primera parte

El acta de nacimiento del neoliberalismo?

18/09/2010
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  • Opinión
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En agosto de 1971 el abogado Lewis F. Powell, miembro de 11 directorios de grandes empresas, escribió el memorando “Ataque al sistema de libre empresa estadunidense” destinado a su amigo Eugene Sydnor, en ese entonces director de la Cámara de Comercio de Estados Unidos (USCC, en su sigla en inglés). Tal memorando, conocido actualmente como “El Manifiesto Powell”, (reclaimdemocracy.org) exhorta a los poderosos del mundo de los negocios a salvar “el sistema de la libre empresa” de los ataques de sus enemigos, los liberales e izquierdistas, una tarea que requiere “más que un creciente énfasis en las ‘relaciones públicas’ o ‘los asuntos de gobierno’ –dos áreas en las cuales desde hace tiempo las corporaciones han invertido sustanciales sumas” de dinero. Menos de seis meses después de haber escrito este “Manifiesto”, en enero de 1971, Powell es nominado por el presidente Richard Nixon para ocupar un puesto de Juez de la Corte Suprema de Estados Unidos, y el texto integral de esta doctrina destinada a “salvaguardar el sistema de la libre empresa” solo fue conocido mucho después de su confirmación por el Congreso, gracias al columnista Jack Anderson, quien advirtió que Powell “podría usar su posición (en la más alta instancia judicial estadunidense) para poner en práctica sus ideas () en beneficio de los intereses empresariales”. Lewis F. Powell fue Juez de la Corte Suprema de Estados Unidos hasta junio de 1987, o sea casi el final de la segunda presidencia de Ronald Reagan.
 
Este manifiesto de una docena de páginas es “importante porque, de no ser considerado como el documento fundador, es la declaración más condensada destinada a establecer el marco teórico y el diseño político para el actual asalto contra cualquier vestigio de una vida pública democrática que en sí misma no esté subordinada  a la lógica del alegado sistema de libre mercado”, como escribe Henry A. Giroux (The Powell Memo and the Teaching Machines of Right Wing Extermist, truh-out.org y commonwealinstitute.org).
 
Las áreas que hay que ocupar, recomendaba Powell, van desde el “posible papel” a largo plazo de la USCC, que “goza de una posición estratégica” y amplios apoyos, al control de las universidades que “asaltan el sistema de (de libre mercado) y generan estudiantes y profesionales que han perdido confianza en el sistema y buscan empleos “en los centros con poder real de influencia”, como los “nuevos medios, especialmente la televisión”, en el gobierno, en la política, como académicos y en varios niveles de la educación. Y esos “intelectuales terminan a veces empleados en las agencias regulatorias o en los departamentos gubernamentales con amplia autoridad sobre un sistema de negocios en el cual no creen”.
 
Para ello Powell recomendó que la USCC considerara establecer “un equipo de altamente calificados académicos en ciencias sociales creyentes en el sistema” y cuya autoridad sea “ampliamente respetada”, así como la “evaluación de los libros de texto”, especialmente “en economía, ciencia política y sociología () para restaurar el esencial balance de la libertad académica”. Y, por supuesto, asegurar la presencia de los voceros de la libre empresa en los campos universitarios dominados –según él- por los comunistas que en 1970, acorde a una “lista del FBI”, dieron más de 100 conferencias, a las que se agregan “las centenas de presentaciones de izquierdistas y ultraliberales que presentan puntos de vista indicados precedentemente en este memorando”.
 
Continúa proponiendo que la USCC aumente su influencia en las Escuelas de Administración de Negocios, en la educación secundaria y en el público en general a través de un “equipo de eminentes académicos, escritores y conferencistas que tendrán a su cargo el pensamiento, análisis, escritura y comunicación”, y serán respaldados por “un equipo de personal” con acceso a los periodistas. La televisión “debe ser mantenida, como los libros de texto, bajo constante vigilancia”, y esto incluye los “análisis diarios de noticias que muy seguido incluyen las criticas más insidiosas del sistema empresarial” y erosionan gradualmente “la confianza en los negocios y la libre empresa”. Esta vigilancia y las acciones de remedio, como las quejas ante las autoridades de control de los medios, deberá también ser ejercida sobre las radios y demás medios de prensa.
 
Y en las publicaciones académicas, según Powell, los intelectuales de la “facultad de académicos” de la USCC deberán publicar para contrarrestar a los colegas “liberales e izquierdistas”, y a esos intelectuales orgánicos al servicio de la libre empresa, como los definiría Gramsci,  se les debe otorgar “incentivos” para que publiquen artículos “en un amplio espectro de revistas y periódicos”, además de libros académicos, libros de bolsillo y panfletos para inundar los quioscos que en los aeropuertos, en las farmacias y en cualquier lugar están llenos de publicaciones que proponen desde la revolución al erotismo del amor libre.
 
Esta estrategia de dominar el espacio público, de defender el sistema y producir una visión social acorde necesita de un financiamiento que Powell recomienda sea parte del presupuesto anual que las empresas destinan a la publicidad de sus productos: “Si los negocios estadunidenses dedicaran solo el 10 por ciento de su gasto total en publicidad a este objetivo general, sería un gasto de tipo estadista”.
 
En el plano político Powell destaca que durante muchos años los políticos han maltratado al sector de los negocios, y que la medida de “cuan lejos se ha ido” es la cantidad de puntos de vista contra los negocios que expresan “varios de los principales candidatos a la Presidencia de Estados Unidos”. Y como los políticos “reflejan lo que creen es el punto de vista mayoritario de sus electores”. Por ello afirma que los hombres de negocios “no deberían posponer una más directa acción política mientras se espera un cambio gradual en la opinión publica a través de la educación y la información. El mundo empresarial debe aprender la lección, que hace tiempo aprendieron los sindicatos y otros grupos que defienden sus intereses. Esta lección es que el poder político es necesario; que tal poder debe ser asiduamente cultivado; y que cuando sea necesario debe ser usado agresivamente y con determinación, sin embarazo y tampoco la reluctancia que ha sido la característica del empresariado estadunidense”. Y, por supuesto, el mundo de los negocios debe también controlar el sistema judicial. Y quien sabia sin duda que sería nominado a la Corte Suprema recomienda a la USCC explotar el sistema judicial, en particular la Corte Suprema, el “más importante instrumento para cambios sociales, económicos y políticos”.
 
Powell concluye en que “la amenaza al sistema empresarial” es “una amenaza a la libertad individual” y exhorta al uso del “poder de los 20 millones de accionistas” estadunidenses, que pueden “ser movilizados para apoyar un programa educacional y un programa de acción política”. El “Manifiesto Powell” es probablemente el acta de nacimiento de la estrategia destinada a apropiarse del pensamiento y la imaginación del pueblo estadunidense para convertirlo a la utopia del neoliberalismo.
 
Controlar las principales palancas del Estado y de las instituciones que gobiernan la sociedad es el elemento central de cualquier estrategia revolucionaria y contrarrevolucionaria. Ninguna revolución o contrarrevolución perduró sin este requisito. Y la contrarrevolución neoliberal, motivo del siguiente artículo, no es una excepción.
 
- Alberto Rabilotta, Toulon
https://www.alainet.org/fr/node/144215
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