Una sorpresa desagradable

12/09/2008
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“No podemos resolver los problemas de la misma manera que los creamos”

Albert Einstein

 

Esta semana el turno para la rendición de cuentas por parte del gobierno nacional fue para el Ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, en momentos en que los vientos son desfavorables para el desempeño de la economía. Esta viene de un año bandera, en el que el PIB tuvo un crecimiento del  8.2%, la más alta tasa desde 1978 y por encima del promedio de Latinoamérica. Ya el FMI en su Informe el pasado 9 de abril sobre el Panorama económico global había revisado a la baja su proyección del crecimiento de la economía colombiana, pronosticando un 4.6% para 2008 y 4.5% para 2009[1]; lo propio hizo el Banco de la República, llegando incluso a contemplar la posibilidad de un magro crecimiento del PIB de sólo 3.3% para este año. Y no es para menos, pues, según el Banco Emisor cada punto porcentual que pierda el crecimiento de la economía global le costará al país 1.4 puntos a Colombia y es bien sabido que la misma acusa en este momento un alto grado de desaceleración. Desde finales de 2007 se ha venido observando un descaecimiento de la economía estadounidense con amagos de recesión[2], afectada como lo está por la crisis hipotecaria, que no da trazas de amainar y sus repercusiones se han extendido a la Unión Europea, cuyo crecimiento en el primer trimestre de este año a duras penas llegó a 1.5% del PIB. Se especuló al comienzo de esta crisis que las economías emergentes, encabezadas por China e India, estaban desacopladas de la economía norteamericana y podrían con su impulso contrarrestar dicha caída, pero contrariamente a lo acontecido en el pasado esta vez también terminaron contagiándose y obviamente han visto frenar su crecimiento.

 

El optimismo panglosiano

 

El Ministro de Hacienda de Colombia se había apresurado a cantar victoria y se ufanaba hablando de la sostenibilidad del crecimiento de la economía colombiana; “estamos seguros de que en los próximos años vamos a registrar un promedio anual de crecimiento del 5.5%”[3], alegaba él. Y soportaba su tesis en que dicho crecimiento “está sustentado en la dinámica interna del país”[4], pues, a su juicio “el principal motor del crecimiento ha sido el consumo de los hogares, que ahora tienen confianza y optimismo”[5]. Como afirmó el director del BID, Luis Alberto Moreno,  “Cuando un bote está navegando rápido, con viento a favor, es difícil decir cuánta velocidad es atribuible a la habilidad del capitán”. Ya habíamos tenido oportunidad de llamar la atención sobre el hecho de que dicho crecimiento venía siendo influenciado en gran medida por un entorno externo sumamente favorable[6]. Y, como dice el adagio popular, lo que por agua viene por agua se va; en efecto, el modelo económico del gobierno lo ha apostado todo al éxito del sector externo y este empezó a afrontar serias dificultades, no sólo por los obstáculos que representa la revaluación del peso sino por la contracción de la demanda externa y su efecto sobre los precios. Según las cuentas de una investigación adelantada por el FMI, un 40% (¡!) del crecimiento del PIB de Colombia está atado a los acontecimientos externos[7], lo cual lo hace muy vulnerable a sus oscilaciones. Tanto más en cuanto que sus exportaciones tradicionales (léase productos primarios) representan el 56.3% de sus exportaciones y después de un ciclo largo de bonanza de precios de los productos primarios, la tendencia se está revirtiendo, a tal punto que en el mes de julio sus precios tuvieron la mayor caída en los últimos 28 años, con grave detrimento de aquellos países que, como Colombia, dependen en alto grado de las exportaciones de los mismos. Estas representan actualmente el 10% del PIB y de allí su alta incidencia y de contera la caída en los precios del petróleo afecta sensiblemente las entradas de nuestros dos principales socios y vecinos, Venezuela y Ecuador, que juntos representan más del 20% de nuestras ventas al exterior y a consecuencia de ello también se ven afectadas nuestras exportaciones, sobre todo de los renglones manufactureros. De acuerdo con un estudio del BID presentado en el XX Simposio del Mercado de Capitales efectuado en Medellín en mayo pasado, en referencia a los países de la región exportadores de materias primas (México, Brasil, Venezuela, Argentina y Perú), “entre el 2002 y el 2006, el crecimiento promedio de esos países fue de 5.6%, pero si se quita el efecto de las materias primas (petróleo, cobre, algunos alimentos, etc.) bajaría dos puntos, es decir a 3.6%[8].

 

¿Blindado o vulnerable?

 

No se entiende, entonces, cómo se atrevió el señor Ministro de Hacienda, ante la inminencia de la recesión global, a alardear de que “el país se encuentra blindado contra la crisis económica externa y la crisis política interna[9], dada la gran vulnerabilidad que acusa la economía colombiana. Los hechos son los hechos y ahora la más reciente Encuesta de Opinión Industrial Conjunta (EOIC) de la ANDI indica que en los primeros siete meses del año la producción se contrajo en 0.2% y, lo que es peor, las ventas cayeron 0.4% en relación con igual período del año pasado, la mayor caída en seis años. Ello se veía venir desde agosto del año anterior, justo cuando la producción empezó a renguear al crecer a un dígito (7.65%), después de crecer en los meses anteriores por encima del 12%. Pero, el optimismo panglosiano del Ministro no tiene límites, por ello no tuvo inconveniente en sostener sin pestañear el pasado lunes que “para 2008 se espera una tasa de crecimiento del PIB del 5%, que se estima se mantenga hasta el 2010, lo cual superará las estimaciones de crecimiento promedio de la economía mundial y de América Latina[10]. Todo indica que el Ministro está pensando con el deseo, el cual se aparta de las proyecciones de todos los analistas. Como bien dijo el ex ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, “si un analista no escucha a los industriales sobre cómo creció la industria, me parece a mí un analista con limitaciones” y ello le es aplicable al Ministro Zuluaga.

 

Crecimientos Trimestrales

(%PIB)

I    -   2007

3.2

II   -   2007

1.4

III  -   2007

1.1

IV  -  2007

2.5

I    -   2008

-0.9

 

Afirmó también el Ministro que el objetivo del gobierno sigue siendo “llegar a una tasa de desempleo de un dígito en el mediano plazo y seguir mejorando en los indicadores laborales y en la formalización del empleoy dijo que se ha reducido la informalidad, la participación del empleo formal en el conjunto de ocupados ha crecido en 4 puntos desde el año 2002, ha crecido el empleo formal”. Pero, las cifras nos indican que el señor Ministro, como lo afirmó Octavio Paz, se encuentra a las afueras de la realidad. Según el DANE, el desempleo en Julio fue de 12.1% - por encima del promedio regional que está en 7.5% -, casi un punto por encima del registrado en el mismo mes de 2007, después de cinco años de caída continua; es decir, que en el último año se incrementó el número de desocupados en 254 mil personas y de remate 7 de cada 10 puestos de trabajo creados fueron informales[11]. Y lo más grave es que según la encuesta adelantada por la firma de recursos humanos Manpower, sólo un 22% de los empresarios consultados planea enganchar más trabajadores en lo que resta del año, no obstante que la temporada del último trimestre suele caracterizarse estacionalmente por un repunte del empleo, sobre todo temporal. Pero esta vez los empresarios, en proporción de una tercera parte de ellos, que ven cómo ha bajado dramáticamente la utilización de su capacidad instalada, están más preocupados por salir de sus existencias en inventario que por aumentar la producción.

 

Se enrarese el clima de los negocios

 

La sexta edición del estudio “Doing Business” del Banco Mundial, fechado el 11 de septiembre,  destaca los progresos de Colombia en cuanto al clima de los negocios se refiere, caracterizándolo “como uno de los líderes globales” en el impulso de las reformas requeridas para ello. Empero, en los últimos meses hasta el clima de los negocios se ha visto estropeado por cuenta del deterioro de su entorno. Según la encuesta de la ANDI, a finales de 2007 el 71.3% de los industriales calificaba la situación de su empresa como buena y el 40.3% contaba con mejores expectativas para el inmediato futuro; pero, esta percepción ha cambiado drásticamente y ya para julio de este año esos mismos indicadores se desplomaron para situarse en el 56.5% y 36.6%, respectivamente. El ambiente para los negocios, entonces, se ha venido enrareciendo y ello no deja de causar desazón e incertidumbre entre los empresarios e inversionistas.

 

Razón tiene el Presidente Uribe para manifestar su preocupación en el mismo acto de rendición de cuentas, en la cara del Ministro, en el sentido que tiene temor, de que si no se introducen correctivos, el país incurra en “una desagradable sorpresa”[12] no solo en el crecimiento del producto interno bruto sino en el frente laboral. Además, fue reiterativo en que las cifras de desempleo del mes de julio, se convierten en “una señal de alerta” para reabrir el debate de las tasas de interés. Sí, de las tasas de interés y no de la política económica, pues él y el Ministro de Hacienda prefieren colgarle los fracasos de esta al Banco de la República, haciendo de este cabeza de turco. Estamos de acuerdo con el Presidente cuando afirma que “Después de perder el ritmo en la dinámica de creación de empleo, usted puede entrar en una fase en la cual se destruye empleo y yo temo que estemos corriendo ese riesgo (…) Por eso aquí hay que enderezar algunos rumbos”. A mediados de agosto, antes los indicios inequívocos de la ralentización de la economía que ya se hacía sentir con sus devastadores efectos, había dicho que “tenemos que evitar lo peor”[13]; con estas admoniciones, de alguna manera, se estaba poniendo la venda antes de la herida. El tono de su intervención esta vez fue diametralmente opuesto a su discurso de clausura de la Asamblea de la ANDI, en el que rezumaba optimismo por todos los poros[14]. El Presidente Uribe, a semejanza del extraviado grabado de Goya, tiene un triste presentimiento de lo que ha de acontecer si no se resuelve a darle un timonazo al manejo de la economía.

 

Las uvas están verdes

 

Así y todo, en medio de semejante panorama tan desalentador, dijo el Ministro que “Colombia está caminando hacia la obtención del grado de inversión”[15]; señor Ministro las uvas están muy verdes, no olvide que la autocomplacencia es la peor consejera. Recordemos que desde la administración Gaviria hasta el gran colapso de la economía en 1999 cuando lo perdió, Colombia fue uno de los pocos países de Latinoamérica que había obtenido el grado de inversión, el mismo que ostentan México y Chile y que le ha sido conferido recientemente a Ecuador y Brasil y que le sigue siendo esquivo a nuestro país. En su reporte del 5 de agosto, una vez más, la calificadora Moody´s conceptuó que Colombia todavía no es acreedora al grado de inversión, pues, como lo sostuvo Alexandra Alexi, analista de la firma y encargada de evaluar a Colombia, “un país con grado de inversión es aquel que puede absorber un choque económico, financiero o político sin tener problemas para pagar su deuda y para nosotros Colombia todavía no está en ese nivel. El tema es que su capacidad de ajuste es limitada por sus cuentas fiscales y externas[16] y la otra agencia, Fitch Ratings, manifestó el 4 de septiembre que la dependencia del país respecto a algunos productos básicos de exportación, así como el alto grado de concentración de sus exportaciones en tres países, EEUU, Venezuela y Ecuador, la hacen muy vulnerable frente a los avatares de la economía global, como para darle el grado inversión.

 

La inflación importada

 

La inflación galopante viene a ser otra pata que le sale al cojo, la cual viene a complicar aún más el manejo de la desaceleración de la economía y el revés en la política de generación de empleo, pues es inusual que se den al tiempo estos dos fenómenos. El mes de agosto cerró con un IPC del 7.9% en los últimos doce meses, casi el doble de la meta oficial y el más alto desde 2003 y del 6.7% en lo que va corrido del año. Este año, igual que el anterior, no se alcanza a cumplir con la meta de inflación fijada por el B de la R; es de anotar que este brote inflacionario no es exclusivo de Colombia, es generalizado y persistente. En los EEUU, por ejemplo, la inflación al consumidor se ha elevado hasta el 5.6%, la tasa anual más alta desde 1991. El Banco de la República tiene como su principal responsabilidad el control de la inflación y después de mantenerla a raya en los últimos años se le salió de las manos, en parte por que la misma tiene un gran componente importado. El gobierno ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio; mientras recrimina a la Junta del B de la R porque no accede a sus presiones y a las del Consejo Intergremial para que baje las tasas de interés de intervención, se muestra reacio a aceptar las recomendaciones de la Comisión Independiente del Gasto Público (CIGP) que lo intima a frenar su incontinencia en el gasto público. Según él la tasa de desempleo “puede indicarnos que con una tasa de interés tan alta, se frena en el país el consumo, se frena la creación de empleo y se frena la tendencia de disminución de la pobreza”.

 

Pero, la evidencia empírica muestra que no hay ninguna correlación entre las alzas en las tasas de interés y el aumento del desempleo, basta con señalar cómo en los EEUU en momentos en que las tasas de interés fijadas por la FED están en su punto más bajo, del 2%, mientras el desempleo ha seguido creciendo hasta situarte en un índice alarmante para ellos del 6.1%, el mayor en los últimos cinco años. Y aquí mismo, en Colombia, la economía pasó de crecer un 4% al 8.2% al tiempo que las tasas de interés pasaron del 11% al 16% entre julio de 2006 y julio de 2007, simultáneamente con la creación de 800.000 empleos nuevos. El Ministro de agricultura que venía endilgándole al Banco de la República la responsabilidad por el pobre desempeño del sector a su cargo, debe de ser el primer sorprendido por el repunte del mismo después de las alzas sucesivas de las tasas de interés que él tanto crítico. Como le alegó el Gerente del Banco Emisor, José Darío Uribe, entre el 2002 y el 2007, período este de las mayores alzas de las tasas de interés de intervención – entre el 2006 y el 2007 la Junta subió 14 veces sus tasas -, el sector agropecuario registró un crecimiento promedio de 3.2% anual, mucho mayor al 0.90% del período 1995 – 2002[17].

 

El desbarajuste fiscal

 

Entre tanto, para gozo de la galería, expresó en uno de sus acostumbrados consejos comunitarios que “prefiero  cerrar el déficit social antes que el déficit fiscal”[18], como si el gasto social fuera el responsable del desbordamiento del gasto del gobierno central. Luego anunciaría en un Foro empresarial que “se debe aplazar el equilibrio fiscal, pero avanzar en la equidad social”[19], para soslayar su compromiso de hacer la tarea que le han encomendado de meter en cintura el gasto como la mejor contribución para morigerar la revaluación y las presiones inflacionarias. Pésima señal esta para los mercados! Como afirmó el ex ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo, “el gobierno cree que parte del éxito es el gasto y eso es parte del problema[20]. En vista de la reticencia del gobierno, el Banco de la República se ha visto precisado a cargarle la mano a las tasas de interés a través de sucesivas alzas hasta anclarla en el 10%. Y así pretende el gobierno obtener una mejor nota de parte de las firmas calificadoras de riesgo; su indisciplina fiscal le puede dar puntos en popularidad pero no en buen manejo de las finanzas públicas.

 

Claro que el descuadre en las finanzas públicas responde también a la perforación de la base impositiva a consecuencia del cúmulo de deducciones, exenciones, exclusiones y descuentos impositivos de los cuales está plagada la tributación, con un marcado sesgo a favor del gran capital, lo cual, dicho sea de paso, desestimula la generación de empleo. Se estima en $5.26 billones (1.5 del PIB, aproximadamente) los beneficios fiscales, de los cuales $4.39 billones van para las empresas. En concepto de Horacio Ayala, ex director de la DIAN, “la combinación de zona franca con deducción por adquisición de activos fijos puede reducir la tarifa efectiva del impuesto de renta a 9%. Aunque no existe una regla para determinar lo que se entiende por tarifas bajas, las normales, las que cobra la mayoría de los países con economías capitalistas, giran alrededor de 30% y en pocos casos son inferiores a 25%[21]. A ello hay que añadir que a través de los contratos de estabilidad jurídica, al amparo de la Ley 963 de 2005, se les garantiza a las empresas que se acojan a ella que no se le variarán hacia el futuro las tasas impositivas; así las cosas, cabe preguntarse sobre quién recaerá en lo sucesivo la mayor carga impositiva que el Estado se vea compelido a aplicar. Así las cosas, no es de extrañar que el recaudo de impuestos, particularmente el de renta, se haya visto resentido y es así cómo a pesar del mayor dinamismo de la economía en el 2007 la variación porcentual es menor en un 50% a la del año inmediatamente anterior y es previsible que hacia el futuro la afectación sea mayor, toda vez que buena parte del recaudo por concepto de impuesto de renta recae sobre las empresas exportadoras de materias primas (petróleo y carbón, especialmente) y como quedó dicho se está revirtiendo vertiginosamente la tendencia alcista de los precios de los mismos, lo cual habrá de incidir en la base impositiva. Entre enero y julio de este año, el mayor recaudo fue del 11.9%, 6.3 puntos por debajo de igual período del 2007, lo que implica $5.5 (¡!) billones más.

 

 

¡Crucemos los dedos!

 

Un punto que todavía tiene a su favor la economía colombiana, que le permitirá resistir con alguna fortuna los embates de la desaceleración; se trata de la cuenta corriente. Después ser el único país de Latinoamérica con déficit en cuenta corriente de la Balanza de pagos en 2006 y 2007, del orden de 2.1% y 4% respectivamente, en el primer semestre de este año la balanza comercial arrojó un superávit récord de US $1.315 millones, en el que fue factor determinante el 42.4% de crecimiento de las exportaciones, a pesar de la apreciación del peso con respecto al dólar. Pero ya tuvimos la oportunidad de resaltar la gran sensibilidad de estas frente a la volatilidad de los precios de los commodities en los mercados internacionales, de modo que estamos a merced del curso que tome la dinámica de dicho mercado en los meses venideros. Es cierto, como lo afirma el investigador de Fedesarrollo, Mauricio Reina, que “hasta el momento ese déficit se ha financiado con inversión extranjera, pero si hay un susto grande de los inversionistas extranjeros que los conlleve a sacar sus capitales de manera significativa, el impacto en la economía sería brusco[22].

 

No es gratuito que la economía, según cifras de la más reciente encuesta de Gallup, se haya convertido en la mayor preocupación de los colombianos, para casi el 45% de los colombianos consultados la economía es el principal problema del país, por encima de la seguridad y el orden público. Como lo explica Alejandro Izquierdo, economista principal de investigación del BID, “en estos países se presentan superávits fiscales gracias al ´viento de cola´ que están recibiendo de los productos básicos…Lo preocupante es que si se elimina esa coyuntura, los que hoy registran superávit pasarán a tener déficit[23]. El ex director de Fedesarrollo, Mauricio Cárdenas, coincidió con él al anticiparse a  advertir que “la economía colombiana afronta serias amenazas y la coyuntura positiva puede cambiar en cualquier momento[24]. Toca cruzar los dedos para que esos malos presagios para la economía y para el país que nos anuncian los nubarrones que se observan no se cumplan. Parodiando a Stuart G. Hoffman, de PNC Financial, la economía colombiana en 2008 es lo más semejante a un gato en un techo de zinc caliente que ya usó seis de sus siete vidas. Sobrevivirá? Para evitar el desastre, el gobierno y la dirigencia política del país, así como los gremios empresariales y sindicales, las organizaciones sociales, el país todo, tienen que poner de su parte para ver de conjurarlos, pues la actual crispación del país le presta a este un flaco servicio en el propósito de capear el temporal y no perecer en el intento.

 

Bogotá, septiembre 13 de 2008

 

- Amylkar D. Acosta M. es Ex presidente del Congreso de la República.  www.amylkaracosta.net



[1] Portafolio. Abril, 17 de 2008

[2] Amylkar D. Acosta M. Estanflación global. Enero, 23 de 2008/ Bush en aprietos. Marzo, 21 de 2008

[3] Cambio. Mayo, 15 de 2008

[4] Idem

[5] idem

[6] Amylkar D. Acosta M. Ojo avizor. Enero, 4 de 2008

[7] Portafolio. Marzo, 10 de 2008

[8] El Tiempo. Mayo, 30 de 2008

[9] Cambio. Mayo, 15 de 2008

[10] www.presidencia.gov.co. Audiencia pública. Bogotá, septiembre 8 de 2008

[11] DANE. Gran Encuesta Integrada de Hogares. Marzo – Mayo de 2008

[12] www.presidencia.gov.co. Rendición de cuentas. Bogotá, septiembre 8 de 2008

[13] Portafolio. Agosto, 19 de 2008

[14] Amylkar D. Acosta M. De la euforia al pesimismo. Agosto, 13 de 2008

[15] www.presidencia.gov.co. Rendición de cuentas. Bogotá, septiembre 8 de 2008

[16] Portafolio. Junio, 25 de 2008

[17] El Tiempo. Mayo, 2 de 2008

[18] El Espectador. Armando Montenegro. Populismo y crisis. Agosto, 24 de 2008

[19] Idem

[20] Semana. Junio, 23 de 2008

[21] Portafolio. Abril, 18 de 2008

[22] Portafolio. Julio, 1 de 2008

[23] El Tiempo. Mayo, 30 de 2008

[24] Idem

https://www.alainet.org/fr/node/129712

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