas líneas para este momento de transición en el que lo viejo, los esquemas capitalistas, coloniales y patriarcales, no termina de morir, y lo nuevo, un Estado Plurinacional con un modelo económico alternativo al capitalismo, además de descolonizador y no patriarcal, no termina de nacer.
 
Estas pequeñas notas tratan de ubicar desde una mirada histórica los diferentes actores, discursos y acciones que han permitido llegar a las definiciones de Estados plurinacionales. Es importante conocer tanto la memoria larga como la memoria corta de nuestros procesos, porque escribir desde la memoria es volver a interpretar la historia. Y es la interpretación de la historia desde una perspectiva de transformación lo que nos permitirá enfrentar el enorme reto que supone descolonizar nuestros estados.
 
En ese sentido las constituciones que nos hemos dado (y peleado en el marco de una disputa del Estado) en Bolivia y Ecuador, son herramientas que nos permiten profundizar esa descolonización y apostar por una transformación estatal. Porque no debemos conformarnos con una simple reforma del Estado, debemos apostar por transformarlo, o como dice Boaventura, refundarlo. Ese fue el espíritu que organizó nuestros procesos constituyentes.
 
Por eso la disputa se debe dar en dos ámbitos, el de la transformación estatal, pero también el de la disputa del sentido histórico, he ahí el enorme reto al que nos enfrentamos. Esto significa la disputa epistemológica y política de nuestros lugares de enunciación, de esos lugares que nos permitan construir palabras y acciones necesarias para estas transiciones.
 
Debemos ir pensando en construir una etapa de transición, donde se de una conjunción del movimiento indígena y el movimiento campesino junto al resto de sectores populares para construir, conjuntamente con los poderes establecidos, un nuevo modelo de estado y un nuevo modelo económico, además de un desarrollo legislativo de las constituciones.
 
Precisamente como ya definió el gran sociólogo boliviano Rene Zabaleta, son los desposeídos, los subalternos, a los que nunca se consideró parte del Estado, los que más soñaban con él. Por lo tanto es un anhelo histórico recuperar el Estado, y transformarlo en plurinacional, y por supuesto disputar desde ahí, los movimientos sociales y los pueblos indígenas, el sentido y orientación de las políticas públicas de ese nuevo Estado en base a la Constitución y el horizonte del Vivir Bien o Buen Vivir. Son las organizaciones del Pacto de Unidad en Bolivia y del movimiento indígena ecuatoriano, las que pensaron los estados plurinacionales que luego consagraron las constituciones, por lo tanto deben ser los actores fundamentales de este momento histórico de construcción y transformación.
 
Y en este momento histórico, es clave recuperar el debate sobre la colonialidad. Es imposible construir un nuevo Estado transformando el anterior, si no hay una crítica radical al capitalismo, al colonialismo y al patriarcado, las bases de la Modernidad sobre las que se han construido nuestros estados. Nuestras constituciones se deben convertir en herramientas para la descolonización, y más cuando su germen viene de los pueblos indígenas originarios y campesinos.
 
Citando de nuevo a Boaventura, amigo y compañero, debemos pensar y escribir desde el Sur, construyendo una nueva epistemología. Esto significa en nuestra opinión cuestionar, deconstruir y reinventar todos los parámetros según los cuales pensamos, nos imaginamos y actuamos, es decir, necesitamos construir un sentido común de lo plurinacional. Ese sentido común significa también la construcción de la hegemonía.
 
No podemos olvidar que el Estado plurinacional es un proyecto político, proyecto que no es solo para transformar las condiciones de los pueblos indígenas, sino que es un proyecto político para el conjunto de la sociedad. El Estado es un pacto, es una relación social histórica, por lo tanto el Estado plurinacional es la transformación de ese pacto y de esas relaciones históricas.
 
Y ahí Boaventura nos plantea algunas características de las transformaciones en el Sur, que nos ayudan a pensar el Estado Plurinacional. En un primer lugar nuevos lenguajes, diferentes narrativas, e imaginarios de solución, en segundo lugar, la emergencia de nuevos actores, la construcción del Estado Plurinacional se debe dar con los pueblos indígenas, movimientos campesinos, mujeres, etc., nuevos actores que nos desafían con nuevas formas de organización y luchas. Todo esto dentro de una neo territorialidad a la que nos llevan las luchas por la tierra y el territorio. Por último, una de las características fundamentales es apostar por la desmercantilización frente a la mercantilización de la naturaleza, del saber, y de la vida en general.
 
Probablemente sea también útil para analizar de donde vienen nuestros procesos pensar en el concepto de formación social abigarrada que Zabaleta acuñó pensando en Bolivia. Diversidades culturales complejas en las que se superponen varios tipos de sociedad, de formas de democracia, de formas de producción, algunas capitalistas y otras no, identidades étnicas, territorialidades, aunque estén subsumidas en una estructura de Estado-nación. Es decir, a la hora de construir Estado Plurinacional, no partimos de las estructuras clásicas modernas, sino de una pluralidad de formas de producción, de formas de gobiernos y autogobiernos que no forman parte del monopolio del Estado, y ese es el germen de donde comienza a construirse el concepto de Estado Plurinacional (Tapia, 2010). Es decir, viniendo nuestros procesos de formaciones sociales abigarradas, transforman desde ahí y construyen un nuevo modelo de Estado Plurinacional.
 
Bajo este pequeño marco teórico que solo tiene como finalidad abrir más puertas y líneas de trabajo para el futuro, llegamos a la situación actual, un momento constituyente que se va convirtiendo en post constituyente, y que obliga a plantear propuestas concretas más allá de los debates teóricos. En ese sentido necesitamos volver a recuperar lo que Luis Tapia ha definido como un intelectual orgánico colectivo, la fuerza propositiva de los movimientos sociales y pueblos indígenas, en un ejercicio de rupturas socio políticas y epistemológicas, y por lo tanto de rupturas con la Modernidad.
 
Antes de entrar a los lineamientos que definen la construcción de un Estado Plurinacional, queremos hacer algunas consideraciones previas:
 
La primera consideración es que si bien los textos constitucionales de Bolivia y Ecuador son de los más avanzados del mundo, porque recogen las rupturas sociopolíticas y epistemológicas de ambos procesos, siguen siendo constituciones conformadas en su mayor parte dentro de esquemas liberales, occidentales y modernos, de derechos. Por lo tanto es tan importante el texto constitucional como la lectura y desarrollo político, jurídico y legislativo que se haga de él.
 
Estado Plurinacional no es dar espacios de participación a los indios, sino la construcción conjunta del gobierno con los indígenas y sus formas de representación y autoridad. Estado Plurinacional es la posibilidad de articular territorialmente en nuestros procesos Sierra o Altiplano, Amazonia y Costa.
 
Estado Plurinacional no es únicamente inclusión e interculturalidad, mucho menos planteando que las demandas indígenas son corporativistas, pues eso nos hace preguntarnos si hemos dejado atrás las lógicas coloniales y excluyentes, lógicas que rozan el racismo.
 
Estado Plurinacional no es solo como señalan algunos intelectuales ecuatorianos, interculturalidad y autogobierno (Ospina, 2010), o una pluralidad basada en la autodeterminación y la unidad en la diversidad (Sánchez, 2010). Puede que los citados elementos sean componentes de la condición de plurinacionalidad, pero la construcción de un modelo de Estado Plurinacional va mucho más allá de los citados conceptos.
 
Llegados a este punto queremos proponer o más bien sistematizar algunas de las propuestas que pueden darnos claves para la transformación y construcción del Estado Plurinacional:
 
  • Modelo de desarrollo alternativo al capitalismo y la Modernidad. Necesitamos ir creando transiciones para salir del modelo extractivista y caminar hacia el horizonte de Buen Vivir o Vivir Bien. Un nuevo modelo de desarrollo debe ser parte de un modelo económico plural, de economía popular, social y comunitaria.
 
  • Descolonización. Descolonización del poder, de la institucionalidad estatal, de las políticas públicas, peor también del ser y del saber, del conocimiento, desterrando el racismo de nuestra sociedades plurinacionales, también para esto es necesario una legislación descolonizadora y una doble institucionalidad que interpele y construya otro modelo de Estado.
 
  • Despatriarcalización. El feminismo poscolonial, plurinacional y comunitario de las compañeras en Bolivia y Ecuador está trabajando para dotar de contenido a un proyecto que transforme las estructuras y relaciones patriarcales, además de capitalistas y coloniales.
 
  • Armonía con la Madre Tierra. Al hablar de Madre Tierra debemos ser conscientes que no estamos únicamente hablando de derechos de la naturaleza, sino de la Madre Tierra como una relación armónica entre las comunidades que la componen y la propia naturaleza.
 
  • Pluralismos. Necesitamos dotarnos de un pluralismo jurídico no jerárquico, donde coexista el sistema jurídico occidental con las formas tradicionales y los sistemas jurídicos indígenas originarios y campesinos en un plano de igualdad y de manera coordinada. Pero también de un pluralismo democrático, donde coexistan las formas de democracia representativa, participativa, comunitaria…donde se busquen formas de representación cualitativa además de la cuantitativa.
 
  • Territorio y autogobierno. Dentro de un modelo territorial autonómico, en el que se superponen diferentes tipos de gobierno y autogobierno, los territorios indígenas autónomos deberían ser parte de la construcción de un Estado Plurinacional.
 
  • Territorio y manejo de los recursos naturales. Los recursos naturales, son cesiones de la Madre Tierra y deben ser reconocidos como patrimonio de toda la sociedad, pero su manejo debe ser consensuado con los pueblos indígenas cuando estos se encuentren ubicados en territorios ancestrales. En este caso se debe promover la consulta libre e informada como paso al consentimiento previo.
 
  • Derechos colectivos. Se debe concretar el desarrollo del Convenio 169, en el que se avanza en la consecución de los derechos colectivos, y de la Declaración de Naciones Unidas de Derechos de los Pueblos Indígenas, que recoge el derecho de autodeterminación de los pueblos y nacionalidades, y una de las formas que este derecho adopta es el Estado Plurinacional, donde varias naciones comparten un mismo Estado pero desde la unión en la diversidad.
 
  • Idioma. Se debe reconocer la oficialidad de todos los idiomas que de los pueblos y nacionalidades que conforman el Estado Plurinacional.
 
  • Interculturalidad. Más allá de la coexistencia o el dialogo entre culturas, se debe apostar por una relación complementaria y recíproca entre culturas, sin ningún tipo de jerarquía entre ellas. En ese sentido es imprescindible también el impulso a la Educación Intercultural Bilingüe.
 
  • Soberanía alimentaria. Hacia un cambio de paradigma en la producción de alimentos con la reforma agraria y la agricultura ecológica como herramientas para construir el Buen Vivir o Vivir Bien.
 
  • Control social. El Estado Plurinacional debe establecer sus propios mecanismos de acceso a la información y control social por parte de los movimientos sociales y pueblos indígenas.
 
Finalmente queremos terminar esta intervención recordando que el Estado Plurinacional debe ser una construcción colectiva, no podemos atrevernos a pensar que solo desde un ámbito, sea gubernamental u otro, se puede construir un nuevo modelo de Estado. Es necesario reconocer al actor principal del proceso de transformación que ha definido el proceso constituyente, el movimiento indígena, y mediante un pluralismo democrático y una articulación entre las formas de democracia liberales y modernas como la democracia representativa, y otras formas de democracia como la participativa y comunitaria, construir colectivamente este momento de transición y definición de un nuevo modelo de Estado Plurinacional.
 
*Ponencia presentada junto a Humberto Cholango, presidente de la CONAIE, Carlos Mamani, ex presidente del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de Naciones Unidas, Erika Sylva, Ministra de Cultura, y María Fernanda Espinosa, Ministra Coordinadora de Patrimonio del Ecuador. Primer Encuentro de los Pueblos y Nacionalidades Andinas por el Sumak Kawsay, la Plurinacionalidad e Interculturalidad. Quito, 27 de septiembre de 2011
 
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Ponencia presentada en el Primer Encuentro de los Pueblos y Nacionalidades Andinas por el Sumak Kawsay, la Plurinacionalidad e Interculturalidad. Quito, 27 de septiembre de 2011
https://www.alainet.org/fr/node/152873?language=es
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