La noria vuelve a girar en el cambio climático

30/03/2011
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Se reinician las negociaciones sobre el cambio climático después de la cumbre de Cancún del pasado diciembre.  El próximo 3 de abril tendrá lugar la primera reunión de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en este año, y las expectativas son muy bajas.  La canciller mexicana, Patricia Espinosa, se ha lamentado por el incumplimiento de los países ricos de sus compromisos asumidos el pasado diciembre en materia de financiamiento.
 
Por otra parte la secretaría de la Convención publicó los documentos que contienen las promesas de reducción de emisiones de los países industrializados y las acciones de mitigación de los países en desarrollo. En ambos casos se mantienen las mismas ofertas realizadas en la reunión realizada en Copenhague en 2009.  Todo esto reafirma que, a pesar de los festejos, nada se avanzó en Cancún.
 
Los países de América Latina, presentaron el pasado 18 de marzo, sus propuestas de Acciones de Mitigación Apropiadas al País (NAMA por sus siglas en inglés).  Entre los temas acordados en el encuentro de Cancún se decidió que los países en desarrollo (No Anexo 1) contribuirían a los esfuerzos de mitigación globales a través de este tipo de acciones realizadas voluntariamente.  Algunas requerirán de apoyo financiero de los países desarrollados (Anexo 1) y otras no.
 
Pero solamente ocho países de América Latina comunicaron sus planes relacionados con las NAMAs: Antigua y Barbuda, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Perú.  Existen diferentes niveles de compromiso y detalle, y condicionadas al apoyo financiero externo internacional en casi todos los casos.  Salvo Argentina, los demás países ya habían presentado estas medidas tiempo atrás, al asociarse al Acuerdo de Copenhague.
 
Antigua y Barbuda se propone reducir un 25% sus emisiones para 2020 respecto de las que tenía en 1990 si cuenta con apoyo financiero externo.
 
Argentina no presenta metas de reducción y su comunicación se limita a describir marcos jurídicos o regulatorios ya aprobados a nivel nacional en 4 áreas: eficiencia energética, energías renovables, biocombustibles, manejo forestal y manejo de residuos sólidos.  Explicita que las NAMAs deberán ser financiadas con aporte externos.
 
Brasil se compromete a reducir entre 36,1% y 38,9% sus emisiones esperadas en 2020.  Para ello establece 11 metas cuantificadas de reducción de emisiones relacionadas con: reducción de la deforestación, cambios en el manejo del suelo, energías renovables y eficiencia energética.  Se trata de la comunicación más detallada en lo que refiere a metas cuantificadas por sector.  Estas acciones deberán recibir apoyo externo, incluido mecanismos de mercado.
 
Chile asume el compromiso de reducir un 20% sus emisiones esperadas en el año 2020 con relación a las que tuvo en el año 2007 en los sectores eficiencia energética, energías renovables y uso de la tierra, cambio en el uso de la tierra y silvicultura pero no especifica metas por sector.  Estas medidas requieren financiamiento externo.
 
Colombia es el único que establece una meta a ser lograda con recursos propios: al menos el 77% del total de la capacidad instalada de generación eléctrica para el 2020, será de fuentes renovables.  Además se propone, si dispone de recursos externos, reducir a “cero” la deforestación en la Amazonia colombiana y la utilización de 20% de biocombustibles en el total de combustibles consumidos en 2020.  Colombia además detalla acciones que pueden ser tomadas a través de financiamiento proveniente de mecanismos de mercado de carbono.
 
Costa Rica establece su objetivo de ser “carbono neutral” para el año 2021 focalizando sus esfuerzos en cuatro áreas: transporte, energía, silvicultura y manejo de residuos.  Estima que el costo incremental de la adopción de estas medidas rondará el 1% de su PBI nacional anual y que requerirá de apoyo financiero externo (en un sentido amplio que incluye entre otros: cooperación internacional, donaciones, inversión privada, mecanismos de mercado de carbono, etc.) para poder implementarlas. 
 
México se propone reducir hasta un 30% sus emisiones para el año 2020 comparadas con las que tendría en un escenario tendencial (“bussiness as usual”), condicionado a la provisión de apoyo financiero y tecnológico.
 
Perú comunica a la Convención las siguientes NAMAs: Reducción a “cero” de la deforestación neta de sus bosques naturales, llevar a un 33% el porcentaje de fuentes renovables en el consumo total de energía y la implementación de medidas de manejo de residuos (en este caso no especifica metas cuantificadas).  Todas estas acciones requerirán de financiamiento internacional incluido el mercado de carbono.
 
Es bastante evidente que los países en desarrollo, incluidos los Latinoamericanos, no avanzarán en compromisos ante la Convención hasta que no se aseguren la transferencia de recursos por parte de los países industrializados.  Y esto parece estar lejos de ser una realidad de acuerdo a las expresiones de la canciller Espinosa que se mencionaron anteriormente.
 
La cumbre de Cancún vendió una serie de “espejitos de colores” (como lo ha definido el ex embajador argentino Estrada Oyuela) y seguramente nos espere un año de reuniones muy decepcionante.  La nueva fase de estas negociaciones recién están por empezar, y se suman las interrogantes hasta dónde pueden avanzar las negociaciones este año.
 
- Gerardo Honty es investigador de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social)   
https://www.alainet.org/fr/node/148663
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