Rebelión en el mundo árabe
Contigo, pan y petróleo
26/02/2011
- Opinión
El capital financiero especulativo estaría jugando un papel clave en las rebeliones de los países árabes. Los valores de los “commodities” agrícolas y energéticos superan los índices de la crisis económica de 2007-2008 y se configura un coctel explosivo.
La frase proverbial “contigo, pan y cebolla” se remonta al antiguo Egipto, país en que el alimento de los pobres se constituía principalmente de esos ingredientes. La expresión con que ponderan su desinterés los enamorados, a modo de promesa de mantenerse juntos más allá de las dificultades, quizás deba reactualizarse por la de “contigo, pan y petróleo”, para intentar reflejar la realidad de las revueltas en los países árabes deMedio Oriente y Norte de África.
“Alerta ante el aumento de los precios de los alimentos” titula un informe técnico del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), fechado en febrero. “A inicios de 2011, las noticias confirman que ha habido alzas mayores y más generalizadas que las de 2007-2008, porque también se han visto afectados los precios de productos tropicales como café, cacao y azúcar, lácteos y cárnicos, que en aquella oportunidad casi no subieron de precio. Estas alzas están acelerando la tasa de inflación de los alimentos, lo que está causando impactos en la gobernabilidad, por ahora, en países africanos y asiáticos, y reavivando las preocupaciones por la seguridad alimentaria”, informa el documento.
Raj Patel, autor del libro “Obesos y Famélicos”, ensayo que destrama las inequidades del sistema alimentario mundial, opina en una entrevista publicada recientemente en el periódico español La Vanguardia, que las revueltas en los países árabes no suponen una relación automática con el aumento del precio de los alimentos porque “si lo fuera, habría ya insurrecciones en India, Bangladesh y China”. No obstante, marca que “los primeros disturbios ocurrieron en Argelia y tenían que ver con los alimentos. El desempleo masivo y las subidas de precios de alimentos son un cóctel potente”. Indagado acerca de si es la especulación o el aumento de la demanda lo que desata las subidas de precios, el investigador señala que “el precio del petróleo es muy importante, y con los biocombustibles estamos prendiendo fuego a la comida”.
A pesar de ello, no conviene infravalorar el papel del hambre en los acontecimientos que sacuden el norte de África, señala el periodista Andy Robinson en su artículo “Pan, libertad y Facebook”, publicado en el mismo medio. La región es altamente dependiente de importaciones de cereales y consumidora del 45 por ciento del trigo del mercado mundial. “Tras un aumento del 50 por ciento desde mediados de 2010, los precios de alimentos básicos -trigo, maíz, arroz, carne, pescado, aceite y azúcar- acaban de rebasar los máximos de junio del 2008”, señala el cronista.
Según Robinson, muchos de los jóvenes tunecinos -que iniciaron a mediados de diciembre la oleada de protestas que devino en una suerte de revolución árabe- insistían en que su rebelión no respondía a las subidas de los precios de los alimentos. “Los tunecinos con los que yo he hablado decían que les importaba bastante poco el pan, quesu revolución era una reivindicación moral para decir ¡basta!”, relató a este cronista una periodista francesa, que acababa de llegar a Marruecos, desde Túnez. Por lo que el analista conjetura es que en esta ocasión, el viejo recurso a las subvenciones de pan, implementadas por los depuestos presidentes Zin el Abidin Ben Ali, de Túnez, y Hosni Mubarak, de Egipto, no funcionaron. En todo caso, añade, “como explicó hace treinta años el historiador británico Edward Thompson, la revuelta del pan tan frecuente en la Europa del siglo XVII siempre era una protesta de ‘economía moral’ contra la injusticia”.
La crisis económica de 2007-2008 sumó a más de 150 millones de personas a las filas de los necesitados de ayuda alimentaria, con lo que la cifra de hambrientos a escala mundial alcanzó el récord histórico de 1.020 millones de personas afectadas a diario, según informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Las subidas de precios desataron una oleada de protestas desde Indonesia a México. En Egipto, los disturbios y las huelgas forzaron a Mubarak a desplegar al ejército para repartir pan. En ese momento se creó el grupo de Facebook “6 de Abril”, a través del cual se convocaron los opositores que lo derrocaron.
En estos momentos, los analistas discuten si se trata de una nueva crisis económica o si es la misma de 2007-2008 que reaparece ahora. El informe del IICA, mencionado anteriormente, indica como distintivo que “a finales de 2010 aparecieron noticias que hacen pensar que el excedente de liquidez se ha refugiado en los mercados agrícolas, ayudando al súbito aumento de los precios. Se ha informado, por ejemplo, que ‘durante el verano boreal, los especuladores financieros de la Bolsa de Chicago compraron contratos a futuro por cerca de 40 millones de toneladas de maíz. Eso es más que el consumo anual de todo Brasil’”.
Si el trasfondo de las revueltas en el mundo árabe es un cóctel potente, como dice Raj Patel, de precios crecientes de alimentos y desempleo masivo, la posibilidad de contagio en otros países es muy elevada. A ello se suman las advertencias de la FAO de que la presión sobre los precios no bajará y que los consumidores no tendrán más remedio que pagar precios más altos por su comida. Un remedio que no se aceptará con los brazos cruzados en países árabes, según el analista de La Vanguardia, en los que la mayoría de la población gasta entre el 40 y 50 por ciento de su renta en comida, frente al 15 y 20 por ciento de España.
“En Argelia, la decisión de forzar a los vendedores del sector informal a pagar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) ha tenido el efecto de disparar los precios, desatando protestas y disturbios. El azúcar ha subido el 30 por ciento en Argelia y más en Marruecos. Quizás no sea casualidad que el mártir de la revolución tunecina, Mohamed Buazizi, que se inmoló a lo bonzo el 17 de diciembre, se ganase la vida vendiendo verduras baratas en el mercado negro”, agrega este cronista.
Según el Grupo de Reflexión Rural (GRR) de Argentina, en un documento dado a conocer en octubre del año pasado, “la crisis alimentaria mundial y la crisis financiera de 2008, reconfiguraron el mapa mundial de los más poderosos. Los negociantes de los mercados globales salen a buscar nuevos objetos de especulación, especialmente tierras fértiles, agua y alimentos, además del oro, metales estratégicos y cuencas hidrocarburíferas. Son capitales corporativos que no sólo buscan dar respaldo tangible a sus divisas vacías de valor, sino que, adictos a las fábulas del ‘crecimiento’, descubren ahora que no pueden alimentar a su propia población y buscan enclaves en propiedad o arriendo”.
En ese marco, Libia estableció una compañía dedicada a invertir en proyectos agrícolas en el exterior con el objetivo de asegurar el suministro de alimentos a su país, según anunció el jefe de la Autoridad de Producción de Granos de Libia, Ali Arhouma, en una entrevista dada a la agencia Reuters a comienzos de mes. "Existen intentos para plantar trigo en Ucrania, Turquía, Argentina y Brasil", dijo en esa oportunidad.
Como muchos países árabes, gracias a la renta de sus exportaciones petroleras, Libia otorgó grandes subsidios a los alimentos básicos y el mes pasado abolió los impuestos y los derechos aduaneros sobre los productos alimentarios en respuesta a la escalada global de los precios de los alimentos, ante los disturbios en el vecino Túnez.
Otro ejemplo, es el de Arabia Saudita, en donde hace pocos días el Grupo Al-Khorayef, firmó un acuerdo con el gobierno de la provincia argentina de Chaco para el desarrollo de un proyecto agroalimentario en la zona de El Impenetrable. A partir de ese acuerdo, el grupo saudí invertiría en una primera etapa 400 millones de dólares en el desarrollo de un proyecto de gran envergadura para abastecer de alimentos al reino de Arabia Saudita, transformando un territorio de 200.000 hectáreas con obras de infraestructura y riego.
Hasta aquí, la ecuación podría encuadrar en una renovada frase proverbial de “contigo, pan y petróleo”, sin embargo existen voces de alerta acerca de lo que pueden implicar las rebeliones árabes. Una de esas voces es la de Carlos Fonseca Terán, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua, que pone sobre sospecharebeliones que cuentan con el aparente beneplácito de los Estados Unidos, tal como ha ocurrido en Túnez y Egipto, donde de forma aparentemente paradójica, los regímenes recién derrocados eran aliados de este país.
“Se están manipulando los anhelos libertarios de los pueblos árabes, con la expectativa de que los fenómenos actualmente en marcha se extiendan a todo país donde haya un régimen considerado como dictatorial por la visión ‘euro-anglocéntrica’ u ‘occidental’ del mundo. Pero el interés norteamericano en los cambios del mundo árabe no está ni siquiera en función de esto, lo cual no es más que expresión de una coartada para terminar deshaciéndose de aquellos gobiernos que no responden a sus intereses imperiales, como Libia y Siria”, señala en un artículo en donde critica lo que da en llamar “la contrarrevolución de las redes sociales”.
En otro pasaje de su escrito denuncia que “a Estados Unidos poco le importa sustituir a un monigote por otro en Túnez y Egipto, si esto le da la posibilidad de sustituir también un régimen revolucionario por un gobierno servil en Libia o posiblemente también en Siria. Y todo se está haciendo por la red social Facebook; es la ‘contrafacebooklución’, nueva variante de la estrategia global norteamericana: la ‘redbelión lumpénica global teledirigida’”. “El truquito consiste en revueltas aparentemente angelicales contra regímenes despóticos y absolutistas al servicio de los intereses imperialistas (Túnez, Egipto, Marruecos, Bahrein, Yemen, quizás -y ojalá- Arabia Saudita) a cambio de que ocurra lo mismo con gobiernos hostiles a dichos intereses (Libia, Siria), pero sustituyéndolos a todos con gobiernos tan subordinados a Estados Unidos como los derrocados en Túnez y Egipto”, señala.
En ese mismo sentido, se expresó recientemente Fidel Castro, a través de sus reflexiones. El líder cubano alertó que lo que se está preparando es una invasión a Libia a través de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para quedarse con el petróleo libio, como ocurrió con Irak.
A todo esto, ¿existe un modelo alternativo? Según Raj Patel: “La agricultura sostenible con existencias de cereales locales y regionales y soberanía alimentaria. Hay que desenganchar la comida de los hidrocarburos”. Caso contrario, “contigo, pan y petróleo”.
“Alerta ante el aumento de los precios de los alimentos” titula un informe técnico del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), fechado en febrero. “A inicios de 2011, las noticias confirman que ha habido alzas mayores y más generalizadas que las de 2007-2008, porque también se han visto afectados los precios de productos tropicales como café, cacao y azúcar, lácteos y cárnicos, que en aquella oportunidad casi no subieron de precio. Estas alzas están acelerando la tasa de inflación de los alimentos, lo que está causando impactos en la gobernabilidad, por ahora, en países africanos y asiáticos, y reavivando las preocupaciones por la seguridad alimentaria”, informa el documento.
Raj Patel, autor del libro “Obesos y Famélicos”, ensayo que destrama las inequidades del sistema alimentario mundial, opina en una entrevista publicada recientemente en el periódico español La Vanguardia, que las revueltas en los países árabes no suponen una relación automática con el aumento del precio de los alimentos porque “si lo fuera, habría ya insurrecciones en India, Bangladesh y China”. No obstante, marca que “los primeros disturbios ocurrieron en Argelia y tenían que ver con los alimentos. El desempleo masivo y las subidas de precios de alimentos son un cóctel potente”. Indagado acerca de si es la especulación o el aumento de la demanda lo que desata las subidas de precios, el investigador señala que “el precio del petróleo es muy importante, y con los biocombustibles estamos prendiendo fuego a la comida”.
A pesar de ello, no conviene infravalorar el papel del hambre en los acontecimientos que sacuden el norte de África, señala el periodista Andy Robinson en su artículo “Pan, libertad y Facebook”, publicado en el mismo medio. La región es altamente dependiente de importaciones de cereales y consumidora del 45 por ciento del trigo del mercado mundial. “Tras un aumento del 50 por ciento desde mediados de 2010, los precios de alimentos básicos -trigo, maíz, arroz, carne, pescado, aceite y azúcar- acaban de rebasar los máximos de junio del 2008”, señala el cronista.
Según Robinson, muchos de los jóvenes tunecinos -que iniciaron a mediados de diciembre la oleada de protestas que devino en una suerte de revolución árabe- insistían en que su rebelión no respondía a las subidas de los precios de los alimentos. “Los tunecinos con los que yo he hablado decían que les importaba bastante poco el pan, quesu revolución era una reivindicación moral para decir ¡basta!”, relató a este cronista una periodista francesa, que acababa de llegar a Marruecos, desde Túnez. Por lo que el analista conjetura es que en esta ocasión, el viejo recurso a las subvenciones de pan, implementadas por los depuestos presidentes Zin el Abidin Ben Ali, de Túnez, y Hosni Mubarak, de Egipto, no funcionaron. En todo caso, añade, “como explicó hace treinta años el historiador británico Edward Thompson, la revuelta del pan tan frecuente en la Europa del siglo XVII siempre era una protesta de ‘economía moral’ contra la injusticia”.
La crisis económica de 2007-2008 sumó a más de 150 millones de personas a las filas de los necesitados de ayuda alimentaria, con lo que la cifra de hambrientos a escala mundial alcanzó el récord histórico de 1.020 millones de personas afectadas a diario, según informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Las subidas de precios desataron una oleada de protestas desde Indonesia a México. En Egipto, los disturbios y las huelgas forzaron a Mubarak a desplegar al ejército para repartir pan. En ese momento se creó el grupo de Facebook “6 de Abril”, a través del cual se convocaron los opositores que lo derrocaron.
En estos momentos, los analistas discuten si se trata de una nueva crisis económica o si es la misma de 2007-2008 que reaparece ahora. El informe del IICA, mencionado anteriormente, indica como distintivo que “a finales de 2010 aparecieron noticias que hacen pensar que el excedente de liquidez se ha refugiado en los mercados agrícolas, ayudando al súbito aumento de los precios. Se ha informado, por ejemplo, que ‘durante el verano boreal, los especuladores financieros de la Bolsa de Chicago compraron contratos a futuro por cerca de 40 millones de toneladas de maíz. Eso es más que el consumo anual de todo Brasil’”.
Si el trasfondo de las revueltas en el mundo árabe es un cóctel potente, como dice Raj Patel, de precios crecientes de alimentos y desempleo masivo, la posibilidad de contagio en otros países es muy elevada. A ello se suman las advertencias de la FAO de que la presión sobre los precios no bajará y que los consumidores no tendrán más remedio que pagar precios más altos por su comida. Un remedio que no se aceptará con los brazos cruzados en países árabes, según el analista de La Vanguardia, en los que la mayoría de la población gasta entre el 40 y 50 por ciento de su renta en comida, frente al 15 y 20 por ciento de España.
“En Argelia, la decisión de forzar a los vendedores del sector informal a pagar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) ha tenido el efecto de disparar los precios, desatando protestas y disturbios. El azúcar ha subido el 30 por ciento en Argelia y más en Marruecos. Quizás no sea casualidad que el mártir de la revolución tunecina, Mohamed Buazizi, que se inmoló a lo bonzo el 17 de diciembre, se ganase la vida vendiendo verduras baratas en el mercado negro”, agrega este cronista.
Según el Grupo de Reflexión Rural (GRR) de Argentina, en un documento dado a conocer en octubre del año pasado, “la crisis alimentaria mundial y la crisis financiera de 2008, reconfiguraron el mapa mundial de los más poderosos. Los negociantes de los mercados globales salen a buscar nuevos objetos de especulación, especialmente tierras fértiles, agua y alimentos, además del oro, metales estratégicos y cuencas hidrocarburíferas. Son capitales corporativos que no sólo buscan dar respaldo tangible a sus divisas vacías de valor, sino que, adictos a las fábulas del ‘crecimiento’, descubren ahora que no pueden alimentar a su propia población y buscan enclaves en propiedad o arriendo”.
En ese marco, Libia estableció una compañía dedicada a invertir en proyectos agrícolas en el exterior con el objetivo de asegurar el suministro de alimentos a su país, según anunció el jefe de la Autoridad de Producción de Granos de Libia, Ali Arhouma, en una entrevista dada a la agencia Reuters a comienzos de mes. "Existen intentos para plantar trigo en Ucrania, Turquía, Argentina y Brasil", dijo en esa oportunidad.
Como muchos países árabes, gracias a la renta de sus exportaciones petroleras, Libia otorgó grandes subsidios a los alimentos básicos y el mes pasado abolió los impuestos y los derechos aduaneros sobre los productos alimentarios en respuesta a la escalada global de los precios de los alimentos, ante los disturbios en el vecino Túnez.
Otro ejemplo, es el de Arabia Saudita, en donde hace pocos días el Grupo Al-Khorayef, firmó un acuerdo con el gobierno de la provincia argentina de Chaco para el desarrollo de un proyecto agroalimentario en la zona de El Impenetrable. A partir de ese acuerdo, el grupo saudí invertiría en una primera etapa 400 millones de dólares en el desarrollo de un proyecto de gran envergadura para abastecer de alimentos al reino de Arabia Saudita, transformando un territorio de 200.000 hectáreas con obras de infraestructura y riego.
Hasta aquí, la ecuación podría encuadrar en una renovada frase proverbial de “contigo, pan y petróleo”, sin embargo existen voces de alerta acerca de lo que pueden implicar las rebeliones árabes. Una de esas voces es la de Carlos Fonseca Terán, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua, que pone sobre sospecharebeliones que cuentan con el aparente beneplácito de los Estados Unidos, tal como ha ocurrido en Túnez y Egipto, donde de forma aparentemente paradójica, los regímenes recién derrocados eran aliados de este país.
“Se están manipulando los anhelos libertarios de los pueblos árabes, con la expectativa de que los fenómenos actualmente en marcha se extiendan a todo país donde haya un régimen considerado como dictatorial por la visión ‘euro-anglocéntrica’ u ‘occidental’ del mundo. Pero el interés norteamericano en los cambios del mundo árabe no está ni siquiera en función de esto, lo cual no es más que expresión de una coartada para terminar deshaciéndose de aquellos gobiernos que no responden a sus intereses imperiales, como Libia y Siria”, señala en un artículo en donde critica lo que da en llamar “la contrarrevolución de las redes sociales”.
En otro pasaje de su escrito denuncia que “a Estados Unidos poco le importa sustituir a un monigote por otro en Túnez y Egipto, si esto le da la posibilidad de sustituir también un régimen revolucionario por un gobierno servil en Libia o posiblemente también en Siria. Y todo se está haciendo por la red social Facebook; es la ‘contrafacebooklución’, nueva variante de la estrategia global norteamericana: la ‘redbelión lumpénica global teledirigida’”. “El truquito consiste en revueltas aparentemente angelicales contra regímenes despóticos y absolutistas al servicio de los intereses imperialistas (Túnez, Egipto, Marruecos, Bahrein, Yemen, quizás -y ojalá- Arabia Saudita) a cambio de que ocurra lo mismo con gobiernos hostiles a dichos intereses (Libia, Siria), pero sustituyéndolos a todos con gobiernos tan subordinados a Estados Unidos como los derrocados en Túnez y Egipto”, señala.
En ese mismo sentido, se expresó recientemente Fidel Castro, a través de sus reflexiones. El líder cubano alertó que lo que se está preparando es una invasión a Libia a través de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para quedarse con el petróleo libio, como ocurrió con Irak.
A todo esto, ¿existe un modelo alternativo? Según Raj Patel: “La agricultura sostenible con existencias de cereales locales y regionales y soberanía alimentaria. Hay que desenganchar la comida de los hidrocarburos”. Caso contrario, “contigo, pan y petróleo”.
APM | Agencia Periodística del Mercosur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
https://www.alainet.org/fr/node/147943?language=en
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