Los públicos desinformados y/o sumisos
16/11/2010
- Opinión
Desde hace décadas, los académicos de la Universidad de Sonoma (California) vienen publicando, anualmente, “El Proyecto Censurado” un registro de los asuntos significativos (muy significativos, muchos de ellos) que la gran prensa norteamericana (impresa, radial, televisiva, digital) no difunde para los y las perceptoras USA.
¿Resultado? Que el gran público norteamericano ni siquiera se entera de muchos sucesos internos y externos. En otras palabras, el público USA, a pesar de contar con tecnología de punta en materia comunicacional; es, sin embargo, un PÚBLICO DESINFORMADO.
Cada año, la publicación en referencia registra por lo menos 25 noticias de interés mundial que no llegaron a sus perceptores, en la tierra que, desde hace décadas, se precia de ser muy democrática y muy respetuosa de la libertad de expresión. Por ejemplo, no se le informó debidamente las razones esgrimidas por el militarismo imperial y por el Presidente Bush para la agresión bestial y genocida contra IRAK. Para el norteamericano medio, esa fue una “guerra” patriótica que los soldados USA “debían” cumplir contra el supuesto agresor de las torres gemelas; y que se proponía, además, destruir EE.UU. con unos misteriosos artefactos de “destrucción masiva”.
Todo el mundo sabe (menos los norteamericanos) que “el malvado” Hussein jamás tuvo nada que ver ni con los talibanes peor con el ataque a las torres gemelas; y que tampoco las fuerzas invasoras encontraron por lo menos algo que se parezca a las armas de destrucción masiva, tan manoseadas por Bush y Cia. (Blair, Aznar) Nunca el público norteamericano fue informado por los “líderes de la libertad de expresión” que, en cerca de ocho años de invasión-ocupación, fueron asesinados más de un millón de civiles iraquianos (entre mujeres, niños, niñas, ancianos, ancianas, etc.) y que los invasores sufrieron bajas por cerca de 5.000 soldados. Tampoco el público USA fue informado que gran parte de las tropas invasoras (que fueron armadas y equipadas con lo último del armamentismo imperial) fueron mercenarios contratados por el imperio en plazas del tercer mundo (América Latina) para que vayan a “salvar a los Estados Unidos” del peligro de las armas de destrucción masiva, a pesar de que ese fue un cuento (una mentira) que el imperio y los imperitos echaron a rodar, para justificar su invasión. Y que la famosa “guerra” le va costando a USA, cerca de 700 mil millones de dólares. Si nosotros advertimos que el presupuesto nacional del Ecuador, previsto para el 2011, es algo más de 24 mil millones de dólares, entonces podremos hacer un cálculo muy aproximado de cuánto le cuesta al contribuyente norteamericano una agresión genocida, de la que el señor Bush reconoce que no tenía información confiable; pero que, de todas maneras, “tenía que ordenar” semejante acción.
Es tal la desinformación que reina en el país de la “democracia y la libertad” que el mismo “Proyecto Censurado” se ha visto en la necesidad de aumentar a 50 o más el número de casos concretos sobre los cuales la gran prensa USA o no informa o informa muy poco y mal. Por ejemplo, para la opinión pública norteamericana, Hugo Chávez Frías es un “dictador” de Venezuela que anda pregonando un “socialismo siglo 21” a pesar de que este líder y su partido han ganado 10 elecciones, en el más puro sistema de la democracia representativa. En cambio, la gran prensa USA no dijo nada cuando se dio el fraude más escandaloso (especialmente en La Florida) en la primera elección del señor George Bush hijo... Tampoco cuestionaron su elección a pesar de que este señor fue elegido nada menos que Presidente de la primera y más descomunal potencia, con apenas un 22. % de los votos posibles.
Por supuesto, la desprestigiada SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) jamás ha dicho nada respecto de esta forma de negarle a todo un país el derecho elemental a una información OPORTUNA Y VERAZ. Y eso que los medios sipianos norteamericanos tienen amplísima mayoría en sus asambleas interanuales. Para ellos, los únicos que cometen “crímenes” contra la libertad de expresión o por lo menos “son un riesgo”, son los países del tercer mundo, en especial los de América Latina; y muy especialmente los que pintan progresistas
Y no hay que olvidar tampoco que la gran prensa USA (escrita, televisiva, radial y digital) está regida por 10 grandes trust que, en Estados Unidos y buena parte del mundo, han impuesto una línea matriz que se orienta a esa ignorancia. Los grandes medios latinoamericanos (excepto Cuba, algo Venezuela, Bolivia) siguen por el mismo camino. Por algo, Pérez Esquivel (el nobel de la paz argentino) escribió hace muy poco un ensayo sobre “la información contaminada”
La sociedad sumisa
A esta situación hay que agregar otra: desde hace rato, la orientación mediática en nuestros países es hacia lo que un escritor español lo calificó de la “sociedad sumisa” ¿Qué buscan los medios, con su discurso mediático, con sus titulares escandalosos, con su programación basura, con sus “reality shows” y sus programas radiales obscenos y escandalosos? Pues, eso, una sociedad sumisa.
En forma persistente, todos los días, a toda hora, nos repiten que la democracia está en peligro, que la libertad de expresión está en peligro, que Chávez (Hugo) es un dictador, que el socialismo es un sistema trasnochado y fracasado, que hay que ir a la flexibilización laboral, que Evo Morales ha dictado una ley contra la libertad de expresión, que la “ley de medios” (de comunicación) que tramita la Asamblea Nacional es ya (antes de ser ley) un atentado contra la libertad y la democracia; y un largo y sostenido etcétera.
La sociedad sumisa piensa y acepta que “así debe ser” y, si no tiene algún tipo de mensaje que por lo menos le diga que tales afirmaciones no son así, pues tiende a aceptar el discurso mediático, en toda su dimensión.
No vayamos fuera de los linderos patrios para precisar un ejemplo de lo que busca la gran prensa sipiana. Para muchos –y de acuerdo a una y mil evidencias- el jueves 30 de septiembre del 2010 (que ha quedado reducido a un simple 30-S) comenzó como un golpe de estado perfectamente coordinado entre distintos actores, a nivel nacional. Pero, el objetivo final del complot policial, militar, mediático, político, en la medida en que los actores políticos fueron “haciendo mutis por el foro” fue diluyéndose hasta que dejaron a los policías sueltos, a su suerte.
Sin embargo, desde ese mismo día, determinados sectores de oposición y los principales medios sipianos del país y del exterior, comenzaron a sostener que se había tratado de una rebelión policial, que el Presidente había cometido “una imprudencia” por haber ido a la “boca del lobo” a desafiar a los alzados en armas. Como si hubiesen previsto un “Plan B” si les fallaba el Plan A, desde la oposición y, muy especialmente en los medios sipianos y algunos asambleistas, comenzaron a hablar de una amnistía general para todos los sublevados; que lo sucedido el 30-S no había sido un golpe de estado sino un reclamo gremial de los policías, que el impertinente había sido el Presidente Correa y que “todos respetaban” la democracia y el orden constituido.
Y si bien existe un amplio margen nacional de condena a este 30-S como un acto bochornoso y de intento de golpe de estado y de magnicidio (asesinato del Presidente) no es menos verdad que hay mucha gente (de buena y de mala fe) que cree que en realidad Correa exageró al irse al cuartel sublevado, que nadie atentó contra su vida, que el pobrecito coronel que las oficiaba de director del hospital es “una víctima” de la rabia oficial; y que lo único que hubo fue una reclamo gremial de los policías. Nos quieren hacer creer que lo que vimos y oímos los y las ecuatorianas, ese día, hasta avanzada la noche, en vivo y en directo, ha sido “pura ciencia ficción” como una de esas seriales policiales a los que nos tiene acostumbrados el cine y el video casero, precisamente de Estados Unidos.
Hasta hace un par de décadas, se oía con bastante frecuencia, inclusive a personas que se las suponía críticas y desconfiadas, afirmar tal o cual cosa “porque El Comercio lo dice” Después, el auto de fe pasó a la televisión: Yo he visto en tal canal tal cosa ”y por lo tanto debe ser verdadera”. Y esa confiabilidad fue suficiente para que en este medio comunicacional (la tv.) se llegue a afirmar que “si no está en la televisión no existe”
Pero, los tiempos cambian y cambian las opiniones. Seguramente, no pocos perceptores se han dado cuenta que los medios masivos de comunicación utilizan mucho sus espacios para mentir, distorsionar, manipular, no solamente la opinión sino la información que se la suponía objetiva, veraz y oportuna. Pero, en estos tiempos, la gran prensa sipiana ha tomado la vanguardia del sistema neoliberal y está dispuesta a jugarse su presente y su futuro en esta guerra.
Solo que los pueblos también evolucionan, pierden miedos, se dan cuenta de muchas falacias que quieren meterle como si fueran verdades bíblicas. Y estas, ni tan siquiera para el Papa son absolutas. Hace rato que el Papa renunció a ser infalible. Y los medios sipianos van perdiendo terreno en este asunto que se llama credibilidad.
Insisto: frente a tales arremetidas, lo único que se impone es respuestas; y respuestas que no dejen lugar a la duda. En Ecuador, algo de esto está sucediendo en lo que se ha dado en llamar la “prensa pública” (escrita, radial y televisada) Pero, por los mensajes que transmiten y por la posición que asumen, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que en nuestro país, aun la verdadera prensa pública está bastante lejos de lo que debería ser. Es que la gran prensa mercantil tiene “otra verdad” contra ella. Y lo dicen muy sueltos de huesos: que la prensa pública debe ser de todos y que el gobierno no debe tener prioridades. Que solo ellos tienen la verdad y la libertad de expresión para decir lo que les parezca.
Quito, noviembre 16/2010
- Alberto Maldonado S. es Periodista – Ecuador
https://www.alainet.org/fr/node/145538?language=en
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