El fantasma europeo
07/06/2010
- Opinión
“Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo”: Sófocles (495-406 aC).
No es el fantasma del comunismo el que hoy recorre Europa sino el de su antítesis: la crisis financiera global. En el entorno europeo, la debacle amenaza con desestabilizar no sólo a los mercados (banqueros y jugadores de ruleta) y a la moneda única, sino a las economías reales. Y Alemania ha tomado la delantera, como punta de lanza de la zona, aplicando también medidas de ajuste.
El anuncio hecho ayer por la presidenta Ángela Merkel seguramente sorprendió a más de uno, comenzando por el presidente francés Nicolas Sarkozy, a quien le canceló una reunión programada para ayer mismo en los últimos minutos. No así a su homólogo británico David Cameron, quien la acompaño en la presentación. Y se ha tomado la determinación, dijo Merkel, porque “el caso griego y el de otros del euro, nos han enseñado la importancia de tener unas finanzas sólidas”.
La verdad es que, si no se toman las medidas pertinentes (en el contexto de la profundidad y el tipo de la crisis actual) no se estará en condiciones de salir bien librados de dicha crisis financiera. Pero no sólo eso. El sólo anuncio de aplicar restricciones para contrarrestarla, ya nos habla de su profundidad y nos explica la urgencia de tomar precauciones. Cierto. Y Alemania está poniendo el ejemplo. Seguirán los demás. Gran Bretaña en la lista.
Por eso se dice que el programa de ajuste anunciado ayer por Merkel, es el de mayor impacto desde la época de la posguerra. Con dicho plan, Berlín prevé un ahorro de 80,000 millones de euros desde ahora al 2014, de los cuales ahorrará ya en 2011 un total de 11,000 millones. Una importante reducción de gasto público del Estado. Para lograrlo, Alemania adoptará medidas como: reducir en 15,000 personas el grueso de funcionarios del Estado en cuatro años. Que equivale al 2.1 por ciento del total de trabajadores públicos de la administración central; así como el recorte de 40,000 soldados efectivos del Ejército.
Además de recortes al gasto social. Merkel anunció bajar las “ayudas por hijo”, y “endurecer” las condiciones para que los desempleados con más de año y medio accedan a las prestaciones. Sin opción, se verán presionados a buscar un empleo. No subirá el IVA, pero se aplicará una tasa aplicable a los bancos en 2012, con el fin de recuperar fondos gastados en el sector a raíz de la crisis financiera. Medida que permitirá recuperar 1,200 millones de euros anuales. Además de una ecotasa a carburantes de aviones que recaerá en los pasajeros que utilicen aeropuertos alemanes. Entre otras medidas.
La canciller alemana admite que reforzar la “consolidación fiscal” es un “ejemplo” para los socios del euro, como también reconocer que fue un “reclamo” del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, cuando visitó Europa la semana pasada. Y eso que Alemania cerró el 2009 con el más bajo déficit, colocado en 3.3 por ciento (la regla de la UE es del 3 por ciento), pero por las políticas de estímulo en este 2010 llegaría al 5 por ciento anualizado. Con las medidas, Merkel espera volver al 3 por ciento en el 2013. Hasta aquí sobre el verticalismo alemán, que se justifica y no.
El caso es que, con tales medidas “unilaterales” anunciadas por la canciller Ángela Merkel, Alemania está viendo por lo suyo únicamente, sin importarle el resto de Europa. ¿Qué no se supone que debió esperar a que cualquier anuncio importante de recorte se hiciera en el marco de la próxima reunión del G-20? Si Alemania supone que se verá beneficiada poniendo el “ejemplo” a los países de la zona euro, hoy está más claro que nunca entre los economistas que las medidas de ajuste llevan consigo inhibiciones para la economía. Más ahora cuando de lo que se trata es de salir de la debacle alentando el crecimiento y no tomar medidas contraccionistas.
Pero si acaso Alemania, como la principal economía de la eurozona, tiene algunas ventajas con el “desprendimiento” del resto, será porque el deslizamiento del euro frente al dólar favorece coyunturalmente a sus exportaciones al abaratarlas. Esa es una variable de corto plazo. Así, está claro que Alemania está operando por su cuenta. Hoy no se ve, pero lo verán después los países de la eurozona. En lugar de actuar en “comunidad” colocando restricciones al sistema financiero responsable del hundimiento actual. ¡No!, salvar el pellejo es lo primero.
Y como a los demás países de la franja débil de Europa —además de Grecia, España, Portugal, Irlanda—: que la población pague las consecuencias de una crisis que no inició ni propició, ni obtuvo algún beneficio. Todo lo contrario. La sociedad es quien paga los platos rotos de los demás; de los que juegan a la ruleta rusa con los recursos millonarios creados como riqueza desde abajo hasta la cúspide de una pirámide rapaz.
Ahí siguen en la fila de la aplicación de las medidas anticrisis y de choque, como las que aplicó el Fondo Monetario Internacional en América Latina en los años 80, España y Portugal. Para no ser desdeñados y poder recibir los fondos necesarios para los rescates; no de sus economías sino de su sistema financiero.
España y Portugal han anunciado sendas medidas para ganarse una estrella en la frente de los países ricos de la zona. Tanto José Luis Rodríguez Zapatero como Aníbal Cavaco Silva, han prometido reformas de fondo a sus economías. Es verdad que ellos no están en las condiciones griegas, como alude el presidente portugués, con tremendos hoyos entre la economía y las estadísticas —comenzando por la deuda pública que alcanza ¡el 120 por ciento!—, pero están en la tablita.
El plan español, por ejemplo, presentado por Zapatero el 18 de mayo tiene el apoyo de la eurozona, sólo falta el voto de su Congreso y el aval de las organizaciones de trabajadores que hoy mismo se movilizan en toda España para rechazarlo. Comprende la reducción del gasto en 15,000 millones de euros entre 2010 y 2011, equivalente al 0.5 por ciento del PIB. Bajar el déficit público del 11.2 del PIB en 2009, al 6 en 2011, para colocarlo en el 3 por ciento en 2013. Medidas de carácter fiscal y de corte estructural. Portugal anda por las mismas. Es previsible que otros países hagan lo propio. Mientras Alemania le apostó a profundizar la crisis europea.
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